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Niños enfadados y con dificultades de aprendizaje a causa de la pandemia

La crisis sanitaria y las restricciones han impactado en la salud metal de casi la mitad de los niños españoles.

Por Sefi García

Dos años de pandemia han hecho mella también en la salud mental de nuestros pequeños. Los niños están más tristes (aumento del 31%) y más enfadados (un incremento del 57%). Han vivido en una burbuja cerrada y eso ha provocado que hasta un 33% ha visto empeorada su capacidad para relacionarse con las personas y un 40% ha disminuido su capacidad para controlar sus propias emociones. Eso sí, los datos del estudio realizado por la fundación “crecer jugando” demuestra que les ha hecho mas fuertes.

Nadie ha sido capaz de adaptarse tan bien a los cambios que en nuestra vida produjo la crisis sanitaria como los más pequeños.

Vivieron durante meses compartiendo metros solo con su familia directa, sin salir al parque, sin poder ver a sus amiguitos. La profe era una imagen en una pantalla de ordenador. No hubo quejas. Si acaso algún momento de agobio, alguna rabieta más que justificada por el encierro. No hubo quejas pero sí consecuencias. La pandemia nos ha dejado niños más tristes y más enfadados. Los chiquitines son más agresivos en el cole y hablan peor. Los que ya están en edad de aprender a leer y escribir, van retrasados. Duermen peor y tienen más miedos. Pero ese encierro loe ha ayudado a entender mejor las emociones y los sentimientos. Ahora el foco está en volver a socializar, sobre todo a los más pequeños.

Las alarmas

Sagrario Peña es maestra. Nos cuenta que la vuelta a las aulas supuso una alegría enorme para los pequeños, pero se han encontrado con sorpresas preocupantes. Lleva muchos años de profesión y nunca había detectado ciertos comportamientos. “ Cuando volvieron a las aulas los niños de 3 años, los que se incorporan por primera vez al cole-explica la maestra- tenían conflictos entre ellos más frecuentes que nunca, había manotazos, patadas, mordiscos, que no habíamos visto antes con esa frecuencia, e intensidad”. Están convencidos de que “el hecho de que los niños tuviesen menos interacciones sociales y con un grupo de personas más reducido ha influido en no tener la experiencia de aprender y aplicar los estereotipos sociales para resolver conflictos”. También ha detectado que “el nivel de lenguaje también ha influido, respondían peor para solventar los conflictos porque llegaron con un lenguaje mas simple, por debajo de su edad”.

Otra alarma saltó en las aulas que acogen a niños de 5 y seis años, los que están al final del ciclo infantil y los que empiezan Primaria: la dificultad para aprender a leer y escribir. “ Hemos visto-insiste la maestra- que la lecto-escritura que se aprende con instrucción y en trabajo colaborativo, les costaba mucho más, y hemos tenido que intervenir de forma personalizada e individualizada”.

Los colegios se han puesto las pilar para ayudarles a ponerse al día y a gestionar las emociones, nos cuenta Sagrario Peña. En su centro van a crear una figura específica, van a designar a un profesor con ese cometido.

El 45% de los niños españoles se han visto afectados en su salud mental por la pandemia y las restricciones, según el trabajo que ha hecho la fundación “Crecer Jugando”. Hasta un 40% han crecido las emociones negativas de nuestros pequeños, que están más enfadados (un 57%), más tristes (un 37%) , duermen peor (un tercio) y 4 de cada 10 ha disminuido su capacidad para controlar sus emociones.

Aprender con otros

En los coles están haciendo una labor especifica para ayudarles a gestionar esas emociones negativas. “Tenemos que crear un clima de seguridad en la clase”, afirma la maestra y lo van a conseguir porque “miramos a los niños con los ojos del corazón”.

Los datos del estudio revelan también que los menores han reducido en un 70% el tiempo que pasan con otros niños, y que las actividades extraescolares y de ocio han disminuido un 27%.

Sagrario Peña afirma que “los niños necesitan de sus iguales, porque se aprende haciendo, se aprende haciendo, y se aprende con otro”. Por esta razón recomienda a los padres que “retomen las actividades sociales de sus hijos. En el colegio ya lo estamos haciendo, las excursiones, las extraescolares formativas, porque son muy necesarias”. Entiende la maestra el recelo de los padres pero les pide que “observen la conducta de sus hijos, porque los niños necesitan sentirse cuidados, queridos, y que nos cuenten, que le pongan palabra a eso que les pasa, a lo que sienten”.

Quedémonos con lo bueno

A pesar del terremoto emocional que ha supuesto para los niños, lo que nos ofrecieron las restricciones fue “una gran cantidad de tiempo”, nos cuenta la psicóloga Silvia Alava. “de tiempo de estar en familia, de juegos en familia, de hecho los niños lo echan de menos, pero también para estar solos jugando, dirigiendo su propio juego, reflexionando y pensando sobre su vida”. Es esa parte “de ir más despacio, la que debemos mantener- afirma la psicóloga autora del libro El arte de educar jugando-porque en el momento en el que nuestra vida ha vuelto a lo que era antes, hemos vuelto a las prisas, sin dejar espacios para el juego y la introspección personal”.

De hecho, el estudio realizado por la fundación “crecer jugando” destaca que 4 de cada 10 niños han mejorado su capacidad para entender emociones y sentimientos. Pero todo esto les ha removido y mucho.

Necesidades emocionales

Es momento, explica Silvia Álava, de atender sus necesidades emocionales, “ver lo que puede estar ocurriendo y como les podemos ayudar, porque los niños no tienen completamente adquirida la capacidad de regulación emocional, por eso tenemos que seguir pendientes de cómo están y ayudarles a verbalizar lo que les está ocurriendo”.

Todavía no hay estudios sólidos para determinar como les puede impactar en su futuro adulto la situación que han vivido. “Por eso-asegura la psicóloga- es tiempo de prevención”.

El informe señala como posibles consecuencias la dificultad de relacionarse con amigos y familiares, que puede afectar al 34%, el impacto en el bienestar emocional, que tienen en riesgo el 42%, y la calidad de vida, que puede empeorar para el 38%.

Fuente: cope.es

Cómo evitar enfados y discusiones familiares si nos toca el Gordo de la Lotería de Navidad (o un buen pellizco)

Una de las claves es que, si el décimo no era compartido, la familia debe saber que el familiar no está obligado a compartirlo. Que si lo comparte o nos regala algo perfecto, pero que no tiene la obligación de hacerlo.

Por Beatriz G. Portalatín

Sabemos que cuando hay dinero de por medio, las relaciones familiares pueden fracasar. Sobre todo, cuando hay mucho. Mucho dinero. Como es el caso de la Primitiva o de la Bonoloto y ahora, con el Gordo en la Lotería de Navidad. ¿Es posible que el primer premio, incluso el segundo o el tercero, pueda romper lazos familiares?

Para que esto no ocurra -igual que a veces pasa en las herencias- es importante tener claro fundamentalmente dos cosas. Una, es que si el décimo no era compartido, la familia debe saber que el familiar no está obligado a compartirlo.

«Que si lo comparte, fenomenal, pero que no tiene la obligación de hacerlo. Y que por eso no nos querrá menos. Que eso no supone una prueba de amistad o de amor», afirma a laSexta Silvia Álava, doctora en Psicología y miembro del equipo directivo del centro Álava ReyesSabiendo esto, añade, «se evitarían muchos malentendidos».

Otra cosa diferente, claro está, es si el décimo es compartido entre varios y la persona que guarda ese décimo se niega a compartirlo. «Entonces el enfado sería lógico, porque esa persona está faltando a su palabra y al compromiso», sostiene.

No tomar decisiones en caliente

No obstante es importante reflexionar, dejar un tiempo para pensar y no tomar decisiones en caliente. Esto es, según explica Laura Baliña, psicóloga sanitaria del centro del Center Psicología Clínica, debemos gestionar la euforia lógica del momento de saber que nos ha tocado una gran cantidad de dinero.

«De repente contamos con un dinero que no teníamos y por la emoción comprensible del momento podemos decir cosas de las que luego nos arrepintamos. Es importante en primer lugar, saber cuánto nos ha tocado realmente y saber de verdad del dinero con el que disponemos finalmente. Por ejemplo, debemos restar el porcentaje que se lleva Hacienda, y los posibles agujeros o necesidades económicas que tengamos que cerrar», explica esta experta.

Es importante en primer lugar, saber cuánto nos ha tocado realmente y saber de verdad, del dinero del que disponemos finalmente. Una vez lo sepamos, entonces ya podemos tomar la decisión de compartirlo o no

Laura Baliña, psicóloga sanitaria

Y en segundo lugar, una vez hecho esto, podemos decidir si queremos compartirlo con nuestros familiares o amigos. También debemos sopesar «si queremos compartir porque realmente queremos o porque creemos que es una obligación», señala Baliña.

También sería de gran ayuda, si no sabemos muy bien cómo hacerlo, contar con un asesor financiero para que nos ayude a gestionar el dinero que hemos ganado. En ocasiones es mucho dinero de golpe y podemos no saber muy bien cómo gestionarlo. «Sería sin duda, en algunos casos una buena recomendación».

Tómate tu tiempo para comunicarlo

Igualmente es clave tomarse un tiempo para comunicarlo y tener claro qué vas a hacer con ese dinero. No hace falta decirlo de golpe. Calma. Cuando cada uno lo sienta.

«Podemos decírselo a la familia y mostrarle las dudas: De momento, voy a ver que hago con el dinero, no sé si voy a repartirlo o no. Trasmitir a los demás que ha habido un cambio en tu vida y que necesitas tiempo para gestionarlo y para tomar una decisión adecuada. También es importante saber decir ‘no'», explica Baliña.

Además, puede también que, en base a las circunstancias personales de cada familiar, decidamos regalar a unos más que a otros. Y esto es importante también que se respete. Y relacionado con esto, es importante también «valorar las amistades porque igual ahora aparecen amigos que antes no estaban», indica.

Compartir y agradecer son predictores de felicidad

En el caso de que la persona decida no compartirlo, como hemos comentado ya, el familiar debe entenderlo. Que ello no significará que nos quiera más o menos, ni será una prueba de amistad», insiste Álava. Pero sí es importante comentarle a nuestro familiar que no estamos de acuerdo con la decisión que ha tomado de no compartir el premio. «Hagámoselo saber de una forma asertiva, y con respeto. Es decir, «sabiendo que para nada está obligado a compartir el premio pero que nos hubiera hubiera gustado que lo hiciera. Pero que le respeta en su decisión». No nos lo guardemos, hablémoslo. Con respeto», aconseja.

Y en el caso de que la persona decida compartirlo, es importante que haya un agradecimiento. Es decir, «no demos por hecho que la persona tiene que compartir el premio sí o sí, si lo hace, agradezcámoslo», sostiene Álava. Si no se agradece parece que que tuviera que compartirlo porque sí, sólo por el hecho de ser familia.

Por otro lado, es cierto que los premios compartidos tienen un mejor sabor. Ya que se ha demostrado que «uno de los mejores predictores de felicidad es hacer cosas por lo demás, ser agradecidos y generosos. Compartir. No hace falta repartir el premio a partes iguales porque el premio es tuyo y cada cual hace lo que quiere, sino que también pensemos que es un dinero con el que no contabas y que siempre está bien poder compartir algo en familia o con la gente que quieres. Como un predictor de felicidad más», concluye Álava.

FUENTE: lasexta.com