Entradas

Deberes en verano, ¿sí o no? Hablan los expertos

Hay madres y padres que opinan que no, que sus hijos deben tener tiempo para divertirse y aburrirse. Otros, en cambio, piensan que sí, que el verano es una buena oportunidad para recuperar lo perdido o afianzar lo aprendido.

Por María Dotor

Cada curso que finaliza se repite el mismo debate: deberes para el verano, ¿sí o no?

Si preguntásemos a diferentes madres/padres, habría disparidad de opiniones. Algunos dirían que sí, que dos meses y medio de vacaciones son muchos. Otros, en cambio, pensarán que no, que el verano es un periodo para desconectar y descansar.

Lo cierto es que el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. 

Este artículo 31, a menudo no se respeta durante el curso escolar. La realidad es que las agendas de nuestros hijos están cada vez más cargadas de actividades dirigidas y, en consecuencia, ellos cada vez tienen menos tiempo libre para jugar o elegir en qué emplearlo.

«Vivimos en una sociedad de consumo, de hacer y no parar, lo que nos lleva a sentirnos mal si no estamos haciendo cosas las 24 horas del día los 7 días de la semana. Y este estrés se lo trasladamos a los niños. Cayendo en la tentación de pensar que nuestros hijos no deben estar tanto tiempo sin hacer nada, pero que no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada», nos dice la psicóloga Begoña Ibarrola.

«Que los niños no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada»

Begoña Ibarrola – Psicóloga

Entonces, en verano: ¿deberes sí o no? ¿Qué dicen los expertos?

¿Qué opinan los expertos de los deberes en verano?

Para conseguir responder a la pregunta de cada verano, hemos hablado con tres expertos: los psicólogos Rafa Guerrero y Silvia Álava y el docente elegido Mejor docente de primaria de España en los premios Abanca 2021 Francesc Nogales.

Ante la pregunta de: Deberes en verano, ¿sí o no?, el psicólogo Rafa Guerrero lo dejaba claro: «No, no soy partidario. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad».

«No soy partidario de los deberes en verano. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad».

Rafa Guerrero – Psicólogo

Aunque todos los padres tenemos clarísimo que nuestros hijos merecen descansar, a menudo nos surgen miedos: ¿si no abre un libro en dos meses se le olvidará lo aprendido? ¿estará perdiendo un tiempo maravilloso en el que podría estar aprendiendo cosas? ¿Perderán el hábito de estudio?

«En verano también aprendemos, pero de forma totalmente diferente. Podemos trabajar toda esa serie de procesos que se aprenden en el colegio (razonamiento lógico, atención, concentración, lectoescrituta…), pero en lugar de hacerlo a través de cuadernillos o fichas de deberes, lo podemos hacer a través del juego», asegura Álava.

«En verano también aprendemos, pero de forma totalmente diferente. En vez de con cuadernillo, a través de actividades lúdicas»

Silvia Álava – Psicóloga

Algo similar opina Nogales: «Soy partidario de que los niños sigan aprendiendo, pero con actividades no académicas. Más que deberes, llamaría a estas actividades placeres. Algo así como ver una puesta de sol, ir a un museo, al zoo, hacer una ruta por la montaña, mirar las constelaciones por la noche, mandar una carta a un amigo…».

«En verano vamos a buscar curiosidades, o investigar sobre cosas que les susciten interés porque estén relacionadas con el día a día. Por ejemplo, si vamos a la playa y hemos visto un caballito de mar, luego podemos investigar sobre esto. O con niños más pequeños, podemos trabajar la psicomotricidad escribiendo nombres en la arena de la playa», apunta Guerrero.

Nogales también cree que, a menudo, los que más interés tenemos en que los niños hagan deberes somos los padres: «El motivo es que nos viene bien que los niños sigan teniendo rutinas establecidas. Pero no porque el niño necesite reforzar conocimientos, sino por nuestra dificultad de conciliar«.

¿Sin deberes les costará más volver a la rutina?

Otro de los motivos por el cual algunos padres queremos que nuestros hijos hagan deberes es que pensamos que de no hacerlos, desconectarán tanto de la actividad académica que en septiembre les resultará muy difícil volver a la rutina.

«Personalmente, a mí también me cuesta más volver a la rutina después de las vacaciones. Es decir, esto nos pasa a todos, no solo a los niños. Pero es que es necesario romper con la rutina, hacer cosas totalmente distintas a las que hacemos durante el año», nos cuenta Guerrero.

Y Nogales nos hace una comparación para que reflexionemos: «¿Os imagináis que nuestro jefe nos dijera que nos llevemos trabajo en vacaciones porque de no hacerlo a la vuelta se nos habrá olvidado hacerlo o nos costará más volver a la rutina? Nadie vería esto normal, pues lo mismo pasa con los niños. Necesitan parar, desconectar, olvidarse de las obligaciones».

¿Hay excepciones?

¿Deberes no? ¿Tampoco con niños que han suspendido o que necesitan reforzar porque han aprobado muy justos?

«No soy partidario de que los niños que van flojos aprendan las cosas por imposición y fuera del aula, es decir, si un alumno termina el curso cogido con pinzas, no me parece bien que tenga que ponerse al día haciendo cuadernillos. El aprendizaje debe generarse dentro del aula».

Si un alumno termina el curso cogido con pinzas, no me parece bien que tenga que ponerse al día haciendo cuadernillos. El aprendizaje debe generarse dentro del aula».

Francesc Nogales – Docente

Además, apunta Guerrero: «Los que van «flojitos» en clase porque les cuesta más, seguramente han hecho un esfuerzo más grande que los que han sacado muy buenas notas. Todos merecen descansar, hayan sacado sobresalientes, notables o vayan justos».

Álava sigue insistiendo en el juego como herramienta educativa: «Si tiene dificultades específicas en un área, por ejemplo, cálculo matemático, podemos trabajarlo, pero de una forma diferente a cómo se hace en el colegio. El juego tiene un potencial impresionante de aprendizaje. En verano es una oportunidad maravillosa para utilizarlo. ¿Y si nos acompaña a la compra y va sumando los precios de lo que echamos al carro? Hay muchas formas de hacer cálculo más entretenidas que a través de un cuadernillo».

Amaya de Miguel, fundadora de ‘Relájate y educa’, nos lanza a través de sus redes sociales un reto: «Si los deberes en tu colegio son optativos, sé valiente y deja que tus hijos no los hagan». ¿Qué opinas? ¿Aceptas el reto?

FUENTE: elperiodicodearagon.com

¿Cómo potenciar el sentido del humor en nuestros hijos?

El sentido del humor permite aumentar el optimismo y autoestima de nuestros hijos, nos ayuda en su crianza y en el hogar.

Por Silvia Sánchez de Educar es Todo

El sentido del humor es una excelente herramienta educativa. La risa nos proporciona energía, conexión con los demás, creatividad y optimismo. El humor ayuda a buscar alternativas, a pensar de forma racional y nos proporciona sentimientos positivos de alegría y gozo. En este artículo veremos qué beneficios tiene y cómo fomentarlo en nuestros hijos.

Qué beneficios tiene el sentido del humor en nuestros hijos

El gran Carles Capdevila mencionaba en una de las ponencias de un evento Educar es todo, que “uno de los principales problemas que tenemos los padres hoy en día es que hablamos de la educación de nuestros hijos muy preocupados. Nos lo tomamos muy en serio y eso es muy importante, pero casi preferimos estar angustiados a estar alegres”. Frente a esta actitud, subraya que “cuando eduquemos y cuando hablemos de la paternidad y la maternidad, creo que es importante que intentemos buscar esta sonrisa, esta alegría, la espontaneidad, la naturalidad. Que nos levantemos por la mañana diciendo: “Esto es muy difícil, pero vamos a divertirnos”.

Por su parte, la psicóloga Silvia Álava en su libro “queremos que crezcan felices”, menciona que el sentido del humor es un recurso que se puede trabajar con nuestros hijos desde que son pequeños. Algunos beneficios que propone son:

  • Aprendemos a relativizar los problemas. Cuando utilizamos el humor en los conflictos confrontamos nuestra interpretación de la realidad. Lo importante no es lo que nos pasa, si no la interpretación que hacemos sobre ello. Somos los reporteros y reporteras de nuestras vidas.
  • La risa, y el sentido del humor nos centra en el aquí y el ahora. Es el mindfulness de los niños. Es más, los efectos cerebrales de la meditación y del humor son parecidos, pues se producen altos niveles de ondas gamma, que permiten una mejor sincronización neuronal de distintas áreas cerebrales destinadas a la atención, a la memoria de trabajo, al aprendizaje…”
  • La risa nos conecta con los demás, potencia la proximidad, la amistad y el amor. Y además predispone a la cooperación, al buen ambiente, reduce la agresividad y facilita la comunicación.
  • La risa es fundamental para la salud mental. Reduce la ansiedad, el estrés y la depresión. No se trata de querer estar todo el rato riéndose, pero dejar hueco a la risa en nuestro día a día nos ayuda a vivir la cotidianeidad con más alegría, optimismo y energía.
  • La risa refuerza la autoestima y el autoconcepto. Reírse de uno mismo, de nuestros errores, nos ayuda a aceptarnos mejor, a entender nuestra imperfección sin complejos y a seguir adelante.

Cómo potenciar el sentido del humor

El sentido del humor nos acerca a los otros y reduce las tensiones en los grupos, también en nuestra familia. Silvia Álava nos propone algunas acciones para fomentar este hábito en nuestra familia:

  1.  Generar buen ambiente. Las madres y padres debemos aprender a reírnos de las situaciones cotidianas en lugar de enfadarnos. La confianza es la clave.
  2.  Aprender a reír. Se puede aprender a desarrollar el sentido del humor, ya que este no es una capacidad innata. Para que nuestros hijos lo utilicen es necesario que tengan un buen modelo y ahí nosotros jugamos un papel clave.
  3.  Afrontar los problemas desde el sentido del humor. Silvia nos menciona que necesitamos relajarnos, pensar qué haría otro en nuestro lugar y cómo nos ven los demás. Mostrarle al niño que cuando uno aprende a reírse de sí mismo relativiza el problema y se predispone a solucionarlo de forma positiva.
  4.  No todo vale, tampoco para reírse. Los valores, y especialmente el respeto, son los pilares de la educación. Y la risa también debe sostenerse por esos valores. Es importante enseñarles a reírse de sí mismos y enseñarles a reírse con los demás, pero no de los demás. El respeto hará que no se rían de una estrepitosa caída de la que son testigos, pero les hará capaces de reírse con un amigo cuando este afronte con humor una caída.
  5.  No queramos ser dramáticos con los contratiempos del día a día. Imagina que la deliciosa cena que estabas preparando se quema. Una verdadera pena, sí, pero podemos vivirlo de dos maneras: como un drama que se une a todos los problemas que hemos tenido durante el día y demuestran que “hoy no es nuestro día” o con lógico fastidio pero decidiendo salir de este dramatismo para lamentar que, vaya, “así no me van a aceptar en Masterchef”. En el fondo, todos los pequeños contratiempos son oportunidades para dramatizar o para aprender y reír. Y no podemos elegir qué nos va a pasar durante el día, pero tal vez si podamos decidir con qué actitud vamos a vivir eso que nos pasa.

Será importante promover el humor y la risa durante toda la vida, ya que en ocasiones, esas ganas de bromear y jugar desaparecen con la edad, dando lugar a los reproches y enfados.

FUENTE: elperiodicodearagon.com

Claves para educar a hijos responsables, que serán más felices

¿Cómo podemos fomentar la responsabilidad en nuestros hijos? El psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia” y nos ofrece claves para construir esa responsabilidad día a día.

Por Educar es Todo

Seguramente cuando nuestros niños son pequeños y rebeldes desearíamos que fueran más obedientes. Pero si miramos más allá de esta primera infancia, nos daríamos cuenta de que no querríamos que nuestros hijos, el día de mañana, fueran sumisos, sino que tuvieran criterio propio y decidieran conociendo o anticipando las consecuencias de sus actos. En definitiva, seguramente querríamos que nuestros hijos fueran responsables. ¿Cómo podemos fomentar la responsabilidad en nuestros hijos? El psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia” y nos ofrece claves para construir esa responsabilidad día a día.

¿Por qué los hijos responsables son más felices?

Si pensamos en hijos a los que les damos todo hecho, que no tienen apenas responsabilidades ni decisiones que tomar, podríamos pensar que les estamos haciendo la vida más fácil y eso les haría felices. Incluso si pensamos en niños a los que les pedimos obediencia a nuestras normas podríamos pensar que también les estamos haciendo la vida más llevadera al dejarles bien claro qué tienen que hacer, cuándo, cómo…

Pero lo cierto es que nuestros hijos quieren ser protagonistas de su propia vida, sentirse capaces, útiles y competentes. Y que, en la medida en que se sienten capaces y protagonistas, tienen una autoestima más alta. Según Eva Millet, cuando nos resistimos al muy habitual gesto de coger a nuestros hijos “les estamos diciendo: tú puedes”. Por esa regla de tres, al no fomentar que nuestros hijos se responsabilicen de su vida les estamos diciendo: “tú no puedes”, “déjame a mí, que yo sé” o “no confío en ti”.

Lo que está claro es que los hijos responsables son capaces de tomar decisiones, de asumir riesgos y de reconocer sus propios errores. En definitiva, son más autónomos. Y, como nos dice Silvia Álava, experta que también participa en nuestra plataforma, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”.

Hijos que aprenden a tomar decisiones

Nos recuerda Antonio Ortuño que “la responsabilidad se construye de forma progresiva. A diario tenemos multitud de ocasiones para fomentarla”. Y se fomenta la responsabilidad, especialmente, dejando tomar decisiones. Porque lo cierto es que si pretendemos la obediencia (por ejemplo, que nuestro hijo nos haga caso y ordene su habitación) no dejamos al niño margen de decisión y, si no cumple lo que ordenamos, nos enfadaremos, estaremos desbordados emocionalmente… Esta escena tan típica, dice Antonio Ortuño, “es una oportunidad perdida para educar en la responsabilidad”.

¿Cómo podríamos dar la vuelta a esta situación? Podríamos dejar que nuestro hijo decidiera si recoge o no la habitación, pero controlando las consecuencias: si recoge puede ver la tele, si no recoge no podrá verla. Pero Antonio Ortuño deja muy claro que “las emociones deben ser las mismas, decida una cosa o la otra”.

Claves para educar hijos responsables

  1.  Dejar que nuestros hijos tomen decisiones y vivan las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si no ha cogido el almuerzo para el colegio por mucho que se lo hayamos recordado, fomenta más su responsabilidad dejar que viva la consecuencia natural de este olvido (no tiene almuerzo) que volver corriendo a casa a cogerlo y llevárselo al colegio.
  2.  Hablar de las consecuencias que pueden tener sus actos si no cumplen una norma. Por ejemplo, si en casa creemos que no pueden ver la tele hasta que ordenen el cuarto, deberíamos dejarlo claro, explicar esa norma y su consecuencia y dejar que experimenten la consecuencia si no cumplen dicha norma.
  3.  Conversar con nuestros hijos sobre sus responsabilidades y dejarles que se hagan cargo. Educar es extenuante y más aún si tenemos que hacernos cargo de una logística que nuestros hijos pueden asumir. Para liberarnos de tanto peso, podemos decir a nuestros hijos que se deben hacer cargo de preparar la mochila con los materiales y equipación que necesitan para su extraescolar, por ejemplo natación o hockey.
  4.  Permitir que resuelvan sus pequeños problemas, debatiendo con ellos sobre posibles consecuencias o repercusiones que anticipamos para apoyarles a tomar la decisión que ellos creen más acertada. Por ejemplo, si tienen una pelea con un amigo y no saben cómo actuar con el amigo al día siguiente, podríamos hablar con ellos de las posibles alternativas y apoyarles para que elijan la que más les satisfaga.
  5.  Entender que nuestro objetivo educativo ha de ser enseñarles a elegir bien y no obedecer, y menos aún en función de nuestro desborde emocional. Esta idea nos puede ayudar a rebajar la tensión (tal vez así entendamos sus retos como formas de aprender, no como afrentas personales) y a dejar de estar detrás de ellos, porque lo que queremos es que decidan ellos mismos.

FUENTE: El Periódico de Aragón

¿Cómo entendimos que sobreproteger es desproteger?

¿Cómo entendimos que sobreproteger es desproteger? os adjunto esta colaboración con el Periódico de Aragón

¿Por qué es importante respetar y fomentar que nuestros hijos sean autónomos? ¿Qué pasa si siempre les resolvemos sus problemas? Os lo contamos con una historia.

Nuestros expertos y expertas suelen estar de acuerdo: la sobreprotección es uno de los mayores errores en la educación de nuestros hijos e hijas hoy en día. Os contamos por qué como mejor sabemos hacerlo: con una historia, la de Marta y sus padres.

Marta es una niña de nueve años de temperamento muy intenso. Sus padres, Lola y Manuel, creen que todo le afecta demasiado y que eso es un problema. Cuando encuentra algún obstáculo se frustra de tal manera que, muchas veces, Lola y Manuel van corriendo a buscar la solución y servírsela en bandeja, ya sea preparar un examen con ayuda, resolver un conflicto con alguna amiga, recoger su habitación para encontrar un juguete sepultado en una montaña de caos… Manuel y Lola esperaban que con el tiempo su hija fuese más autónoma y pudiera ir superando sus retos, creían que su papel era ayudarla hasta que estuviera preparada. Hasta que un buen día se dieron cuenta de que tal vez su responsabilidad era prepararla para ser autónoma en lugar de poner parches para que no se frustrara.

Ese buen día, Marta tenía que preparar una exposición oral para el día siguiente. Lo había ido dejando, porque, claro, ya la ayudarían sus padres e iría más rápido, con una tarde bastaba. Pero justamente ese día sus padres estaban con muchísimo trabajo y no pudieron ayudarla. Como ella no les había comentado nada hasta ese día porque siempre parecían disponibles y dispuestos a ayudarla, no pudieron organizarse. Imaginaos qué frustrada se debió de sentir Marta, que se vio incapaz de investigar sobre curiosidades de las serpientes y protestó por la injusticia que suponía que sus padres no le prestaran la “ayuda” que ella siempre había recibido.

-Mamá, ¿no puedes entregar ese informe más tarde? Yo mañana tengo la exposición y no he empezado, no puedo hacerla sola – decía a su madre indignada.

– Pero Marta, ¿cómo se te ocurre dejarlo para el último momento? – contestaba Lola, muy nerviosa. – Yo esta tarde lo tengo imposible. No te puedo ayudar.

-¿Y tú, papá? ¡Venga, que solo necesito dos horas para tenerlo listo, como siempre! ¡Por favooooor!

-No, cariño, tengo una reunión muy importante ahora.

Los padres se sentían culpables por no poder sacar un hueco para ayudar a su hija, estaban muy nerviosos por el contratiempo y trataron de buscar una solución: tal vez si Manuel pidiera aplazar la reunión…, tal vez si Lola entregaba el informe un poco después y se acostaba a las mil… Tal vez así podrían encontrar un hueco, porque pobre Marta, no era capaz, no iba a saber hacerlo y tenían que ayudarla. Sabían que otros niños de la clase de Marta preparaban casi toda la presentación solos, pero es que Marta no parecía estar preparada…

En esas estaban, debatiendo cómo encajar el puzzle, cuando Lola pegó un brinco:

-Manuel, es que no puede ser. No podemos estar haciendo lo imposible para que Marta no se enfrente a sus retos. Me da mucha pena que se sienta tan incapaz y no quiero fomentarlo.

Cambiando totalmente de rumbo, los dos padres se sentaron con Marta y le dijeron:

-Cariño, sabemos que puedes organizar tú la presentación un poco y luego, cuando acabemos nuestro trabajo, podremos ayudarte a terminar. Confiamos en ti y sabemos que lo puedes hacer.

Marta al principio se enfadó mucho, le parecía muy injusto que le tocara hacerlo a ella sola. Pero al final vio cómo sus padres habían organizado las anteriores exposiciones orales, pensó un esquema y fue buscando información. Poco a poco se fue sintiendo más capaz y luego pudo rematar sin problemas la presentación con sus padres. Y tuvo que admitir que hacer la mayor parte de la presentación ella sola le había hecho sentir muy muy bien, porque como dijo Silvia Álava en una entrevista a Educar es Todo, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad,. Un niño seguro y autónomo es más probable que sea feliz. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”. Y Manuel y Lola se dieron cuenta de que, como decía Heike Freire en otra entrevista para Educar es Todo, “sin autonomía no hay autoestima. Si no fomentamos que los hijos hagan las cosas por sí mismos, no se sentirán capaces y no se valorarán”.

Cómo pasar de fomentar la sobreprotección a educar en la autonomía

Os ofrecemos aquí unas claves para dejar atrás la sobreprotección de nuestros hijos y fomentar su autonomía:

1.   Tengamos muy muy claro antes de empezar el proceso que la autonomía es la base de la autoestima de nuestros hijos. Y que de hecho nuestros hijos quieren ser autónomos (¿por qué, si no fuera así, repiten bien pequeños: “yo solito, yo solita”) y para avanzar en este camino lo mejor es escucharlos. Como dice Alberto Soler en una entrevista a Educar es Todo la clave para educar niños autónomos está en escucharlos: “Se trata más bien de dejarles a ellos guiarnos en cuáles son los pasos que necesitan dar, porque si les escuchamos, normalmente ellos nos lo van diciendo”

2.   Como casi todo, esto empieza con una preguntatal como nos contaba Noelia López-Cheda en una entrevista a Educar es Todo: “Hazte la pregunta de qué pueden hacer. Por ejemplo, ¿puede mi hijo pequeño meter el tenedor en el lavavajillas? Si la respuesta es sí, que lo haga”.

3.   Es importante transmitir un mensaje de confianza, de que lo pueden lograr. Como nos decía Noelia López-Cheda en su ponencia viral en un evento de Gestionando hijos: “El mensaje que quería transmitiros hoy es que confiéis en vuestros hijos, que confiemos en la Humanidad, en que lo van a poder hacer, que van a superar problemas. Pensemos que son seres humanos completos, que tienen los recursos para crecer”Alberto Soler, en otra ponencia del mismo proyecto, nos decía: “La confianza es la base para el crecimiento. Confiemos en la capacidad que ellos tienen a nivel físico, a nivel emocional, a nivel cognitivo… Porque si no lo que estamos haciendo es limitar su automía y bajar su autoestima”

4.   Dejemos de ver el error como un drama y empecemos a verlo como un motor de aprendizaje. Nuestros hijos se van a equivocar, como lo hacemos nosotros también. “Nos estamos olvidando de que cuando nuestros hijos prueban y fallan, aprenden“, resume Noelia López-Cheda.

FUENTE: El Periódico de Aragón