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La frustración de volver a la cuarentena por un positivo en el aula ¿Qué podemos hacer en estos casos?

La mayoría de los niños estaban encantados con la idea de volver al colegio, ver a sus amigos, jugar con ellos, poder estar en el aula con los profesores… incluso decían que entendían que había que llevar la mascarilla, no compartir los útiles escolares ni la comida…

Esa ilusión se ha visto truncada en los casos en los que los niños han tenido que volver a su casa por un positivo en el aula y guardar 14 días de cuarentena. ¿Qué puede ocurrir en estos casos?

  1. La ilusión por hacer un curso de forma presencial se rompe, estaban muy expectantes y dichas expectativas se han roto.
  2. En muchos casos surge la frustración. Se han roto los planes de vuelta al colegio, y sobre todo la idea de poder hacer un curso con normalidad.
  3. Pueden volver a aparecer miedos, inseguridad y ansiedad, que ya habían surgido en la cuarentena.
  4. A esto se suma la ansiedad de los padres, sus miedos, las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral… ver a sus padres tensos puede provocar miedo y angustia en los menores, porque interpretan la situación pensando: si mis padres están así es porque otra vez estamos en peligro.

¿Qué podemos hacer en estos casos? Pautas para seguir con los más pequeños.

  1. Anticiparnos, en la medida de lo posible, a la situación. Es decir, explicarles a los niños que, si uno de sus compañeros se contagia con coronavirus, que los más probable es que todos tengamos que estar 14 días en casa para saber si nos hemos contagiado y evitar trasmitir el virus. La explicación tiene que ser en términos que ellos entiendan, adaptando el lenguaje a su edad.
  2. No trasmitirles nuestro miedo. Dejar claro que su compañero se va a poner bien, que son 14 días en casa y que la situación pasará. Los adultos tenemos un montón de preocupaciones en al cabeza, no solo el miedo al contagio, sino la conciliación, como afecta a la economía. No es necesario hacer partícipe a los niños.
  3. Aceptar las emociones que esto nos provoca, tanto a los niños como a los adultos. Es normal sentir mucha frustración, porque los planes se trastocan, rabia, por tener que recolocar de nuevo nuestra vida, teletrabajo… tristeza, por no poder salir de casa… es necesario identificar nuestras emociones, para así poder trabajar con ellas, y sobre todo ayudar a los niños a que las identifiquen.
  4. Cuidado con las frases de “no pasa nada”, no llores, no te enfades, no es para tanto… Todas las emociones son lícitas, nadie debe ni puede cuestionar lo que sentimos. Y sin embargo, con los niños lo hacemos muy a menudo.
  5. Validar las emociones, tanto las propias, como sobre todo la de los niños. Incluso tendremos que ir más allá y decirles, lo que sientes se llama frustración, porque tenías muchas ganas de volver al colegio y de nuevo tenemos que estar 14 días en casa. O decirle, entiendo que estás enfadado, porque no quieres estar en casa, lo comprendo, a mí tampoco me apetece, pero es lo que nos toca hacer para evitar propagar el virus.
  6. Practica técnicas de regulación emocional en familia. No nos gusta la situación y sentimos emociones desagradables, pero seguro que podemos hacer cosas para sentirnos mejor. Por ejemplo, podemos pensar, ¿qué hicimos durante los meses de marzo a junio para estar mejor? podemos rescatar esos entretenimientos o proponer cosas nuevas que hacer.

El encierro alejado de mis hijos. Colaboración con El Diario Vasco

«Sus habituales gritos y peleas, sus constantes preguntas… son ahora un silencio artificial que asusta»

Por YOLANDA VEIGA 

Cada mañana, Alberto (48 años) se acerca a su casa y, desde la ventana, observa la nueva cotidianeidad que la cuarentena ha impuesto a los suyos: a su mujer y a sus hijos de 9 y 11 años. Un día a día extraño que lo es más porque él no está con ellos. El 14 de marzo, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, Alberto tomó una decisión difícil y generosa. Pasaría esos quince días que van ya para mes y medio fuera de casa. Por dos razones poderosas. La primera, que su mujer sufre de asma y bronquitis aguda, de manera que pertenece al colectivo de población de riesgo y entrar y salir todos los días, como le obliga su trabajo, implica un riesgo al que no quiere exponer a nadie más que a él mismo. La segunda, que trabaja en un centro de acogida a personas en situación de vulnerabilidad en el País Vasco y allí se necesita personal día y noche. «Entre la plantilla había miedo y uno tiene que dar ejemplo para estar legitimado a la hora de pedir implicación al resto». El peaje de su ejemplo: lleva cinco semanas sin poder abrazar a sus hijos. 

Es uno de tantos padres o madres que, por razones laborales, de enfermedad o por estar divorciados e interrumpir las visitas, están pasando el confinamiento alejados de los pequeños. Lo que se traduce en «un estrés que afecta a la salud emocional», advierte Guillermo Fouce, presidente de Psicología sin Fronteras. «Estar lejos de los hijos afecta, sin duda. No poder tocarles, abrazarles… Es difícil, nadie nos ha entrenado para esto».

Alberto acorta esa distancia asomándose cada mañana a la ventana de su casa un ratito: «Hablo con ellos, les animo a hacer las tareas escolares, les digo que lean… Les veo pero no les puedo abrazar, estamos separados por una barrera invisible». Y cinco semanas «no son dos, como al principio». Es un tiempo más que suficiente para hacer mella en el estado anímico, si es que el físico aguanta y uno no ha enfermado, claro. «Estamos acostumbrados a estar con nuestros hijos a diario, especialmente si son muy pequeños, así que ahora esos padres se encuentran en una situación del todo ilógica. Una situación vital estresante que se puede traducir en ansiedad, desesperación e incluso ira o no aceptación. Y que puede llevar a un aislamiento todavía mayor, a decir: ‘Voy a tratar de dormir todo el rato porque no tengo ganas de nada y quizá así pase el tiempo más rápido’. Eso lo agrava todavía más», advierte Fouce.

Alberto tiene tanto que hacer en el centro de acogida que apenas le da tiempo para pensar. Pero en el momento en que cesa la actividad… «Cuando estoy solo siento que falta algo. Esos gritos, esas peleas, esas preguntas constantes que en una situación normalizada terminan por sacarte de quicio son ahora un silencio tan artificial que asusta», reconoce.

Le entiende sin conocerle Raquel (42 años), fisioterapeuta en el Hospital de Getafe, que está pasando por una situación francamente dramática. Se infectó de coronavirus después de que su madre diera ‘positivo’ tras someterse a principios de marzo a una operación de columna. «El jueves 12 de marzo mi madre ingresó en UCI muy grave. Estoy separada y los jueves mis hijas, de 14 y casi 10 años, están con su padre. Le pedí a mi expareja que se quedara con ellas esa noche, pero al día siguiente empecé yo con fiebre, lo que me obligó a hacer la cuarentena aislada y a que mis niñas se quedaran con su padre por una cuestión de prevención».

Han estado veinte días separadas, casi tres semanas angustiosas. «Ha sido muy duro. Mi madre falleció y lo peor ha sido tener que darles la noticia por una videollamada para evitar que la mayor se enterara de algo tan duro por el mensaje de condolencia de cualquier conocido. Ha sido terrible no poder arropar, acompañar, contener su dolor ni compartir el mío propio…». Ahora están juntas y las tres intentan «elaborar este duelo ambiguo y sin duda postpuesto».

«Darle un sentido»

Tanto en el caso de Alberto como en el de Raquel la separación de sus hijos e hijas ha sido una elección personal, lo que le ha dado «un sentido» que es la clave. «Si el padre o la madre que no puede estar estas semanas con los hijos le da un sentido a esa distancia, lo va a llevar mejor. Y darle sentido es darse cuenta de que, si uno está enfermo, puede contagiarles. De manera que con esa distancia le estás protegiendo. En ese caso es algo fácil de asumir».

Pero hace falta algo más para aliviar esa distancia que se antoja abismal. Y eso lo están consiguiendo las videollamadas, sustitutas de los abrazos. «Es lo que te permite reconectar con tu vida de antes. Lo que te da energía para afrontar otro día separado de ellos. De hecho, muchos de esos padres o madres que están solos planifican su rutina en torno a esa llamada de la tarde que les va a permitir hablar y ver a los niños. Y está bien que sea así», indica Guillermo Fouce.

Por el adulto, y también por el niño o la niña: «Tienen que saber que su padre o su madre están bien y que no les han abandonado, que no se han ido a ningún lado sin despedirse. La recomendación es hacer las videollamadas que se puedan, porque solucionan mucho. O, aunque se haga una sola al día, que los niños sepan que en cualquier momento pueden ver a sus padres, aunque sea a través de la pantalla del teléfono», orienta Silvia Álava, directora del área infantil del gabinete Álava Reyes de Madrid. Alberto hace la videollamada al atardecer: «Me gusta saber de su día a día, de sus preocupaciones, que aunque sean niños también las tienen. Nos deseamos buenas noches y nos mandamos besos virtuales».

Eso sí, con que los niños entiendan que hay un razón para que el padre o la madre no estén, basta. «No hay que darles más información de la que necesitan. Y necesitan menos de la que los adultos pensamos. Conviene no mentir, no le vas a decir a la niña que papá se ha marchado de vacaciones porque lo va a sentir como un abandono, pero si está ingresado en el hospital no les tenemos que transmitir nuestra preocupaciones, que bastante cara larga nos van a ver».

–¿Llega a entender un niño por qué su padre no está?

–Depende de la edad. Si son muy pequeños, no van a entender que papá tiene un virus. A partir de los 6 años ya hay más madurez y pueden entenderlo, pero les va a costar, porque es una situación artificial y porque el vínculo de los niños pequeños con sus padres suele ser muy estrecho y muy físico. Cuando se trata de mayores, el vínculo es más de conversación. Y pueden entender que el padre o la madre falte durante dos meses, sí. Otra cosa es que sean capaces de digerirlo a nivel emocional, porque es algo muy gordo –advierte Silvia Álava.

Los hijos de Alberto entienden que su padre tiene un trabajo que le obliga a estar separados por el bien de todos. Pero no ven la hora de volver a estar juntos…

–¿Qué harás el día que puedas reencontrarte con ellos?

–No tengo ganas de hacer nada especial, porque cualquier cosa cotidiana me parecerá increíble. Si algo nos ha demostrado este maldito virus es que el día a día está lleno de momentos maravillosos. Poder llevarles a hacer deporte, jugar con ellos, pasear por la playa, subir al monte, meterlos a la cama y dormirlos inventando una historia… Lo habitual, precisamente lo que me falta en estos momentos.

Y los niños, ¿cómo se sienten?

Si el padre/madre está en el hospital: «La emoción del niño va a ser la tristeza. Como no le puede ver ni siquiera a través de una videollamada en muchos casos, se va a preguntar dónde está su padre o su madre. Va a echarle de menos e incluso le puede asaltar un sentimiento de enfado porque no se ha despedido», explica Silvia Álava, directora del área infantil del gabinete psicológico madrileño Álava Reyes.

Si está en casa pero aislado en una habitación:«El contacto basado en hablarse a través de la pared, de una habitación a otra, genera en el menor un sentimiento de frustración. Y en el adulto, una tristeza infinita».

Si están separados y el padre o la madre están en otra casa:«El niño puede sentir preocupación por no verle durante tantos días, y rabia porque no entiende por qué no le puede abrazar».

FUENTE: El Diario Vasco

Diez consejos para llevar la cuarentena con niños de la mejor forma posible. Colaboración con BBVA

Por Teresa Andrés Blanco (BBVA Creative)

España nunca había vivido una situación de confinamiento como la actual en la que el país, prácticamente al completo, permanece recluido en casa para frenar el contagio por coronavirus. El mantener una rutina diaria, establecer prioridades o plantear esta situación como un reto, ayudarán a hacer más llevaderos estos días en familia. Sobre todo si este periodo se comparte con los más pequeños. Escuchar audio

Aún no se sabe cuánto durará el estado de alarma en España decretado por el Gobierno para frenar al COVID-19. Tampoco existe evidencia científica sobre cómo puede afectar a los más pequeños. No obstante los psicólogos como Silvia Álava, coordinadora además del curso  ‘Hechos de emociones’ del programa educativo de BBVA ‘Aprendemos juntos’, son conscientes de que “el aislamiento puede tener consecuencias negativas para la salud mental tanto de los adultos como de los niños”.

Por este motivo, organizar el día a día para llevar de la mejor manera posible esta situación excepcional es clave. Y el tándem padres e hijos durante el tiempo que dure la cuarentena esencial. Esta psicóloga y especialista en infancia y adolescencia aconseja a las familias tener en cuenta varias recomendaciones.

Decálogo para los días del confinamiento

  1. Mantener los horarios. Poner el despertador e irse a la cama a la hora habitual ayudará a mantener el ritmo  y vivir la situación con menos ansiedad. No alterar el ritmo de sueño y vigilia será fundamental en estas fechas.
  2. Marcar una tabla con rutinas. A los niños les da mucha seguridad saber qué es lo que toca y lo que va a hacer en cada momento. Es recomendable elaborar un calendario con las actividades y que ellos lo coloreen y dibujen para después situarlo en un lugar visible para todos.
  3. Primero las obligaciones y luego el ocio. Tras el desayuno hay que dar paso a los deberes mientras los padres trabajan. Una vez realizada esta primera tarea se dará paso al ocio.
  4. Intentar que se muevan y hagan deporte. Si bien es cierto que no es posible hacer deporte al aire libre, se pueden hacer divertidas rutinas en casa con los niños a través de internet.
  5. Cuidar la alimentación. Es muy aconsejable mantener los horarios de las comidas, igual que en el periodo escolar, y evitar los atracones innecesarios a la nevera.
  6. Poner límite al uso de las pantallas. En el tiempo de ocio es importante no alargar  las horas frente al televisor. Establecer unos tiempos máximos diarios para aprovechar el resto para jugar con juguetes tradicionales o juegos de mesa, por ejemplo.
  7. Plantear la situación como un reto. Esta situación hará que las personas sean más resilientes y toleren mejor la frustración.
  8. Paciencia. A los más pequeños habrá que repetirles cada día que no es posible salir de casa y que papá y mamá están trabajando en casa, que no son vacaciones.
  9. Dejar un espacio para hablar de las emociones. Qué cada miembro de la familia exprese cómo se siente. Una buena idea puede ser hacer un diario emocional o dibujar con los más pequeños cómo se sienten cada día.
  10. Confianza. Confiar en uno mismo y pensar que se está haciendo lo correcto es muy importante. De esta forma y cuando los hijos crezcan recordarán con cariño todo lo que sus padres hicieron por ellos en esta situación.

Cómo gestionar las emociones desde casa

El programa educativo de BBVA ‘Aprendemos juntos’ puede ser una buena opción para continuar con el aprendizaje durante los días de cuarentena. Además del eje divulgativo a través de las piezas audiovisuales, este proyecto tiene una parte formativa centrada en las aulas y en las familias.

BBVA ofrece cursos  ‘online’ gratuitos para que las escuelas y las familias, de forma divertida, ayuden a los alumnos y los hijos a desarrollar capacidades que les permitirán un mejor desarrollo profesional y poder enfrentarse de manera eficaz a situaciones del día a día necesarias en el S.XXI. Identificar y gestionar las emocioneshablar en público o gestionar los conflictos son algunos de los retos para empezar a desarrollar desde casa.

FUENTE: BBVA

¿Qué efecto nos van a hacer otros 15 días en casa? Colaboración con El Diario Montañés

¿Cuál va a ser el tramo más duro?, ¿a quién le va a costar más el encierro? Cuatro psicólogos nos orientan

Por Yolanda Veiga / Foto Laura Rico

Nos ha pasado como en el juego, que cuando veíamos que ya habíamos avanzado un buen trecho, nos mandan de regreso a la casilla de la salida. Esa es un poco la sensación que tenemos desde que el domingo supimos que los quince días de encierro serán un mes. De momento… Si dos semanas de teletrabajo (eso quien tiene la suerte de no haberse ido al paro) ya eran difíciles, échele el doble. Un mes sin pisar la calle, sin abrazar a nuestros mayores, un mes de niños jugando solos en casa… Cuatro psicólogos nos ofrecen herramientas para hacer más llevadero el confinamiento y advierten: «Un mes es un periodo corto de tiempo».La incertidumbre de hasta cuándo ¿Cuáles serán los días más complicados?

«Lo más difícil de abordar en estos momentos es, posiblemente, la incertidumbre. Saber hasta cuándo tendremos que estar en esta situación… Si uno sabe que son quince días, aunque estos se amplíen, se puede entender. Pero si la situación se vuelve inestable o no sabemos su evolución será más difícil de aceptar. En un periodo corto de tiempo como un mes probablemente los días más complicados del confinamiento son los intermedios. Ahí tendremos momentos de bajón», advierte Guillermo Fouce, presidente de Psicología Sin Fronteras.Los niños ¿Videoconfrencias como alternativa al parque?

«A todos se nos va a hacer larga esta ampliación del encierro, pero los niños se van a adaptar con mas facilidad que los adultos. Nuestra obligación es transmitirles calma y serenidad y hacerles ver que el confinamiento es un reto de todos. Si ven que tenemos tiempo para ellos lo van a llevar mucho mejor. Sobre los amigos… Nadie va a perder a un amigo por estar un mes sin verlo, pensemos si no en los amigos que solo vemos en verano porque viven en otra ciudad. Eso sí, vamos a ser razonables con las videoconferencias porque a veces las están forzando los padres, se las estamos imponiendo. ‘Ale, videoconferencia con todos los niños de la clase. Y cada chaval a su bola…’. Solo hay que llamar a los amigos cuando el niño o la niña lo diga y a quién ellos digan, no a quien quieran sus padres», advierte Silvia Álava, directora del área Infantil de Psicología Álava Reyes (Madrid).Las clases ¿Qué efecto tiene un mes de deberes ‘online’?

«El alumnado puede seguir trabajando ‘online’ sin que eso suponga que van a perder la rutina de trabajo. Otra cosa es pretender que a lo largo de este mes van a avanzar igual que si hubieran estado en clases presenciales», anticipa la psicóloga Silvia Álava. Los mayores Cómo acercarnos estando lejos

«En su caso la situación se complica porque no suelen sentirse a gusto con a tecnología, a algunos les cuesta y a otros les genera desconfianza. Nos tenemos que adaptar a ellos, intentar enseñarles a usar lo mejor posible la videollamada para que nos sigan viendo y podamos ver cómo están, pero si no es posible tenemos también las llamadas de teléfono, con las que pueden sentirse acompañados. Una vía que les ayuda a sentirse importantes es recibir fotos con dibujos que los nietos o audios en los que les cuentan lo que están haciendo durante el día…», Dafne Cataluña, fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva.Psicología Positiva ¿Un par de herramientas para ‘aligerar’ el encierro?

«Las dos pautas son: en primer lugar, ser más flexibles que nunca con nosotros mismos y con los demás, porque una mente abierta nos permitirá adaptarnos mejor a nuestros errores y a los de los demás, de forma que juzguemos menos y aceptemos más. La segunda pauta consiste en priorizar el cariño, cuidar las palabras que elegimos y el tono con el que las transmitimos para sentirnos mejor nosotros y las personas que nos rodean», aconseja Dafne Cataluña.Los más vulnerables ¿Las personas solas lo van a pasar peor?

«Una persona que vive sola pero que cada tarde queda por videoconferencia para hablar con alguien lo vivirá con menos soledad que una pareja que esté toda la cuarentena sin hablar con nadie. Las relaciones son una fuente de satisfacción en la vida, por eso ahora es importante comprometernos con espacios en los que comunicarnos por videoconferencia. Y digo por videoconferencia, y no por teléfono porque no suscita la misma emoción una llamada de voz que una imagen. Si podemos, optemos por la videollamada. Si alguien está sólo y siente que le afecta puede utilizar la radio, los podcast… Una paciente me contaba que todas las mañanas hablaba durante casi una hora con su hermana antes de la cuarentena. Por supuesto no hay mucha novedad en la información de sus conversaciones. Lo que hay es compañía, es presencia», relata la psicóloga Dafne Cataluña. Deporte ¿Cómo no caer en la tentación de tirarse en el sofá?

«Por una cuestión de salud física, psicológica e inmunológica. El cerebro tiende a economizar energía por una cuestión de supervivencia. Así que lanzará señales o mensajes para que ‘no hagas’. Hay que luchar contra ello. Hay que hacer actividad física en la terraza o jardín y que te dé un poco el aire. Si no, dentro de casa, en un lugar con espacio, luz, buena temperatura y ventilado. Que sea el mismo lugar semanalmente, y si se puede, variar uno o dos días a la semana para romper la monotonía. Establecer rutinas semanales con días y horarios, preferiblemente por la tarde, sobre las 18.00 horas. Tener una tabla semanal, hacerla acompañado y con música que nos motive. En la mayoría de los casos, el objetivo de la actividad física no es reducir la ansiedad y el estrés, dado que el ejercicio físico será de intensidad baja. Lo que se busca es estar activo y desconectar», explica Alejo García-Naveira, psicólogo del deporte y Experto en estrategias psicológicas para el alto rendimiento y salud.Nuevas rutinas ¿Qué podemos incorporar como hábito?

«Al margen de lo obvio de hacer deporte, descansar y alimentarse bien, es aconsejable ver series de humor o empezar a hacer meditación. Y las de siempre: leer, escuchar música», enumera Alejo García-Naveira.¿Y si se alarga? ¿Hay un ‘techo’ de días para aguantar?

«No lo sabemos porque es una situación desconocida. De lo único de lo que tenemos certeza es de que es una carrera de fondo, aunque si se alargara más allá del mes previsiblemente se produciría un efecto complejo de cansancio o saturación. Un efecto que será mayor o menor en función de lo que hagamos: si mantenemos ciertas rutinas o no, si nos aislamos o no, si vivimos solos o no… Si pensamos que podemos recuperar nuestra vida anterior la cosa será más fácil. Y luego vienen los cambios añadidos que pueden aparecer y complicar las cosas: si nos despiden o reducimos ingresos, si empeora nuestra relación de pareja porque la convivencia agrava los elementos negativos, si enfermamos o tenemos a alguien cercano enfermo, si sufrimos un transtormo mental que se agrave…», explica el psicólogo social Guillermo Fouce.

FUENTE: Diario Montañés

No llevo bien la cuarentena ¿Soy rar@?

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