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2022, año III de la era COVID: las «mutaciones» de una sociedad «cansada del cansancio». Colaboración con RTVE​

Cambia el calendario sin poder pasar página respecto a la pandemia mientras la fatiga colectiva se sigue «cronificando» 

Varios expertos analizan cómo han cambiado los estados de ánimo, las preocupaciones y la forma de afrontar la realidad

Por JESSICA MARTÍN

No solo es el COVID lo que muta.

También mutan las sensaciones, las emociones, las preocupaciones y los estados de ánimo que genera su existencia, mientras la pandemia se sigue prolongando en el tiempo: del miedo al agotamiento, del agotamiento a la frustración, de la frustración al hartazgo y del hartazgo, parece, a la extenuación colectiva.

Cada estado habrá tenido, a su vez, diferentes variantes en función de la experiencia individual y, aunque la vacuna haya regado el 2021 de esperanza, lo cierto es que el año ha terminado sin que reine la calma. Las olas ya se cuentan con las dos manos y, lejos de estrenar el calendario de 2022 con el cielo despejado, la lluvia de contagios navideños desatada por ómicron podría cogernos nuevamente con el paraguas sanitario agujereado.

«La gente está muy cansada de todo esto. Parecía que nos habíamos acercado a la realidad anterior a la pandemia y volvemos a los contagios, las medidas, las clases de los ‘peques’ confinadas, la preocupación, las cuarentenas… En las familias hay mucho desconcierto. Llevamos casi dos años viviendo así y, aunque todos hemos pasado por distintas fases partiendo del miedo del principio, la sensación más extendida ahora mismo es la de hartazgo por no saber hasta cuándo estaremos así», resume la psicóloga Alejandra García Pueyo, especializada en terapia familiar.

La sexta ola se percibe como «un retroceso a la casilla de salida»

Esa percepción sobre el desasosiego generalizado la comparte también Alberto del Campo Tejedor, antropólogo e investigador de la Universidad Pablo de Olavide:

«Teníamos una enorme fe en el Estado, que siempre nos protege, y en la ciencia, pero esa fe se va minando cuando va pasando el tiempo. Nos estamos dando cuenta ahora de que llevamos casi dos años y la ciencia, el Estado, el dinero, el capital, no son capaces de controlar todas las contingencias. Esto, que es algo natural, parece que lo habíamos obviado (…) Vivimos en la sociedad de la inmediatez y de la impaciencia, y esa mirada la trasvasamos a otros ámbitos; requerimos soluciones inmediatas para todo y no tenerlas esta vez ha propiciado que la sociedad esté muy frustrada con la espera«, señala.

Silvia Álava, psicóloga sanitaria y educativa, cree que esa frustración y esa fatiga se están «cronificando» en la sociedad y afirma que muchas personas están percibiendo la sexta ola como «un retroceso a la casilla de salida», aunque sepan que ha habido una mejoría respecto al año anterior por la vacunación y por el descenso de muertes: «Las Navidades han sido una puntillita más. Nos habíamos imaginado una Navidad distinta a la del año pasado y otra vez nos dan un mazazo que genera más frustración y que se suma al agotamiento ya acumulado». 

Los continuos vaivenes, unidos a la incertidumbre que provoca el «no ver la luz al final del túnel», añade Álava, «terminan pasando factura cuando no se tienen herramientas para gestionar las emociones». Por eso es tan importante, dice, que este 2022 se siga poniendo el foco en la salud mental y que se normalice entre la sociedad el pedir ayuda psicológica o psiquiátrica cuando sea necesario.

 Los datos de la salud mental en España, la pandemia detrás de la pandemia

Un «estado de preocupación» más «heterogéneo»

Del Campo, también editor del libro La vida cotidiana en tiempos de COVID. Una antropología de la pandemia, en el que participan diferentes investigadores, afirma que ha notado algunos cambios en la sociedad respecto al inicio de 2021, que fue justo cuando se publicó ese trabajo.

En primer lugar hay, explica, un «estado de preocupación» más «heterogéneo». Es decir, ya no solo hay «miedo a morir o a no poder pagar el préstamo de un bar», también hay preocupación en numerosos padres por cómo está repercutiendo la privación social en la salud mental de sus hijos adolescentes o por cómo puede perjudicar la situación al desarrollo de los niños.

«En muchos niños pequeñitos que han nacido o que viven sus primeros años en plena pandemia yo noto un aumento de timidez, más dificultad en la gestión de emociones y en el desarrollo del lenguaje. Para ellos todo está siendo diferente. Antes los niños veían a sus profesores gesticular o reirse y ahora no se pueden relacionar igual (…) Y empezamos el año otra vez con más preocupación entre los adultos y con posibles medidas en las aulas. Estos cambios también les confunden a ellos, que tienen que seguir jugando y relacionándose», apunta al respecto García Pueyo.

En la población joven lo que hay, dicen los especialistas, es mucha apatía, desmotivación y ansiedad, estados que conviene frenar cuanto antes y que podrían seguir ganando terreno si se siguen anunciando restricciones generales sin tener en cuenta cómo influyen en las diferentes etapas vitales.

La pandemia empieza a verse como un problema «a medio plazo»

Por otro lado, Del Campo apunta que es ahora cuando se empieza a afrontar la pandemia como «algo más a medio plazo» y no como un problema que tiene un final próximo. «La mayoria de las personas hace un año nos decían ‘no nos preocupemos, tenemos ya una vacuna’, y consideraban que esto no duraría más de un año. Cuando han visto que va para largo están empezando a meditar si es razonable, por ejemplo, tener a una abuela de 90 años encerrada durante tres años o lo que dure esto (…) Esta dimensión temporal se está introduciendo en las reflexiones, hay un cambio», cuenta el antropólogo, quien incide en varias ocasiones en la importancia de que la ciudadanía cuente con «válvulas de escape» para evitar males mayores.

Esto último lo ejemplifica de múltiples formas, recurriendo a varios acontecimientos históricos que demuestran, dice, que una sociedad «en depresión colectiva» es «el caldo de cultivo perfecto» para que germinen la pesadumbre y la apatía, y para que esto derive en algo mucho peor: «el odio y la simplificación».

«Lo hemos empezado a ver ya. Tendemos a culpabilizar muy fácilmente al otro y han aparecido discursos demagógicos simplistas. Estamos muy frustrados por no poder culpar a alguien y tenemos poca tolerancia frente a la incertidumbre (…) A la sociedad nos ha cogido esto muy poco preparada y es ahora, a medio plazo, cuando vemos que nos ha ocurrido algo que no era previsible. No teníamos entrenamiento con el miedo, el dolor y el sufrimiento porque la última guerra grande que vivimos pasó hace muchos años. La mayoría de personas que están vivas no habían experimentado un miedo colectivo ni un sufrimiento así de una manera tan directa», añade el investigador.

España es el país donde más crece la preocupación por la salud mental, según un estudio

Seguir viviendo al día, el único modo de encarar el nuevo año

Pero, ¿qué hacer como individuo cuando uno se siente frustrado o, “simplemente, cansado del cansancio”, como dice el verso de Oliverio Girondo? ¿Cómo afrontar un nuevo año que llega precedido de otras Navidades duras y en el que, al menos al comienzo, será imposible deshacerse de todo el ruido pandémico que enturbia lo cotidiano?

Las dos psicólogas coinciden en recetar la misma pauta: seguir viviendo al día. «Tenemos que vivir, con medidas, pero tenemos que vivir, y hay que mirar por nuestro bienestar. Aunque no nos guste, toca asumir que esta es la situación que tenemos y solo queda centrarnos en el presente», dice García Pueyo. Esto no significa, precisa, que haya que dejar de ilusionarse con planes futuros, pero es muy importante «tener cuidado con las expectativas» y mantener «los pies en la tierra», dado que el mundo sigue atravesando un periodo muy incierto. 

Álava habla de «aceptación» —que no es lo mismo que «resignación»— y sugiere poner el foco en «la pequeña parcela que sí depende de nosotros»

«Se trata de dejar de luchar contra una situación que no depende de mí y que no puedo controlar. Es decir, acepto que, aunque no me gusten, las cosas son así, y aprendo tanto a regular las emociones que son desagradables como a propiciar las agradables», dice Álava, que propone realizar un ejercicio: «Podemos echar la vista atrás y ver qué cosas concretas hemos hecho para superar esta situación que en otro momento nos ayudaron a sentirnos bien».

La fatiga pandémica se extiende entre la sociedad: consejos para frenarla

Dos retos: entrenar la paciencia y celebrar lo cotidiano

Del Campo cree que esta sociedad de lo inmediato necesita «aprender a ser un poco paciente», lo cual no significa ni ser «benevolentes con la Administración» ni dejar de ser «críticos», sino entender que no siempre hay soluciones rápidas para todos los problemas. Mantener la serenidad colectiva, «naturalizar» los cambios anímicos y ser conscientes de la propia «vulnerabilidad», cree, ayudará a afrontar mejor lo que ocurre.

El antropólogo también hace un llamamiento a seguir protegiéndose en este arranque de año sin optar por la rigidez absoluta. Verse con amigos o familiares, aunque los encuentros estén elegidos «estratégicamente», es fundamental, dice, para no caer en la desazón: «Están bien las arengas de que esto es una guerra, pero no somos soldados. Somos gente social y no es una frivolidad querer estar en contacto con otros, es una necesidad para hacer más digerible la pandemia, máxime cuando puede durar mucho».

Para afirmarlo vuelve a recurrir a la historia porque enseña que, incluso en mitad de una verdadera batalla, la Primera Guerra Mundial, hubo necesidad de disponer de un respiro, el acordado en la famosa Tregua de Navidad

“No somos soldados. Somos gente social, y no es una frivolidad querer estar en contacto con otros“

Álava concluye con otra propuesta más: «Lo que nos ha demostrado este virus es que no podemos dar nada por sentado porque todo puede cambiar de repente. ¿Por qué no celebramos cada día que estemos bien como si fuera Navidad? Es decir, cada vez que podamos disfrutar de un café con un amigo o de una reunión familiar, celebrémoslo». 

Sería como poner en práctica una nueva versión del famoso «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy», cambiándolo por un «no dejes de disfrutar de las personas hoy, pensando que las tendrás mañana», y se podría confirmar que los refranes, como el COVID, como las emociones y como los estados de ánimo, también pueden mutar. 

FUENTE: WWW.RTVE.ES

¿Cómo actuar en reuniones navideñas con cuñados antivacunas?

“Hacer test” y “evitar hablar del tema”

El aumento de la incidencia está generando una gran incertidumbre ante la llegada de las Navidades, momento de reuniones y celebraciones entre familiares y amigos. Esta preocupación puede agravarse en el caso de que uno de los invitados no esté vacunado. En estas situaciones hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones, como la realización de pruebas diagnósticas.

Actualmente, la única recomendación oficial del Ministerio de Sanidad de cara a Navidad ha sido la de reducir “el número de participantes en eventos públicos y sociales”. No obstante, el aumento de los contagios está generando cierta preocupación entre la población, especialmente para quienes coincidan con personas que hayan decidido no vacunarse. En estos casos, desde un punto de vista médico, “lo más seguro es no celebrar esa cena”. Sin embargo, desde el punto de vista psicológico, se debe hacer un balance del afecto que se tiene a la persona no vacunada, y del riesgo que de está dispuesto a asumir.

Las medidas que siempre deben adoptarse en estas celebraciones son el uso de mascarilla, la distancia de seguridad y la ventilación de los espacios cerrados. En el caso de que asista alguien que no ha recibido la vacuna, Juan Antonio Pineda, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología explica que “lo más seguro sería no tener esa cena. Y en caso de celebrar el evento “habría que exigir una prueba diagnóstica a la persona que no se ha querido vacunar, hecha ese mismo día. Y tendría que ser una PCR, no un antígeno”.

El epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá, Pedro Gullón cree que “no hay que mantener una actitud especialmente diferente” con los no vacunados. “Pero en todo caso hay que mantener medidas de seguridad como intentar no juntarse con mucha gente, que las reuniones sean en lugares abiertos y mantener la mascarilla.” Además, explica que “vacunarse no significa que todo se haya acabado. Reduce mucho el riesgo, pero no acaba todo”.

Desde el lado de la psicología, la doctora Silvia Álava, insiste en que “todos tenemos derecho a decidir. Todas las decisiones deben ser respetadas”. Tanto si alguien se vacuna o no, como si no se quiere invitar a algún no vacunado. En estas situaciones, la psicóloga explica, “¿Qué te importa más: la vacuna o la persona? Si no nos compensa, no hay que tomar el riesgo. Se trata de pasar un rato agradable”. Además, Álava da un consejo: “Con las personas que no creen en la ciencia y tienen posiciones extremistas, como los negacionistas, es difícil dialogar. Intenta no sacar el tema y no convencerles de que se vacunen si quieres tener una velada tranquila”.

FUENTE: lacronicadesalamanca.com

‘El síndrome de la cara vacía’… o el miedo a quitarse la mascarilla

«Hay que ir tomando control y confianza poco a poco, sin forzar» 

Le llaman «El síndrome de la cara vacía’» o el estrés de los que no quieren quitarse la mascarilla por salud o estética. A una semana del fin de la obligatoriedad de las mascarillas en espacios exteriores, el temor de muchas personas a dar este ambicioso paso no deja de crecer.

Haz click en la imagen para ver la noticia:

Son muchos los expertos que han pedido prudencia a la población de cara a las semanas venideras. Ni la pandemia ha terminado ni podemos pasar del cero al infinito en cuestión de días y abandonar todas las precauciones adoptadas durante meses.

Además del temor a la enfermedad o a los contagios, para otras personas el horizonte de una «cara vacía» sin mascarilla también les produce miedo, acentúa complejos o dispara las dudas sobre la estética personal. Han sido muchos meses sin mostrarnos como realmente somos.

Silvia Álava, psicóloga: «Poco a poco, sin forzar»

«Hay mucha gente que tiene todavía miedo», asegura la psicóloga Silvia Álava en 120 Minutos. Asegura que a muchas personas les va a costar un poco más, por el miedo que tienen a contagiarse. Por ello pide que no se fuercen las situaciones y se vaya «poco a poco», cada uno a su ritmo.

Su consejo es ir abandonando la mascarilla, y cogiendo confianza y control de manera paulatina. Esa sensación de control nos ayudará a realizar de forma cómoda la transición. Y apunta a un paseo por la sierra, por ejemplo, como uno de los primeros capítulos de la fase de la liberación de la mascarilla. Poco a poco, podremos hacerlo en otros espacios abiertos.

FUENTE: Telemadrid

¿Cómo conseguir que la pandemia por Covid-19 no se convierta en un trauma ni para ti ni para tus hijos?

A fecha de hoy, ya tenemos estudios que nos confirman que el confinamiento y las restricciones provocadas por la pandemia por la Covid-19 afectan a la salud de mental de todos: niños, niñas, adolescentes y adultos.

Nosotros como adultos podemos haber desarrollado algunas estrategias para combatirlo y sobrellevarlo lo mejor posible. Sin embargo, los niños y las niñas todavía no han adquirido esas estrategias de regulación emocional y necesitan que seamos nosotros, sus personas de referencia, quienes les ayudemos en este proceso, y de esa forma, permitamos que puedan regular las emociones desagradables que aparecen.

¿Qué podemos hacer para conseguirlo?

  1. Evitar que la situación quede procesada como un trauma. Una situación traumática no tiene porque ser exclusivamente un accidente, una catástrofe natural… sino cualquier situación que nos haya provocado emociones tan potentes, que no hayamos sido capaces de digerir y de procesar. Cuando somos capaces de verbalizar lo que estamos sintiendo, por ejemplo, tengo miedo a contagiarme, estoy estresada ante esta situación porque siento que no llego a todo, estoy triste porque he perdido a un familiar… nuestro cerebro guarda esta información en nuestra «memoria episódica». Sin embargo, cuando la emoción no se expresa, se queda atrapada en el «sistema límbico» a modo de trauma. Por eso es tan importante que expresemos lo que estamos sintiendo, tanto nosotros, los adultos, como los niños, por eso es importante que invitemos a los pequeños a que lo hagan.
  • No se trata de autoengañarnos y decir que todo es fantástico y que no ocurre nada, sino de ser conscientes de cómo nos sentimos y poder verbalizarlo.
  • Siendo realista, estoy triste, enfado, frustrada, porque no me gusta no poder ver a mis familiares, no poder trabajar como antes… pero sin dramatizar con ideas catastróficas del tipo “es horrible” o “no puedo con esto”.
  • Ventilar las emociones no implica rumiar junto a otro, sino expresar cómo nos sentimos desde la consciencia
  • Ese el primer paso para la aceptación. No me gusta, no es lo que hubiese elegido, pero lo acepto, eso significa que no pierdo fuerza ni energía en luchar contra algo que no depende de mí, sino en hacer cosas que me ayuden a estar mejor.

No se trata de cambiar la situación, porque eso es algo que no está en nuestras manos, sino de contar con técnicas y herramientas que nos ayuden a sobrellevarlo de la mejor forma posible.

#Vídeo Emociones en tiempos de Covid 19. Redes sociales y autoestima.

¿Creéis que las redes sociales afectan a la autoestima? Cuando ves un buen número de “likes” en tus publicaciones, ¿no te da un pequeño subidón? Y por el contrario, cuando ves que una foto, una frase, no tiene apenas “me gusta”, ¿te pones un poco triste?

Si te ocurre, esto, no es nada malo, significa que tienes emociones, y que te importa lo que los demás piensen de ti. El problema surge cuando nos importa en exceso, queremos gustar a los demás y nuestras emociones dependen de cuántos “corazones” llegan a conseguir nuestras publicaciones.

¿Cómo podemos conseguir que no nos afecte? Teniendo una buena autoestima.

De todo ello nos hablamos conservando con Guillermo Gámez, un joven madrileño en este evento organizado por la Comunidad de Madrid y el Colegio de Psicólogos de Madrid.

https://youtu.be/uLCDTMHb2Qs

El Bisturí hace un balance general de la crisis sanitaria en la que “todavía seguimos inmersos” en su último monográfico del año

Tres profesionales de la salud cuentan cómo ha afectado esta situación a los diferentes grupos de la población: la doctora Montserrat Esquerdo, del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña; el presidente de la Confederación Salud Mental España, Nel González Zapico; y la psicóloga Silvia Álava.

Noelia Izquierdo Romero | MADRID/EFE/NOELIA IZQUIERDO ROMERO  Fuente: Comisión de Deontología del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña | Confederación Salud Mental España 

La COVID-19 ha detenido el mundo en 2020. Los viajes programados, los planes pendientes, los tratamientos en marcha. Todo se interrumpió para “atender una situación de emergencia”.

Según los expertos, nos hemos topado con una situación desconocida que ha traído consigo emociones de tal intensidad que aún cuesta asimilar.

Y cuanto más intensas han sido, más tiempo nos costará recuperarnos“, expone la doctora Montserrat Esquerdo, presidenta de la Comisión de Deontología del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña.

Pero esto, opina Esquerdo, todavía no ha terminado.

De aquí en adelante

La vida de millones de personas ha cambiado a lo largo de la pandemia, pero los expertos indican que la de los sanitarios lo han hecho de una manera diferente. Mientras la población debía quedarse en casa, ellos debían enfrentarse a una nueva realidad en cuestión de pocos días.

Para los profesionales sanitarios fue asumir retos a los que nunca se habían enfrentado. Fue cambiar radicalmente la forma de trabajar, prácticamente en un fin de semana. No hubo tiempo de preparación“, rememora la doctora Esquerdo.

Uno de los deseos de algunos profesionales de la salud es “volver a tocar suelo firme, tener certeza, poder volver a organizarse mejor y reconstruir la sanidad del futuro que quiere la sociedad”.

De una manera u otra, esta situación ha impuesto sobre estos trabajadores una “sobrecarga cuádruple”, tanto a nivel física y emocional, como ética.

Un conflicto ético grande son las personas que están al final de su vida por otra enfermedad que no es coronavirus y no pueden estar acompañadas por sus familias“, precisa la presidenta de la Comisión de Deontología del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña.

La doctora resalta, sobre todo, la escasez de recursos humanos, que ha llevado a que profesionales que no tenían ninguna formación en cuidados paliativos, dejasen su especialidad para apoyar a este sector.

Las condiciones laborales y salariales, por otra parte, también han sido motivo de controversia durante la pandemia. Esquerdo resalta, por ejemplo, que hemos llegado al siglo XXI con transiciones sanitarias pendientes.

Carencias al descubierto

Ante un confinamiento impuesto y una reducción de la movilidad, Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, explica que los trastornos mentales (alimentarios, del sueño, ansiedad o depresión)  se vieron agravados o alentados a resurgir.

Nel González Zapico
Nel González Zapico, presidente Salud Mental España

Este problema se ha visto empeorado, opina, con las carencias que ya existían antes de la llegada del coronavirus.

En Europa hay 18 psicólogos y psicólogas por cada 100.000 habitantes, y en España hay 4. Y esa brecha es la que impide que puedan orientar adecuadamente a las personas en atención primaria“, argumenta González Zapico.

Por esta razón, gran parte de la población ha quedado “devastada con un grandísimo sufrimiento ante situaciones traumáticas, difíciles de canalizar”.

“Las familias perdieron a alguien y no pudieron despedirse ni acompañarlo en sus últimos momentos. Eso es una tragedia humana y deja secuelas. Seguramente el estrés postraumático llegará a mucha gente y se cronifique“.

El Estado, piensa el presidente de la Confederación Salud Mental España, debe proteger la salud mental de la población.

“El 20 % de la carga de morbilidad en la sanidad pública corresponde a los problemas de salud mental. Sin embargo, los recursos económicos que sostienen a la salud mental destinados son del 4 %“, lamenta.

Asimismo, el experto insiste en que la prevención es “esencial”. Una de las medidas en este terreno, defiende, es enseñar a los niños y niñas que “la vida no es de color de rosa, sino que tiene luces y sombras”.

Generalizar no es una opción

Tanto los niños como los jóvenes han sido el centro de atención desde el principio. En una primera instancia, se relajaron las medidas con este grupo de población, pues, según los expertos, no se contagiaban. Más tarde, se consideraron una de las principales amenazas en cuanto a portadores de la enfermedad.

Y estos mensajes “contradictorios” han sido una de las razones por las que hay ciertos jóvenes que tienen una conducta incorrecta y otros no, explica la psicóloga Silvia Álava, quien opina que no se pueden meter a todos los jóvenes en el mismo saco.

Igual que algunos han sido bastante irresponsables y vemos esas imágenes de botellones, también hay otra gente joven que está reaccionando de forma muy positiva, que están siendo voluntarios“, comenta Álava.

Del mismo modo, la psicóloga advierte de que ha habido una gran atención en que la población de riesgo puede tener un desenlace fatal, pero no se ha dado prioridad a los mensajes sobre la conducta.

Se nos ha olvidado lo que son las conductas de riesgo, es decir, qué hace que puedas contagiarte con más facilidad. Eso pone el foco en ti, en lo que tú puedes o dejas de hacer“.

Por ello, Álava aboga por mensajes constructivos y no por apelar al miedo que, a su parecer, no sirve como campaña.

Silvia Álava Psicología
La psicóloga Silvia Álava/Foto cedida

Los niños también han sido uno de los más afectados a nivel mental. La psicóloga habla de que han sufrido cambios en sus comportamientos durante la cuarentena con desinterés, apatía y falta de concentración.

En ellos, también se ha visto un incremento en los casos de ansiedad y estrés, incluso de estrés postraumáticos.

El estrés postraumático, explica la experta, no se da solo en adultos después de haber vivido “un desastre natural o por haber visto en peligro la vida”, sino que viene de una situación que “pasa factura” cuando la persona no puede procesar, integrar o interiorizar esa situación.

Es lo que les pasa a muchos chicos y chicas que siguen teniendo mucho miedo a salir, al contagio y al coronavirus. También depresión, no podemos olvidar se han perdido muchos factores protectores, de quedar con amigos, de salir“, añade Silvia Álava.

FUENTE: EFESalud

Del «buenismo» al drama en los spots para jóvenes: «La campaña perfecta es como un antibiótico» Colaboración con el diario ABC

Las campañas dirigidas a los jóvenes para frenar la expansión del virus han ido evolucionado con la pandemia y están «llevando al límite» los mensajes publicitarios.

Beatriz L. Echazarreta

Una chica ojerosa y con atuendo de funeral mira directamente a cámara y, lacónica, revela: «El otro día contagié a mi abuela y la hemos enterrado hoy». La Comunidad de Madrid lanzaba la semana pasada una de las campañas de concienciación frente al Covid-19 más crudas que hemos visto en los meses que llevamos de pandemia. Isabel Díaz-Ayuso ha invertido tres millones de euros en esta acción publicitaria, que ya empapela la capital. El mayor número de contagios de la comunidad se concentra entre los 15 y los 29 años y los mensajes a este sector de población se han intensificado en tono y difusión. Sin embargo, Madrid no es la única que apuesta por esta línea «dramática» en la campañas. Hace dos semanas, Canarias causaba un gran impacto en redes sociales con un anuncio similar: una llamada de teléfono interrumpía unas copas entre amigos: «¿Qué pasa, mamá?». «Tu abuela tiene Covid. De esta noche no pasa».

El sofá como trinchera

Los alemanes han encarado este problema desde un ángulo muy distinto, la ironía. En el último plan de concienciación impulsado por el gobierno de Merkel nos habla un jubilado ficticio desde el futuro y echa la vista atrás: «Corría el invierno de 2020 y todas las miradas estaban puestas en nosotros». Relata a cámara, imitando el formato de los reportajes sobre guerras pasadas, que los jóvenes fueron los héroes de aquella batalla y ¿Cuál fue su hazaña?. Quedarse en el sofá, que se convirtió en trinchera.

Xavier Olazábal, CEO de Publicis España, asemeja este tipo de campañas a las de la DGT (Dirección General de Tráfico), que esperan llevar al límite los mensajes publicitarios, pues cuando la problemática social es grave y el resultado es la muerte, la tendencia es dramatizar. Olazábal apunta una falla importante en este tipo de estrategias de concienciación, ya que en publicidad es necesario «cierto grado de repetición» y cuando el mensaje es tan «agresivo y desagradable», preferimos evitar la campaña y no volver a verla. Según este experto en publicidad, con una sociedad tan tensionada por la crisis del coronavirus, un mensaje más positivo e involucrativo sería más eficaz, sin perder un ápice de notoriedad. El tono «agorero» de las mencionadas campañas buscan, en su opinión, una notoriedad de cara a la galería que puede no ser la mejor estrategia. «El joven entiende muchos otros tonos de comunicación».

Coincide con él la publicista Silvia Álava, psicóloga sanitaria y experta en psicología educativa, que sostiene que «la apelación al miedo no suele funcionar bien. Sino, la gente no fumaría». En opinión de esta psicóloga, lo que sí ayudan son gestos como el del niño de Logroño de hace unas semanas. Ese joven de 16 años, hijo de una barrendera empezó a movilizar a su grupo de amigos a través de redes sociales para demostar que «no todos los jóvenes son iguales», tras ver los disturbios en su ciudad.

Mensajes contradictorios a los jóvenes

Según Álava, la acción tuvo éxito porque los jóvenes percibieron el gesto casi heróico «de un igual». Los mensajes que se han lanzado a los jóvenes desde el inicio de la pandemia no han sido claros, y con el paso de los meses y el avance del virus han ido mutando. Al principio, la idea que más se trasladó fue que «eran inmunes». Silvia sentencia que se han ido dando palos de ciego y el «realismo» no ha estado presente en estas campañas de conciación.

José Antonio Luengo, especialista en Psicología Educativa y Sanitaria y Secretario de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Madrid, explica que cualquier campaña que afecta a una amplia franja de edad tienen un impacto en gran parte de esa población pero siempre se nos escapa un porcentaje de ese colectivo.

A la pregunta de por qué hay algunos jóvenes que no hacen el más mínimo caso, sentencia que desde el principio, hemos tratado a los jóvenes en su conjunto como descerebrados, criminalizándolos y la condición de irresponsables es más personal. Joven se es hasta los 30 años, «los que fallaban eran una horquilla muy amplia».

Luengo planeta una interesante línea cronológica sobre la evolución que han experimentado las campañas dirigidas a los jóvenes en la pandemia.

Primera tanda: buenismo e «influencers»

La primera tanda de iniciativas intentaron llamar la atención de los jóvenes a través de los «influencers», los «ídolos de la juventud» y también se recurrió a las campañas más «buenistas» que aspiraban a una «sociedad idílica», como la lanzada al inicio de la desescalada por la Comunidad de Madrid, cuyo eslogan era «Protégete. Protégenos».

José Antonio Luengo apunta un factor a tener muy en cuenta, pues «los jóvenes tienen una percepción del riesgo mucho menor». A las personas jóvenes les importa poco la salud, se sienten «inexpugnables». Fernando Simón hizo una sonada llamada a estos «influencers» para que compartieran mensajes de conciación del Covid en redes.

Sin embargo, en opinión de Luengo y en la línea de Silvia Álava, «una cosa es seguir a alguien y otra es identificarte con él». Los influencers que se erigen como adalides de la buena conducta frente al Covid y se han pasado el verano recorriendo Ibiza en barco no terminan de cuajar, como es normal. Esta experta en psicología educativa aduce que los mensajes han de lanzarse desde «la empatía» para que el receptor no sospeche que el busto parlante que le habla con moralina es un impostor. A los jóvenes les importa poco su salud. Se sienten inexpugnables José Antonio Luengo , especialista en Psicología Educativa y Sanitaria y Secretario de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Madrid

La salud de la familia y la propia

En la segunda fase de las campañas, se intentó concienciar sobre el contagio a las familias, a los seres queridos. «A lo mejor a ti no te afecta. Pero sí a tus familiares». Según Luengo se empieza a tocar una fibra intacta en la primera tanda publicitaria.

El siguiente escalón fue apelar a la siguiente idea: «Joven, a ti también te puede pasar esto». La campaña de la Comunidad de Madrid en la que salían celebridades del mundo de la moda como Pelayo Díaz, toreros como Fran Rivera, o futbolistas como Roberto Carlos, culminaba con esta idea. El vídeo cerraba con Oscar Riballo, un joven farmacéutico y aficionado al boxeo, al que el coronavirus ha estado a punto de arrebatarle la vida. Este tipo de comunicación, en palabras de Luengo, «va sumando gente».

La última vía: la salud del bolsillo

La cuarta y última tipología de acciones publicitarias dirigidas a la juventud, superaría el «esto es lo que te va a pasar», para centrarse en «esto es lo que te va a costar». Luengo opina que si no se está llegando a los jovenes por las consecuencias que el Covid deja en la salud y como último recurso, se debería llamar la atención sobre la «salud del bolsillo».

Este psicólogo menciona la existencia del «colectivo de los indeseables», que hará caso omiso al primer nivel, y también al segundo. Hablamos de un grupo al que le importa poco su salud y la de su familia. Se guían por el «carpe diem» como valor supremo.

Luengo considera que no existe la campaña perfecta y que, con cada nivel, «se va rascando» en la conciencia de los adolescentes. Opina que se ha estigmatizado al joven y que cometemos el error de tratarle como «un indeseable». Sin embargo, puntualiza que «antes del indeseable, está el joven inconsciente». Como un antibiótico, para que una campaña sea efectiva, ha de ser específica, por lo que este psicólogo apuesta por mandar varios mensajes a la vez, pero cada uno dirigido a un perfil de joven en concreto.

Así, se evitaría el reduccionismo y que, por hartazgo, un joven que se sienta culpable se rebele contra una campaña que busca el efecto opuesto. Ya solo queda una cosa. Preguntarse qué la campaña plantearía Don Draper, el publicista con más puntería de la ficción.

FUENTE: Diario ABC

¿Hemos perdido la ilusión? Colaboración con Padres y Colegios

Afrontábamos el nuevo curso escolar como un gran reto, una oportunidad para recuperar el tiempo perdido tanto a nivel curricular como con los amigos, y sin embargo, según van pasando los días y la situación se vuelve a complicar, parece que vamos perdiendo la ilusión. Las cosas no son como nos las habíamos imaginado y la incertidumbre ha llegado para quedarse.

Los niños, de nuevo nos están dando una gran lección. Si bien es cierto que muchos de ellos se encuentran muy frustrados e incluso cargados de una rabia, que no saben gestionar y la trasforman en conductas disruptivas; otros muchos nos demuestran que pueden aprender a ser felices y a mantener sus ilusiones pese a que no les guste la situación provocada por la pandemia. Sin embargo, a los adultos nos cuesta más y pese a que sabemos que tenemos que ser un modelo de resiliencia para nuestros hijos y alumnos, en ocasiones nos resulta difícil mantener vivas nuestras ilusiones. Y es que,

“…podemos vivir sin apenas dinero, con poca salud, pero no podemos vivir sin ilusiones”

María Jesús Álava Reyes

Os dejo el enlace al artículo y a la revista:

Las consecuencias del confinamiento en los niños. Colaboración con Aleteia.

Permanecer tantos días encerrados hace que nos preguntemos si esta situación puede traer consecuencias psicológicas o de conducta en nuestros menores.

Esta situación que estamos viviendo creo que nos ha cogido a la mayoría con el pie cambiado y si a los adultos nos está costando sobrellevar este confinamiento, cuánto más les puede estar ocurriendo a nuestros niños.

Todos aplaudíamos el domingo pasado la decisión de que nuestros menores salieran a la calle. ¡Era necesario para los niños! Es más, para que esto se realizara de manera razonable, se apelaba desde las altas instancias a la responsabilidad de los padres, lógico por otra parte. Quién mejor que los padres para querer lo mejor para sus hijos.

No obstante, el permanecer tantos días encerrados hace que nos preguntemos si esta situación puede traer consecuencias psicológicas o de conducta en nuestros menores, dado que las circunstancias que estamos viviendo desde mediados de marzo, es cuanto menos para analizarla.

Si hacemos una lectura en positivo, al menos, tanto los padres como los hijos están pasando tiempo juntos, con intensidad añadiría yo, donde un mismo espacio de la casa se hace multifuncional. La cuestión es cómo eso repercute en las familias.

Los expertos, en todo caso, muestran preocupación ante la primera generación infantil en vivir un confinamiento semejante.

«Todavía no sabemos bien lo que va a ocurrir porque estamos ante una situación excepcional», aclara la doctora en Psicología, Silvia Álava. «No existen estudios sobre el confinamiento de un país entero durante tantos días, pero sí sabemos que el aislamiento puede tener efectos en la salud emocional y el desarrollo cognitivo. Se ha estudiado a niños que han estado en antiguos internados y se ha visto que la falta de estimulación y cariño tienen consecuencias, pero, en este caso, la mayoría están con sus padres. Por eso no vaticinamos que los efectos vayan a ser dramáticos«.

Ante esta realidad y sabiendo de que los niños son esponjas emocionales, muchos especialistas infantiles, aseguran que los menores tienen una capacidad de resiliencia enorme y nos lo están demostrando a diario, dándonos verdaderas lecciones de vida, de adaptación y de ilusión.

A estas alturas muchas familias habrán experimentado:

  • situaciones de enfado,
  • irritabilidad,
  • tristeza
  • ansiedad
  • conductas oposicionistas
  • conductas desafiantes,
  • alteraciones en el sueño
  • quejas somáticas…

Pero en muchos casos, también habrán experimentado:

  • situaciones de complicidad,
  • risas,
  • ternura,
  • juegos con los hijos que transportaban a los adultos a su más tierna infancia, sacándoles alguna que otra lágrima de alegría,
  • todo esto aderezado con muchos gestos de cariño.

Por eso, es importante evitar el alarmismo, ya que no todos los niños experimentarán alteraciones a raíz del confinamiento y, de hecho, «se espera que la mayoría no las sufran. Los niños, en general, cuentan con una buena capacidad de adaptación, que puede ser incluso superior a la de los adultos. Por tanto, aunque aparezca algún síntoma, no esperamos que se alargue en el tiempo en la mayoría de ellos«, concluyen los expertos.

Dado que nuestros menores son capaces de adaptarse a lo que tengan por delante y precisamente porque son como esponjas, serán lo que sus padres les enseñen con su ejemplo. “Con el cariño del entorno familiar no tiene por qué haber secuelas emocionalesy si existieran, que éstas sean mínimas», asegura la Presidenta de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria, AEPAP, Concha Sánchez Nieta.

Esto dependerá tanto del entorno como de la gestión emocional que se haga en las familias de esta situación.

Emociones y afectos

Lamentablemente el confinamiento puede influir más en las familias desfavorecidas, con pocos recursos o con hijos con patologías previas, donde el contagio emocional de los padres a los hijos se agudiza más en espacios pequeños. Pero también es verdad que este tiempo de encierro es tiempo de crecimiento en las relaciones familiares, de comunicación y de gestión de emociones, de permitirnos sentir y de expresarlo.

Lógicamente habrá momentos en los que derrumbemos, los niños ahora son más conscientes de la fragilidad del mundo, pero si han visto que sus personas de referencia les transmiten seguridad e información sobre lo que está ocurriendo y les hablan con un lenguaje adaptado a su edad, explicándoles la situación con cariño pero siendo realistas y aclarando sus dudas, ayudaremos a nuestros hijosa una mejor gestión emocional de la situación.

Es tiempo de reforzar vínculos afectivos con nuestros menores, 

De acompañarles en su crecimiento para que éste sea firme y seguro y de creer que lo más importante es la actitud que tengamos ante las dificultades. Por eso, la tarea que hoy tenemos por delante los adultos, en cuanto a la gestión interna de la situación en nuestras familias, es una tarea difícil pero apasionante, como la de un jardinero queplanta sus semillas y día a día las cuida hasta que esa planta echa raíces y florece.

Es tiempo de conocimiento y de reconocimiento mutuo en las familias, de practicar la escucha interior de nuestras emociones y de las de nuestros hijos, de cultivar la paciencia y a través de la palabra llena de cariño, permitir que nuestros pequeños crezcan seguros y felices, tiempo de siembra para que este período no les traiga consecuencias emocionales negativas y si eso ocurriera, estar ahí para acompañarles.

Y como decía Viktor Frankl, “si no está en tu mano cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.

FUENTE: Aleteia

Las consecuencias de la fatiga pandémica. Colaboración con el diario La Razón

Expertos analiza si un posible nuevo confinamiento puede llevar al estallido social

¿Estamos psicológicamente preparados para un nuevo confinamiento?

Según explica la doctora en Psicología, Silvia Alava, la sociedad está un tanto «irascible» porque todavía no han pasado muchos meses desde que en marzo permanecimos encerrados en nuestras casas y estamos a las puertas de un nuevo encierro domiciliario. «Nuestros procesos naturales, nuestras pequeñas rutinas, escapadas o visitas a familiares se vieron alterados, entonces, y ahora, de repente, cuando creíamos que empezábamos a recuperarnos volvemos a escuchar cada vez con más fuerza que puede haber otro confinamiento en los próximos meses. Nos cuesta regular las emociones y tendemos a ejecutar malas estrategias como echar la culpa a los otros. No me siento bien y en vez de aceptar la realidad, tendemos a buscar un culpable», explica la experta.

¿Cómo podemos canalizar esa irascibilidad?

La doctora en psicología habla de lo que se conoce como «regulación emocional» que es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Según explica supone «tomar conciencia de la relación entre emoción y comportamiento». En este escenario, dice, puede que algunas personas encuentren en la protestas el vehículo para mostrar su descontento. «Me uno a gente que piense igual que yo y me siento más aliviado», describe. Sin embargo, la experta no cree que el hartazgo de la sociedad prenda llama y se convierta en un polvorín porque «la gente sabe canalizarlo y más cuando hablamos de una pandemia a nivel global. Aunque no nos guste, somos conscientes de que es una crisis sanitaria y aunque haya grupos aislados que critiquen las medidas, en general, la población lo entiende»

Las protestas por las restricciones y las limitaciones, ¿son un polvorín que puede estallar en cualquier momento?

Los disturbios se están produciendo en varios capitales europeas, sin embargo, para el experto en análisis demoscópicos, y director de Asuntos Públicos de Atrevia, Manuel Mostaza, todavía es pronto para hablar de un efecto dominó. «La sociedad europea está acostumbrada al bienestar y al consumo, dos aspectos que los confinamientos nos han arrebatado de la noche a la mañana. Esta lucha contra la pandemia es el mayor problema que Europa sufre en los últimos sesenta años por lo que no tenemos memoria de un conflicto igual. Aún así, la europea es una sociedad que aún tiene mucho que perder» como para iniciar un conflicto social.

¿Es probable que la sociedad estalle y se inicie una «primavera europea»?

Según reconoce el experto, a diferencia de las sociedades árabes –en las que se acuñó este término– en Europa estamos gobernados por regímenes democráticos, lo que hace en cierto modo, dificil, un levantamiento contra los gobiernos. «Aquellas revueltas se hicieron contra regímenes corruptos, nosotros estamos sometidos al estado de Derecho». Además, hay otra diferencia: el tipo de sociedad. «Somos sociedades medias, con buen nivel de vida que no quiere perder su estándar de vida». El experto pone como ejemplo el mayo del 68 en París, cuando jóvenes estudiantes salieron a la calle, forzaron la celebración de elecciones y el general Charles De Gaulle arrasó de nuevo.

¿Qué impacto tienen las redes sociales en estas movilizaciones?

Las últimas concentraciones fueron en su mayoría convocadas a través de las redes sociales para movilizar a un sector joven de la población. Según el experto «tienen un gran impacto porque generan varios nódulos y hacen que la información fluya en distintas direcciones, consiguiendo, por lo tanto un mayor impacto». Además, al ser por canales privados son difíciles de controlar.

FUENTE: Diario La Razón

Disturbios producidos el viernes en Burgos/Foto: Santi Otero/EFE