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Alcohol y drogas degradan el ocio entre los jóvenes durante el verano. Colaboración con el diario ABC

Los expertos advierten de que el consumo de sustancias dispara la violencia y las salidas en grupo diluyen la sensación de responsabilidad

«Lo que me apena es que los festivales son cada vez más una excusa para el desfase». La frase es de Esther B., una de los miles de jóvenes que asisten cada verano a alguna de las más de 110 macrocitas lúdicas que se celebran en España y que van, desde el BBK Live de Bilbao o el Arenal de Burriana, en Castellón, hasta el FIB del vecino Benicasim.

La joven de 23 años lamenta, al igual que los expertos consultados, cierta devaluación en la forma de ocio y modelo de diversión, sobre todo entre los más jóvenes. «La mezcla que ofrecen los festivales de verano-apunta- es casi perfecta: son baratos, con cabezas de cartel de primer nivel, destinos atractivos y casi siempre con playa». En ellos no faltan tampoco el alcohol y las drogas.

Psicólogos y estudiosos del ocio juvenil coinciden en que la conjugación fatal llega de la mano de las sustancias y también de la irresponsabilidad. No es un ingrediente novedoso que el consumo desmesurado de alcohol y de estupefacientes amargue a más de uno un festival o fiestas populares, como los sanfermines de Pamplona, pero sí lo es que repentinamente un año una fiesta como la navarra o el festival de la Semana Grande de Bilbao acumulen decenas de denuncias por agresión sexual. En los siete días que llevan las fiestas de San Fermín se han registrado 42 denuncias por agresión y abusos sexuales. Quince personas han sido detenidas por estos motivos.

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Para el director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Calderón, estos «actos irracionales tienen mucho que ver con la pérdida del control» de los jóvenes, aunque, señala, «muchos de ellos ya lo han perdido antes de empezar a beber».

Tras el consumo de drogas la gente puede hacer cosas impensables y, en estos casos, cuando la consecuencia es un abuso sexual, estas personas se suelen arrepentir, a pesar de que la ingesta «no les exime de la culpa». Cabe destacar que, ante un juez, un abuso sexual o una violación bajo los efectos del alcohol es un atenuante para la condena contra el acusado. En todo caso, Calderón se lamenta de que la relación de alcohol y abusos sexuales sea tan estrecha.

Sobre lo sucedido en San Fermín, por ejemplo, fuentes policiales atribuyen el aumento de las denuncias por agresiones sexuales, paradójicamente, al hecho de que se hayan reforzado tanto las medidas de vigilancia y se haya producido tal labor de concienciación previa que, según su opinión, se tiene menos temor a la hora de denunciar. Y así se han contabilizado por decenas las denuncias, en casi su totalidad efectuadas por mujeres. Ocho personas están en prisión por violar y agredir en grupo en la última semana en Pamplona.

Este elemento de que la «responsabilidad en grupo se diluye» es uno de los factores clave que apunta la psicóloga y sexóloga del Grupo IESP Clinic Granada, Carmen Montoro. «Hombres y mujeres sienten que hasta un delito, en grupo, es fácil. Entre ellos se dan más casos de agresión sexual, como en San Fermín, y entre ellas se registran más peleas» que antes.

Más de un millar de mujeres son violadas cada año en España desde 2009, según recuerdan a ABC las mismas fuentes policiales dedicadas a la lucha contra este tipo de delitos. En el último lustro se registró una agresión sexual con penetración cada ocho horas, tres al día. El Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) observó el repunte los fines de semana, y también que estos abusos se disparan durante los del estío.

Como opinión particular, Esther B. confirma que año tras año se percibe una sensación de mayor agresividad y violencia entre los asistentes. «A un amigo le dieron un mordisco y avisó a seguridad, pero estaban todos tan borrachos que poco se pudo hacer para reprender la actitud de la agresora. En el Arenal, por ejemplo, están a la orden del día los robos y agresiones, también en parte porque la gente va muy puesta, y porque cada vez hay más niños de 18 años que no saben medirse».

Entre los jóvenes preguntados, se da la opinión generalizada de que en elViña Rock, por poner otro ejemplo, se da un trasiego constante de drogas. El festival de Burriana, celebrado junto a la playa, traslada las noches de «borrachera» en los escenarios a las playas cercanas. «Apenas se duerme, unes la juerga, la música alta, lo que se bebe… y al final todo eso se paga», dice Esther. «El problema -asiente Montoro- es que en este país está muy normalizado el consumo de alcohol».

Poner límites en casa

Para Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, la base es poner límites a los hijos. «Yo traslado a los padres la siguiente pregunta. Si es un menor de edad, tú eres el responsable legal, y si les pasa algo, les pilla un toro en San Fermín, o les golpean en un festival, el responsable eres tú como tutor legal», comenta.

La psicóloga pide a los padres «sentido común» en torno a la manga ancha que se deja a los hijos para acudir a un evento de este tipo, así como a la sociedad que «cuide los valores» que inculcan a los jóvenes. «Se tiene que tener cuidado con permitirles que vivan la vida deprisa, cuando la tienen toda por delante; decirles que respetan sus amigos y planes, pero también que hay un límite, que está muy bien salir y tener una red social, pero hay muchas formas de ocio, y el que da un paseo y no se emborracha, no es un pringado».