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Consumo de porno como «tutorial» sobre relaciones sexuales y la «pornificación de la cultura»

FOTO: JOAQUIN CORCHERO / PARLAMENTO DE ANDALUCIA

Ayer tuve el placer de participar telemáticamente en el grupo de trabajo en el Parlamento andaluz, contra el acceso de la pornografía por parte menores . Algunos de los temas que se trataron en la intervención fueron:

1.    Hipersexualización de la infancia:

En la actualidad, los niños y adolescentes viven en un mundo hipersexualizado (Triviño y Brito, 2019), toda gira en torno a una industria cultural (publicidad, películas, canciones…) que utiliza una imagen femenina sobrecargada simbólicamente de sexualidad, algo que algunas autoras han denominado “pornificación de la cultura” (Alario, 2021). Así, por ejemplo, Paul (2006) describe cómo se ha normalizado que los artistas varones se rodeen de mujeres semidesnudas en sus videoclips, las cuales adoptan prácticas, posturas, narrativas que proceden de la pornografía.

2.    Aumento del consumo de la pornografía en todas las edades.

Asimismo, el consumo de pornografía explícita ha crecido exponencialmente en los últimos quince años y se ha hecho más extremo.

Con la llegada de la tecnología y el acceso a internet, la demanda de este material se ha disparado. Los dispositivos la han facilitado porque favorecen su acceso anónimo, discreto, a cualquier hora y en cualquier parte (Ballester y Orte, 2019).

3.    Los menores están expuestos sin protección.

El termino nativos digitales (Prensky) ha hecho mucho daño, se nos olvida, que no basta con nacer en un mundo, hay que habitar en él, y los chicos y las chicas no saben cómo utilizar correctamente la tecnología. Hay que estar a su lado, en ese proceso de alfabetización digital para conseguir que nuestros hijos y alumnos se beneficien de la tecnología, sean ellos quienes utilicen la tecnología y no al revés.

De esta forma será más fácil evitar los peligros de las redes sociales, entre los que destacan:

  • Sexting
  • Grooming
  • Adiccion/uso problemático de Internet
  • Retos virales
  • Dark web
  • Acceso a contenido inapropiado: pornografía. Que es de lo vamos a hablar hoy.

En muchas ocasiones, los niños y niñas se encuentran con pornografía de manera accidental, (con 8 años) reproducen el contenido y después lo consumen activamente (Ballester y Orte, 2019; Sanjuán, 2020). De este modo, en la adolescencia, y sobre todo en los chicos, ya se produce un consumo regular y generalizado.

Según información provista por la ONG Save the children, casi 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía.

  • Lo consumen más chicos que chicas.
  • En las chicas también es significativo, aunque menor estadísticamente y también menos recurrente según los últimos estudios (Ballester y Orte, 2021; Rodríguez, 2020; Sanjuán, 2020) (80% hombres y 40% mujeres)

Si bien chicos y chicas consumen pornografía y, además, el consumo de estas últimas ha aumentado, es significativamente menor al realizado por varones en frecuencia y duración. Igualmente, las motivaciones son distintas:

  • Mientras que los hombres la consumen para excitarse sexualmente y masturbarse.
  • Las mujeres la consumen por curiosidad, por ver “sexo” y, presumiblemente, por saber qué quieren los hombres y cómo se les complace; aun cuando no adviertan que la pornografía está hecha por y para ellos.

Las mujeres que ven pornografía acaban replicando los modelos de victimización; los consumen sin percatarse del daño que el porno les puede hacer. No hay una conciencia de que el porno va en contra de los derechos de la mujer.

4.    Todo esto es consumido por un cerebro en formación.

Los niños, pero tampoco los adolescentes, tienen el suficiente desarrollo cognitivo y emocional para poder entender y digerir lo están viendo. Las habilidades de procesamiento están inacabas y por esta razón les cuesta mucho más separar la realidad de ficción. Una exposición temprana a contenido sexual puede tener consecuencias relevantes a corto y a largo plazo.

Pensando en los adolescentes y en los jóvenes, debemos de tener en cuenta varios factores.

  1. En primer lugar, el cerebro no termina de madurar hasta los 25 años. El lóbulo prefrontal que es el encargado de regular las emociones no madura hasta esta edad, por lo que van a necesitar que sus figuras de referencia padres y madres estén presentes y les ayuden a co-regular esas emociones.
  2. En esta edad el cerebro es muy sensible a la novedad, se orienta hacia todos los estímulos novedosos. Este tipo de contenidos les ofrece novedad en cada segundo.
  3. Durante la adolescencia el cerebro está en reconstrucción: importancia de las hormonas que sobreexcitan el circuito mesolímbico.
  4. Los adolescentes no tienen 100% desarrolla la capacidad de control, de pensamiento crítico, de reflexividad. La impulsividad hace que tomen decisiones en algo tan grave como, por ejemplo, romper la intimidad de las personas y subir vídeos con contenido sexual en la red.
  5. Además, los peligros no se anuncian como tal, por ejemplo, conocemos los efectos que el consumo de contenido pornográfico puede tener y no llevan un aviso a esos chicos o chicas, ni a sus padres: consumir este contenido puede generar adicción, o tener efectos en la salud, como, por ejemplo, pone en la cajetilla de tabaco. Ya sabemos que no es la panacea ni la mejor solución, pero si saber lo que estamos haciendo y el peligro que entraña.

5.    Todo esto contrasta con la escasa o nula formación en sexualidad.

Y es que actualmente, no existe una educación sexual integral, una educación afectivo-sexual, que integre la parte de valores, de respeto hacia mi cuerpo, hacia los demás, de lo que es una relación sana.

 Los niños y las niñas tienen una curiosidad innata por conocer el mundo que les rodea y, en el mismo sentido, su propio cuerpo. Detectan el tabú existente hacia los genitales y la reticencia a una explicación clara respecto a la reproducción y a la sexualidad. Precisamente esa intuición de que es un tema vergonzoso invita a querer saber más al respecto, y si la escuela y sus familiares no satisfacen las dudas, internet será el lugar donde sacien su curiosidad (Gutiérrez, 2022). Y, precisamente en internet, la búsqueda de cualquier contenido mínimamente sexual acaba conduciendo a webs pornográficas.

Donde el mensaje que se muestra es de que las mujeres son las presas sexuales del hombre y que esto les encanta (Rich en Cobo, 2018). De hecho, las consecuencias del consumo de pornografía, si bien son nefastas en todas las etapas vitales, resultan especialmente nocivas en edades tempranas donde no se ha adquirido madurez racional, ni emocional ni sexual suficiente para comprender y digerir ciertos contenidos.

Ana de Miguel habla en términos de una “doble verdad”, dado que la juventud aprende por un lado que hombres y mujeres son iguales, pero por otro interioriza la posición deshumanizada de las mujeres como objetos sexuales mediante la pornificación cultural y la pornografía explícita.

La pornografía se introduce en las vidas cotidianas de los y las jóvenes, quienes socializados en ella aprenden a considerar que la violencia que ahí aparece es simplemente sexo. Esto es un factor que es imprescindible tener en consideración a la luz de los sucesos de agresiones sexuales acaecidos recientemente, donde víctimas y agresores, cada vez son de menor edad.

Lo que nos indican los estudios es que un mayor uso de pornografía puede influir en las creencias que los varones tengan sobre las mujeres, haciendo que las vean como objetos, que las cosifiquen; que normalicen, legitimen e incluso ejecuten esa violencia física y verbal en la vida real. Es cierto que hay otras variables que lo condicionan; no toda la violencia se explica por el uso del porno, pero este es una variable mediadora y potenciadora de la violencia.

El visionado de pornografía por parte de los jóvenes puede tener una variedad de consecuencias, tanto a nivel psicológico como social. Algunas de las consecuencias más destacadas incluyen:

CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS

1.     Desarrollo de Expectativas Irreales:

La pornografía a menudo presenta una visión distorsionada y poco realista de las relaciones sexuales y del cuerpo humano. Esto puede llevar a los jóvenes a desarrollar expectativas poco realistas sobre el sexo y sus propias experiencias sexuales.

2.     Desensibilización:

La exposición frecuente a la pornografía puede llevar a la desensibilización, donde los jóvenes pueden volverse menos sensibles a las imágenes sexuales y buscar contenido cada vez más extremo para lograr la misma excitación.

3.     Problemas de Salud Mental:

Algunos estudios sugieren que el consumo excesivo de pornografía puede estar asociado con problemas de salud mental, trastornos del estado del ánimo: como la depresión, ansiedad, y baja autoestima.

Otros autores mencionan una mayor asociación con el consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias. No se ha encontrado asociación con las disfunciones sexuales en adolescentes, aunque sí en adultos.

4.     Adicción:

La pornografía puede ser adictiva para algunos jóvenes, interfiriendo con sus actividades diarias, estudios, y relaciones interpersonales. Afectando en sus relaciones personales y en su bienestar emocional.

Afecta al rendimiento cognitivo su aprovechamiento académico, el sueño, la capacidad de atención y memoria. Algunos estudios neurocognitivos nos indican que tiene un efecto en la salud mental y en la salud sexual.

CONSECUENCIAS SOCIALES

1.     Distorsión de la Realidad Sexual:

Los jóvenes pueden desarrollar una percepción distorsionada de lo que es una relación sexual saludable, lo que puede afectar sus relaciones íntimas y la manera en que interactúan con sus parejas.

2.     Comportamientos Sexuales de riesgo:

El consumo de pornografía puede llevar a una mayor probabilidad de involucrarse en comportamientos sexuales de riesgo, ya que los jóvenes pueden imitar lo que ven sin comprender los riesgos asociados.

Por ejemplo, mantener relaciones sexuales sin preservativo.

Se ha observado, que los adolescentes que consumen pornografía refieren un mayor deseo sexual, mayor número de encuentros sexuales, múltiples parejas sexuales y una iniciación sexual más temprana, en comparación con aquellos adolescentes que no consumen pornografía.

3.     Impacto en las Relaciones Interpersonales:

Puede afectar la calidad de las relaciones interpersonales y sentimentales. Los jóvenes pueden tener dificultades para formar relaciones basadas en la intimidad y el respeto mutuo.

4.     Normas de Género y Sexualidad:

La pornografía a menudo refuerza estereotipos de género y puede perpetuar actitudes sexistas y misóginas. Esto puede influir negativamente en cómo los jóvenes perciben y tratan a sus pares del sexo opuesto.

CONSIDERACIONES ADICIONALES

1.     Educación Sexual Inadecuada:

En ausencia de una educación sexual integral, los jóvenes pueden recurrir a la pornografía como una fuente de información sobre el sexo, lo cual puede ser perjudicial debido a la naturaleza irreal y a menudo violenta de este contenido.

2.     Privacidad y Seguridad en Línea:

Los jóvenes pueden estar expuestos a riesgos de privacidad y seguridad en línea al acceder a contenido pornográfico, incluyendo el riesgo de ser víctimas de explotación o abuso.

CONCLUSIONES

Dadas las consecuencias que tiene la exposición temprana a la pornografía en el caso de los niños y el consumo regular de esta por parte de los adolescentes, es necesario.

  1. Regular su uso: No permitir que los menores de edad accedan a estos contenidos a través de internet.
  2. La supervisión, no solo debe de realizarse por parte de los padres, quienes es imprescindible que acompañen a sus hijos en el correcto uso de la tecnología, y realizando esos procesos de alfabetización digital.
  3. La industria pornográfica debe de evitar que los menores accedan a su contenido con la facilidad que lo hacen hoy en día.
  4. Realizar una educación afectivo-sexual adecuada para poder mitigar los efectos nocivos de la exposición a estos contenidos. Y que los menores no sientan que el porno es un tutorial de cómo disfrutar del sexo o lo que tienen que hacer. Los menores que utilizan los materiales pornográficos como una herramienta de educación sexual muestran una mayor tendencia a percibir el sexo como un mero instrumento para la gratificación sexual. Cuidado: no olvidemos que muchos de ellos están copiando lo que visualizan, reproduciendo agresiones sexuales entre menores. Y muchas veces, por el efecto de desensibilización que hemos comentado, sin ningún tipo de empatía hacia sus víctimas.
  5. Investigar más sobre los efectos del consumo de pornografía en menores.  La mayor parte de los estudios se centran exclusivamente en adultos. La población más vulnerable a este tipo de contenidos sea la menos estudiada se deba, entre otros aspectos, a limitaciones éticas y prácticas, y a una cierta negligencia por parte de los formadores, que no quieren creer que niños y adolescentes acceden a estos contenidos. Cuidado con realizar asociaciones de causalidad. Hace falta mucha más evidencia empírica para poder obtener resultados concluyentes con estudios longitudinales.
  6. El consumo de pornografía no afecta a todos por igual, algunos de los factores predisponentes para caer en ese abuso son:
    • Mayor impulsividad
    • Uso de alcohol y otras sustancias en el año previo.
    • Menor vinculación con los progenitores.
    • Alteraciones en el funcionamiento familiar.
    • Violencia familiar: Los adolescentes que han sido víctimas de violencia familiar presentan una mayor tendencia a consumir pornografía, y especialmente de contenido violento
  7. Realizar campañas de concienciación sobre las consecuencias graves que puede tener el consumo del porno. Se hacen campañas sobre los efectos nocivos del tabaco, del alcohol, pero en el caso del porno ni tan siquiera hay un replanteamiento social.