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«¿Pero qué te pasa?». El error de preguntar en plena rabieta

Por Laura Peraita

Muchos padres esperan una explicación cuando deberían ser ellos los que aclaren a sus pequeños la razón por la que están actuando así

Silvia Álavadoctora en Psicología y autora de «Queremos Hijos Felices. Lo que nunca nos enseñaron», considera que es habitual que los padres se preocupen por las necesidades fisiológicas de sus hijos, pero no tanto de las emocionales. «Es verdad que lo primero de todo es que estén bien atendidos en su alimentación, pero la pandemia ha dejado patente que la salud mental en la infancia también es muy importante». Y lo es, según explica, porque todo lo que ocurre en la primera etapa de la vida determina el desarrollo del niño y su forma de ser en la vida adulta, en sus relaciones de pareja, con sus futuros hijos, el entorno…

«La cuestión es que las necesidades emocionales de los niños no están cubiertas. No tiene capacidad de manejarlas y necesitan que un adulto de referencia (ya sea padres o docentes) les atienda en para entender qué les pasa en ciertos momentos cuando están enfadados, tristes…, y así poder actuar en consecuencia con una respuesta adecuada».

Esperar

Sin embargo, lo habitual es que, por ejemplo, cuando un niño tiene una rabieta, los padres le pregunten «¿qué te pasa?», cuando, en realidad deberían ser los padres los que le explicaran al pequeño lo que le ocurre para que pueda entenderlo. «En este caso, es mejor esperar a que la rabieta haya pasado para que los adultos expliquen al menor las razones de su sentimiento de rabia para que sepan qué es, porqué se siente así y qué pueden hacer para gestionarla con el objetivo de que la próxima vez, ante una situación parecida, no esté desconcertado, no sufra y sepa salir airoso. El problema, no obstante —matiza esta experta— es que en muchas ocasiones, son los padres los que no tienen herramientas para saber argumentar a sus hijos lo que les ha ocurrido».

Calmar la situación

Si es así, Álava recomienda que en pleno enfado se intente pensar en otra cosa para calmar la situación. También aconseja respirar y relajarse y no reprochar nada en el momento. Una vez que hay una vuelta a la tranquilidad, lo mejor es reflexionar juntos qué ha pasado y los motivos que han llevado al pequeño a reaccionar de esa manera tan desmesurada. Para los que tengan dudas sobre cómo manejar estas emociones con los hijos, esta psicóloga les invita a que lean libros sobre tema siempre que tengan evidencia científica, «y que no se dejen llevar por lo que le ha ido bien a una vecina. También pueden acudir a profesionales de la salud mental para aclarar sus ideas y conocer los pasos a seguir. No hay duda de que la pandemia nos ha ayudado a que los padres sean conscientes de las necesidades emocionales de sus hijos y a darse cuenta de su fragilidad y vulnerabilidad. Es un primer paso para tomarse en serio este asunto que tanto influirá en su bienestar emocional futuro».

FUENTE: Diario ABC

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