La preadolescencia, una edad olvidada por la televisión. Colaboración con el diario El País
La oferta para ver series y programas es cada vez mayor para todos los públicos, pero los contenidos destinados a jóvenes entre 10 y 14 años escasean.
Álvaro P. Ruiz de Elvira Twitter
En televisión, hay una división clara: está el público infantil y el adulto. Entre medias, hay un espacio un poco más vago que se puede calificar como familiar. Lo que venga antes de la adolescencia es una dimensión desconocida. Hay productos para los adolescentes en la parrilla y plataformas actuales, la mayoría dibujos animados, pero no parece haber una oferta general que la englobe como ocurre con la infantil. Cada año parece haber más sitios donde encontrar contenidos, y se va asentando el cambio de hábitos con los dispositivos móviles, lo que complica la supervisión de los padres sobre el contenido que ven sus hijos en una época de maduración diferente para cada niño.
¿Qué debería ver un niño preadolescente? La franja entre los 10 y los 14 años tiene demasiadas variables para determinar qué tipo de programas y series están destinados a estos niños, pese a que las plataformas y canales tienen avisos de recomendación de edad al principio de los capítulos. “Con la preadolescencia y la adolescencia nos encontramos desde niños que tienen conductas muy infantiles que todavía disfrutan viendo dibujos, a otros que van más avanzados y que lo que quieren ver son cosas de mayores”, apunta la especialista en psicología educativa Silvia Álava.
“Hace unos años, los padres sabían qué veían sus hijos. Actualmente, al tratarse de una televisión a la carta y por el cambio de hábito de ver la televisión en solitario y no en familia, los adultos escogen su programación y los hijos, otra”, explica Rebeca Díez Somavilla, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Politécnica de Valencia. Más del 40% de los niños españoles ve contenidos en dispositivos móviles u ordenadores, según un estudio de finales de 2018 de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación sobre hábitos televisivos de niños entre 6 y 13 años. Un análisis que determina que en esta franja los niños pasan casi cinco horas frente a algún tipo de pantalla.
“La preadolescencia está cambiando de edad. Parece que hasta los 12 años hay una programación infantil, que tiene sus canales contenedores y que tienen también las plataformas, pero no hay una oferta para los preadolescentes. Entre los 11 y los 16 años no hay una programación específica. La infantil se les queda muy ridícula. Como no tienen ese intermedio, pasan a consumir productos que en principio son para adultos. Ocurre lo mismo con las películas, como con Marvel, que tienen una violencia tremenda. Es a lo que nos hemos acostumbrado”, dice Díez Somavilla.
Existen canales infantiles en abierto como Clan, Boing o Disney Channel que tienen programas juveniles bien detectables (División 0, Gumball y Entre hermanos, respectivamente, son buenos ejemplos). En las plataformas, el repaso es más complicado. En su cuenta normal, no la dedicada a público infantil, Netflix tiene una docena de etiquetas para series juveniles, pero en la búsqueda de ficciones los resultados incluyen también productos más de adolescentes y adultos como Élite o La casa de papel. En contenidos para adolescentes la plataforma sí que destaca por la ingente cantidad de ficciones que ofrece.
Control parental
En HBO España se pueden encontrar series como H2O: Las sirenas de Mako, Los Thunderman, Henry Danger o la sensación francesa de animación Código Lyoko. En Filmin se pueden recuperar para preadolescentes clásicos como Érase una vez el hombre. Amazon Prime Video sí que trata de nutrir con programación propia el espectro preadolescente con ficciones como Dino Dana, Just Add Magic, Gortimer Gibbon o The Kicks. Todas las plataformas incluyen un sistema de control parental para impedir que el usuario pase de la cuenta infantil a la normal.
“El principal cambio es que dedicamos menos tiempo a ver la televisión en familia, por lo que el miedo a la elección que puedan hacer los hijos se acrecienta”, expone la profesora de comunicación. “Te puedes dejar llevar bien por el código que tienen las series de edad recomendada, pero hay que sentarse y ver al lo menos un capítulo con ellos y hablar del tema de lo que se esté viendo, así se puede decidir si es para su edad o no”, añade Álava.
La psicóloga también apunta a que se debe estimar si las series que se ven con los hijos fomentan los valores que se quieren tener en la familia y en el proceso de educación. “Educar no es ir al colegio o elegir qué instituto es bueno. Educar no es aprender un determinado examen o sacar una determinada nota. Todos educamos. También a través del modelo de los dibujos y series que ven nuestros hijos”, finaliza.
Ver series de adultos con los hijos
«Al igual que a los adultos nos pasó con el cine, las series actualmente sirven para introducir a los preadolescentes y adolescentes en una cultura audiovisual de más calidad», comenta Díez Somavilla. La experta habla de ficciones como La maravillosa señora Maisel («se puede compartir en familia como conocimiento de la situación social de la mujer en los años 50 y 60»), This is Us («el paralelismo de la vida familia de los años 70 con la actual»), Buenos presagios («por la temática de la lucha entre el bien y mal, además de la ironía») o incluso Black Mirror («en muchas ocasiones se trabaja la temática general de cómo la tecnología puede cambiar o alterar nuestras vidas en aulas de la ESO»).
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