«La madre perfecta no existe» Colaboración con Laura Peraita, del diario ABC
Escrito por Laura Peraita @LauraPeraita
Según la psicóloga Álava Sordo, «en maternidad, nuestro mayor enemigo somos nosotras mismas»
Además de recibir múltiples felicitaciones, el Día de la Madre es un momento especial en el que muchas mujeres reflexionan aún más sobre algo que les preocupa casi a diario: ¿soy una buena madre?
«No existe la madre perfecta», así de rotunda lo asegura Silvia Álava Sordo, psicóloga y autora, entre otros, del libro «Queremos Hijos Felices. Lo que nunca nos enseñaron». Explica que lo que hay que intentar es «ser la madre que necesita nuestro hijo; no la que impone el colegio, la suegra, las amigas, las películas… Se debe pensar en qué necesita nuestro pequeño y amoldarnos a ellos».
Cada madre es diferente porque, además, cada hijo es distinto. «En maternidad, nuestro mayor enemigo somos nosotras mismas porque nos imponemos metas inalcanzables. Queremos llegar a todo y eso es imposible. Debemos elegir entre aquello que es verdaderamente importante para él y para mí, y centrarnos solo en eso».
El problema de que las mujeres se sientan cada vez más exigentes con su maternidad «es que en educación opinan todos y hay que tener cuidado porque no todo lo que se dice es válido. Si alguien tiene dudas, lo mejor es acudir a un especialista antes de comenzar a martirizarse por querer hacer lo que es equivocado».
Sentido común
Lo que sí advierten los expertos es que la sobreprotección de los padres conlleva que los hijos sean menos autónomos, menos responsables, indecisos, infelices, carne de cañón para ser víctimas de acoso… Lo mejor es, según apunta Álava Sordo, dejarse llevar por el sentido común «porque nos dejamos llevar por múltiples teorías y lo mejor es decir «no» a los pequeños para enseñarles a asumir la frustración y educarles en la responsabilidad».
Explica que en la actualidad muchas mujeres se preguntan y evalúan su papel como madres, precisamente porque disponen poco tiempo para dedicar a sus hijos y perciben que no lo hacen bien. «Cuando llegan a casa tienen muchos frentes abiertos —la cena, la plancha, los deberes de los hijos, las duchas…— y un alto nivel de cansancio. Muchas madres se exigen mucho más de lo que realmente pueden llegar a hacer, y ahí está el problema. Se empeñan en que todo esté perfecto y acaban agotadas. No se dan cuenta de que lo que el niño necesita es que su madre esté bien, y lo estará si en vez de siete cosas hace tres. El tiempo de calidad, aunque sea poco, es muy importante», concluye.