«La espiritualidad ayuda a dar sentido al trauma»
Los progenitores de la niña que murió en el siniestro mandan una carta de agradecimiento a las familias del colegio y piden oraciones para la madre que causó el siniestro
Cuatro días después de que María R. C. perdiese la vida en un atropello a las puertas del colegio Montealto, sus padres, Alejandro y María, decidieron compartir una carta con el resto de progenitores y personal del centro educativo. La misiva, que hicieron llegar el lunes por la tarde, agradece las muestras de cariño y oraciones dedicadas a su hija, de cinco años, pero en ella piden también que recen por las otras dos niñas heridas en el accidente y por la conductora que lo causó. «Los padres tienen puesto el foco en el agradecimiento, tanto hacia los mensajes recibidos como en la actuación del colegio y en el trabajo de Samur y Policía. También en los cinco años vividos junto a su hija.
Tener el foco en esto facilita el duelo», analiza a ABC Silvia Álava, psicóloga infantil.
Otra de las partes principales del texto la dedican a la religión. «En el tanatorio nos han contado varios testimonios de personas que estaban lejos de la fe y que gracias a nuestra pequeña María han ido a rezar el Rosario, les invitamos a que no lo dejen», es uno de los extractos. «El amor humano es finito, pero el amor de Dios es infinito», añaden. En este sentido, Álava afirma que «la espiritualidad –no solo la religión católica– ayuda a dar sentido a un trauma, en este caso, tras una pérdida». «Para estos padres, poder pensar que la niña está en el cielo con Dios supone un alivio, porque ayuda a integrar esa experiencia traumática en su día a día. Es importante que el trauma quede integrado en el relato vital», subraya la especialista.
Agradecimiento
Hace referencia también al último párrafo de la carta redactada por los padres de la víctima. «Mariquilla –como la llamaban ellos– está gozando más que nunca en el cielo porque era una disfrutona de la vida y yo creo que ella sabía que solo allí podía estar mejor, con su verdadero Padre y su verdadera Madre», escriben al final, justo antes de agradecer a Dios por los cinco años «maravillosos» que les ha «regalado» al lado de su hija. «Cuando una persona tiene la espiritualidad alta les facilita el relato para da un sentido a lo ocurrido. Hace más fácil para la persona empezar a aceptarlo e integrarlo. Ellos no dicen que mañana vayan a estar bien, al contrario, pero el hecho de poder narrarlo e integrarlo en su vida les ayuda», continúa Álava, que menciona que escribir la carta es otra forma también de dar un sentido a lo ocurrido.
No culpar
«Pero sobre todo, lo importante, es el no culpar. Es bonito e importante la parte en la que piden a los demás que recen, pero también reclaman que se acuerden de la madre que iba conduciendo el coche que provocó el atropello. ‘No la culpéis, nosotros no lo hacemos. Ella está viviendo su propio trauma’, se entiende de las palabras que le dedican en la carta», prosigue Álava, refiriéndose a la siguiente frase de Álex y María: «Os ruego muchas oraciones por María, la madre que le ha tocado, a nuestro parecer, el peor trago del accidente, y una vez más le repetimos que se abandone al Señor para darse cuenta de que no tiene culpa alguna y que, aunque sea incomprensible, Nuestro Dios lo ha permitido para sacar bienes mayores».
Un propósito
La especialista en Psicología Infantil hace énfasis también en otro punto: el proceso de aceptación no implica negar lo ocurrido. «Ellos cuando dicen en el texto ‘Estamos metidos en nuestra cueva intentando curarnos unos a otros’, ‘no nos vemos capaces de leer tantos mensajes de cariño porque estaríamos todo el día llorando’ y ‘para poder dormir compartimos a Dumbo, el elefante peluche de nuestra bebé’ reconocen las emociones tan desagradables que están atravesando», dice Álava. «Es necesario llorar y también respetar los tiempos de cada uno», indica. Asimismo, recalca la necesidad de encontrar otro sentido a la vida: «En este caso, son los otros cinco hijos de los que tienen que cuidar. La muerte de un hijo nunca se supera, pero sí se integra en la vida».
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