¿Hay que ayudar a los niños con los deberes? Colaboración con ZEN de El Mundo
- Por BERTA G. VEGA
- De qué sirven al profesor unos ejercicios que han estado corregidos de antemano
- No todos los niños son iguales y no todos tienen la misma facilidad
- Silvia Álava: «Si se los hacemos, no llegan a hacerse responsables»
Los deberes son responsabilidad de los niños, nunca de los padres. Esa es la frase mantra, lo que reza el sentido común en la educación pero, entonces, ¿qué pasa para ese cruce de pantallazos en los grupos de WhatsApp con las tareas? ¿Por qué hay padres que hablan en plural de los deberes compartidos con sus hijos, «esta tarde nos han mandado muchos»? Depende a quién se consulte. Los expertos insisten en que los hagan solos y, eso sí, los padres se encarguen de que sus hijos dispongan de tiempo y de un espacio adecuado para hacerlos con tranquilidad, sin ruido, con buena luz. Y de resolver dudas puntuales.
Curiosamente, mientras se aconseja hacer a los niños resistentes frente a la presión del grupo, son los padres los que en ocasiones se muestran más proclives a sentirse influenciados por otros progenitores muy «hiperpadres», pendientes del último ejercicio de sus hijos.
Jesús Manso es investigador en didáctica de la Educación y psicopedagogo. En su contacto con maestros que pasan por la Universidad Autónoma, donde da clase, confirma que existe esa presión entre progenitores: «Se ha acentuado con los grupos de WhatsApp. Hay padres que se enteran de que otros están ayudando y, entonces, se ponen ellos también. Se genera una especie de competición. Los que pensaban que no era su papel, dudan y empiezan a ayudar».
La siguiente pregunta obvia es de qué sirven al profesor unos ejercicios que han estado supervisados y corregidos ya de antemano, qué información válida sobre el nivel puede sacar de ahí. «No tiene ningún sentido. Ahora que se cuestiona la utilidad de algunos deberes, así no tienen apenas», añade Manso.
Cuestión de responsabilidad
Carmen Pascual, directora del colegio Padre Coloma de Madrid, de Primaria, incide en ese papel pernicioso de algunos padres:»Hay que inculcar la responsabilidad desde el principio. En muchas ocasiones, no toman notas de sus tareas en las agendas a sabiendas de que se van a informar por los chats. Esta es una negación más, de tantas, en relación a la exigencia de los padres hacia los hijos».
Hay padres que tienen interiorizado cómo actuar: «No les debemos ayudar. Es su formación individual como personas, es su crecimiento personal, asumiendo obligaciones y responsabilidades», dice Manuel Espinosa, padre de dos hijos. Su discurso es el que va difundiendo Silvia Álava, psicóloga educativa, en sus numerosas apariciones en canales de vídeo cuando habla de los deberes: «Si se los hacemos, no llegan a hacerse responsables».
Pero no todos los niños son iguales o tienen la misma facilidad. María Rodríguez es madre de tres, una con dislexia y dos con déficit de atención: «Hay niños a los que hay que ayudar y a otros a los que no. En mi casa, los dos niños necesitan supervisión. La niña, no».
Manso incide en la desigualdad social ante los deberes, las posibilidades de tener tiempo y conocimiento para solventar dudas y, como dice María, que haya niños con necesidades más específicas: «Ahí está el perfil socioeconómico muy marcado del fracaso escolar en España y eso tiene que ver con la falta de recursos para atender a la diversidad de la Administración».
Marta Cárdenas, que admite que jamás le ayudaron sus padres a los deberes, sí lo hace ahora con los suyos: «Estamos todo el día detrás de los deberes y sacan buenas notas. Pero no veo que profundicen si un tema les interesa mucho. Creo que debería haber un rato en el colegio para que los hicieran y llegar con la tarea hecha». Ella era más autónoma, sacaba peores notas pero leía por su cuenta los cómic de Marvel.
Fomentar su autonomía
Es curioso el caso de Esther Teruel, una pedagoga que siempre aconseja dejar a los niños solos y que sean responsables. Hace un mes, sin embargo, su hija mediana llegó con una nota pésima en una asignatura. Se enteró y resulta que el profesor no explica y se limita a decirles lo que entra en el examen. Se ha tenido que sentar con ella: «Debemos fomentar su autonomía pero hay colegios o docentes que nos obligan a faltar a nuestros valores«.
Jesús Manso se hace eco de algunas quejas de padres sobre la recarga de deberes por no poder abordar todo el temario por la celebración de charlas, conferencias, semanas temáticas, etc en el colegio: «Es verdad que el curriculum no ha parado de aumentar en las últimas décadas y, a la vez, se han introducido metodologías más innovadoras y actividades que no están centradas en el conocimiento». Al final, lo que no se hace en clase, se acaba en casa.
Los deberes se van complicando, además, y llega un momento en Secundaria que muchos padres no pueden ayudar ya. Y es en ese nivel donde se produce un altísimo fracaso escolar en España.
Pero no en todos los centros los padres tienen esas preocupaciones. En un instituto de un pueblo de las afueras de Granada, Antonio, un profesor, explica que el debate no existe donde los padres no tienen ni tiempo ni formación para estar encima de los deberes de los niños. «Sí les toman la lección de memoria y comparten lo que hay que hacer por los grupos de WhatsApp, luego en Secundaria se estrellan. Mientras, los padres están con el ruido mediático de lo que es acoso escolar o de si hay que prohibir los deberes».
Y Gregorio Luri, por último, suele poner de ejemplo otros «deberes» enriquecedores que sí se pueden hacer en familia: mantener una conversación interesante a la hora de la cena, elegir de quién y de qué se habla, comentar libros o noticias. Esos sí se pueden hacer juntos.
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