¿Es correcto castigar a un hijo que hizo ‘bullying’ acosándole? Colaboración con el diario El País
Los expertos alertan de que los castigos extremos a los menores son contraproducentes para ellos y su entorno
Cuando Bryan Thornhill (Roanoke, EE UU) se enteró de que su hijo Hayden, de 10 años, fue expulsado del autobús por hacer bullying a sus compañeros que viajaban con él, no dudó en castigar severamente al pequeño: le obligó a correr hasta el colegio —a 1,5 kilómetros de distancia de su casa— bajo la lluvia mientras él lo seguía con el coche. Durante el recorrido, Thornhill lo retransmitió en directo en su cuenta de Facebook. «Han expulsado a mi hijo del autobús escolar durante tres días por ser un pequeño matón. No voy a tolerarlo, no lo soporto. Ahora tiene que ir corriendo a la escuela. Durante toda la semana lo va a experimentar. La buena noticia es que tiene un ritmo muy bueno. Solo quería enseñároslo para que os riáis un poco», escribió en un mensaje que ya ha sido borrado. Thornhill publicó un vídeo por cada día de castigo y, ante el revuelo causado por sus métodos, alegó que el «98% de las personas lo apoya». En seis días, el vídeo ha acumulado más de 1.600.000 reproducciones, ha sido compartido 38.220 veces y tiene 11,5 millones de comentarios.
¿Es bueno aleccionar a los hijos con este tipo de castigos tan severos? La psicóloga Silvia Álava, autora del libro Queremos hijos felices, subraya que, ante todo, los hijos tienen que saber que sus malas acciones tienen consecuencias que tienen que afrontar, pero antes tienen que reparar el daño que han cometido.»Habrá que preguntarse, ¿ha servido de algo que el niño corra debajo de la lluvia? ¿Corregirá con ello su actitud? ¿Reparará el sufrimiento que le ha causado a sus compañeros? La respuesta es no. Lo primero que tendría que hacer es pedir disculpas y luego, realizar alguna actividad social que lo conciencie de lo mal que lo ha hecho», apunta Álava.
El psicopedagogo Pedro Santamaría Pozo, profesional del Colegio Oficial de Madrid, agrega que cuando se detecta a un niño acosador «es importante no victimizarlo en el momento y ponerlo en manos de pedagogos que puedan trabajar con él para reconducir su comportamiento». Pozo también señala que la intervención del colegio, los padres y los agentes sociales debe ser global para entender los motivos que han llevado al menor a comportarse de esa forma. En casa, las claves son el diálogo y la escucha profunda, según recomienda Pozo. El profesional también advierte de que en casos como este es importante indagar en la relación entre padres e hijos: «Algunas veces, detrás de los comportamientos de bullying suelen existir experiencias traumáticas y violentas en el entorno familiar, social o entre iguales». «Los niños acosadores proyectan su dolor hacia los demás», señala Pozo.
Juan Manuel Díaz, psicólogo infantil, afirma que el castigo, además de no ser pedagógico, no tiene ninguna correlación con el bullying. “El menor tiene que asociar el castigo con lo que ha hecho. El pequeño puede llegar a pensar: ‘Esto me ha pasado porque mi padre se ha enterado. La próxima vez intentaré que no se entere’. Por lo que puede continuar haciendo bullying y amenazar a sus compañeros para que no lo denuncien”, expone Díaz.
Por su parte, el padre que hizo correr a su hijo hasta el colegio asegura en Facebook que el castigo ha funcionado. «Esta semana no se ha metido en líos, mientras que la semana pasada estaba totalmente fuera de sí. A esto se le llama criar a los hijos», ha escrito. Thornhill, que se describe como «un padre, un marido, un autónomo pero, sobre todo, un hombre temeroso de Dios», aconseja al resto de padres que «no sean amigos de sus hijos», sino sus progenitores y referentes.
La psicóloga Silvia Álava afirma que la frase es certera, que «los hijos tendrán amigos a lo largo de su vida» y que «son los padres los que tienen la autoridad, los que dicen lo que está permitido y lo que no». No obstante, Álava remarca que lo que no se puede hacer es apelar al miedo para aleccionar a los hijos. «De esta manera, no comprenden que lo que han hecho está mal, sino que, sencillamente, no lo vuelven a hacer por temor a ser castigados», explica.
Pero, ¿no es un castigo añadido haber grabado y publicado estos vídeos? El psicólogo infantil Juan Manuel Díaz explica que grabar al niño y compartirlo en Facebook es exponer al menor a que pase vergüenza: «El niño queda marcado como ‘el castigado que corre delante de un coche’ para siempre». Álava agrega que «la vergüenza» no va a aportar nada al problema. «¿Qué ocurrirá cuando el niño crezca y se vea en esos vídeos? Antes de compartir este tipo material de los hijos, ya sean como los que ha hecho este padre como los divertidos, hay que plantearse primero si vulneran su privacidad», comenta Álava.