El duelo: integrar una pérdida en la vida de un niño. Colaboración con Agencia EFE Salud
Alberto tiene seis años y acaba de perder a su papá. Su madre y sus abuelos no saben cómo decírselo ni cómo actuar para que lo supere. Darle la noticia de forma clara, fomentar el diálogo y trabajar en todos los ámbitos de su vida ayudarán a que el niño integre esa pérdida en su vida y que siga siendo feliz.
La rabia, la no aceptación y conductas de mal comportamiento para llamar la atención son síntomas de que un niño no está atravesando su duelo por la pérdida de un ser querido de forma correcta.
Por eso, la psicóloga infantil del Centro Álava Reyes, Silvia Álava, aconseja trabajar “con todas las áreas del niño: padres, colegio, hermanos o abuelos” además de las sesiones con el psicólogo en consulta.
Silvia Álava trató el tema del duelo, en concreto en la infancia, en en el VIII Congreso Internacional y XIII Nacional de Psicología Clínica que tuvo lugar en Granada, a finales de noviembre.
Verbalizar para no enquistar el problema
¿Cómo darle a un niño la trágica noticia de, por ejemplo, la muerte de su padre o de su madre? “Aunque suene muy duro, hay que decirle al niño: murió, eso significa que no va a volver”, apunta la psicóloga infantil.
Es muy importante aclarar al menor la idea de la muerte como el no retorno, pues a veces son tan pequeños que no entienden qué significa morir.
También hay que evitar retrasar ese momento, pues el niño sabe que algo ha pasado. Silvia Álava recomienda ser directos pero sin excesos: “No les podemos ocultar la información, pero tampoco hay que darle más de lo que necesita por su edad, no hay que entrar en detalles”.
Una vez recibida la noticia, comienza el duelo. El primer paso es la expresión, que el niño sea capaz de verbalizar su estado “con una serie de estrategias de regulación emocional”, según la especialista.
“Hablar del tema cuando ha habido una pérdida evita que se enquiste el problema”, añade.
El duelo puede verse interrumpido o no iniciarse si el niño no habla, si no tiene un espacio para comentar cómo se siente. Además, hay ocasiones en las que el menor ve tan triste al adulto superviviente que tiende a protegerlo y no expresarse delante de él.
Álava explica que, en definitiva, en el duelo, hay que trabajar la memoria autobiográfica: ser capaces de integrar la pérdida del ser querido y, aunque en determinado momento le invada la tristeza, hay que aprender a ser felices aunque esa persona ya no esté.
Niños estimulados, emociones más inteligentes
En el mismo Congreso de Psicología Clínica de Granada, Silvia Álava se encargo de desarrollar un tema ligado a la infancia y con aplicaciones también en el duelo: Inteligencia Emocional: aplicaciones en la clínica infantil.
“La inteligencia emocional es un subconjunto de inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y las emociones propios y de los demás, discriminar entre ellas y utilizar esta información para guiar nuestro crecimiento y nuestras acciones”, define Álava.
Para que el niño adquiera esa inteligencia, es imprescindible la estimulación desde su más temprana edad, pues su falta “va a tener un coste muy alto” en el desarrollo de su cerebro y sus relaciones con el entorno.
Esa estimulación en bebés comienza con el “diálogo tónico”, ese tono de voz característico de una madre al hablar a su hijo, con interrogaciones o exclamaciones, así como besos, mimos y caricias que crean un apego de seguridad.
En el taller de tres horas que impartió Silvia Álava sobre este tema, los psicólogos aprendieron los factores y modelos para trabajar el desarrollo de los niños “cuyo cerebro está en continuo crecimiento”, matiza la experta.
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