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Cuando llegué a la adolescencia tomé conciencia de que mis padres habían compartido toda mi infancia en Internet. Colaboración con Xataka

Por Alesya MO@AlesyaCrocodile

Imagínate que tu álbum familiar con toda clase de fotos íntimas estuviera publicado en Internet. Esa foto en la que estás en la taza del váter por primera vez, aquella en la que estás en bola picada en la bañera y con un tupé hecho de espuma, o tu primer día de clase llorando a moco tendido mientras miras con odio a tus progenitores.

Si tu infancia solo vive en los álbumes de fotos puedes considerarte un perfecto anónimo en términos actuales, pues mucha gente nacida después del 2000 ha visto su infancia totalmente expuesta en las redes sociales, dejando la famosa «huella digital».

No es lo mismo que esas fotos las vean cinco conocidos y pases unos minutos de «tierra trágame» a que las vean decenas (o incluso centenares) de personas, o cualquiera que decida buscarlas introduciendo tu nombre en Google.

Esto es lo que la ha pasado a Iván y Esteban, dos chicos de 18 y 14 años respectivamente, que han visto cómo sus madres documentaban su infancia en internet.

Iván Alcocer, 18 años: «Discutía constantemente con mi madre para que eliminase mis fotos»

Iván es un estudiante que nació en 2001 y recientemente ya ha llegado a la mayoría de edad. Se acuerda que entre sus 8-9 años su madre se abrió su primera cuenta de Facebook, y a la vez su primera red social.

«Ella siempre se encargó de llenar su perfil de fotos mías, también de mi hermano mayor y mi hermana menor», nos cuenta para este reportaje, «prácticamente cogía cualquier pretexto para tomarme fotografías y subirlas».

Cuando preguntaba a su madre por qué no quería parar de publicar sus fotos su respuesta era: «Soy tu madre y tengo derecho a hacerlo»

En su familia, publicar las fotos en Facebook sustituyó los álbumes de fotos familiares de toda la vida: «Me parece que el último álbum que probablemente hizo fue hace aproximadamente 10 años».

Ivadcaefwn

Durante su infancia no le supuso mucho problema que todas esas fotos fueran publicadas, pero en fases tempranas de la adolescencia comenzó a sentirse incómodo: «Recuerdo que en un principio no parecía molestarme, creo que más que nada porque no tenía una idea clara de la enorme magnitud que tenían las redes sociales y que tendrían posteriormente».

«Todo esto me empezó a molestar e incomodar a los 11 años, cuando estaba en mi último año de primaria. En ese momento era un chico muy inseguro con mi aspecto porque tenía sobrepeso, lo que me hacía odiar que más personas viesen fotos mías además de mi familia cercana. Discutía con mi madre constantemente para que eliminase las fotos, me irritaba mucho que no respetara mi deseo de no querer que expusiera mi rostro por el motivo que fuese«.

Cuando Iván le preguntaba a su madre cuál era la razón por la que no quería parar de publicar sus fotos su respuesta era: «Soy tu madre y tengo derecho a hacerlo».

Las discusiones se prolongaron hasta sus 14 años en vano, por lo que tomó otra actitud respecto a la situación a base de ver que su hermano mayor estaba teniendo las mismas discusiones con su madre. Llegaron a la conclusión «de que lo mejor era negarse rotundamente a cualquier tipo de fotografía tomada por ella o algún miembro de la familia«.

«Hace casi dos años que dejé de usar mi cuenta de Facebook y fue cuando mejoró un poco la relación con mi madre. Es algo que ya acepto y no tengo problema que pase, pero ver fotografías mías de niño o durante la pubertad en sus redes sociales aún sigue siendo algo que me irrita un poco y me desagrada. Realmente lo que me es molesto es que no respetara mi decisión de no querer que exhibiera fotografías mías que me parecían privadas. Lo tomaba como una completa ruptura de mi privacidad o de mi poder de decisión sobre mi propia imagen».

A los 11 años comenzó a usar sus propias redes sociales: «No es que me afecte hasta un punto de no poder llevar una vida en redes sociales de manera satisfactoria, pero mentiría si dijese que no me afecta en lo más mínimo, sobre todo de una manera inconsciente. Desde que tuve mis primeras cuentas en redes sociales nunca me he sentido cómodo subiendo de manera frecuente fotografías donde salga mi rostro o personas de mi familia».

Esteban, 14 años: «No es por ser ególatra, pero aprender a quererse a uno mismo está bien, y creo que las fotos ayudan a eso»

Esteban nació en 2004, el mismo año que lo hizo Facebook, y recuerda que su madre ha subido fotos de él y de sus hermanos desde preescolar, desde que tiene memoria.

«Mi madre subía muchas fotos, cada año con el uniforme del colegio, o los días que salíamos… Ahora las sube al estado de WhatsApp, que al menos desaparecen en 24 horas». Se podría considerar un alivio frente a la perpetuidad de las fotos en Facebook, ahora que existen formatos en los que estas fotos se «autodestruyen» pasadas las horas.

Al ponernos en contacto con él nos ha dicho que prefiere guardar el anonimato, al fin y al cabo es un adolescente, pero nos cuenta que de hecho a él nunca le ha molestado que su madre subiera fotos de él a su muro de Facebook: «A veces mis amigos han encontrado fotos mías de cuando era pequeño y me ha molestado, sí, pero al final se queda en algo gracioso más que nada».

«Están ya subidas a Internet y no puedo, ni quiero, hacer nada porque al final es bonito tener recuerdos aunque sean vergonzosos», nos cuenta, al contrario de lo que pudimos pensar de primeras.

Si paseamos por su Instagram, el cual empezó a usar con 12 años y por el que lo localizamos, podemos ver a un adolescente normal que sube sus dibujos y fotos estilo selfie con sus amigos. Naturalizando algo que ha vivido desde pequeño.

«No me molestaba, ni me molesta, que subiera fotos mías, es algo a lo que me he acostumbrado y hasta a veces me gusta. No es por ser ególatra, pero aprender a quererse a uno mismo está bien, y creo que las fotos ayudan a eso».

Las consecuencias de una infancia expuesta en internet

Como hemos visto arriba, cada persona es un mundo. Y así nos lo afirma Silvia Ávala Soto, psicóloga experta en crianza: depende de la personalidad de cada niño cómo le afectará el hecho de que sus padres le sobreexpongan en internet.

«Si un niño es extrovertido y tiene afán de protagonismo que sus padres publiquen fotos de ellos puede alimentar esa faceta de su personalidad», nos explica, «pero si es introvertido puede generar muchos problemas de inseguridad».

Entrevistado

«No debemos olvidar que estamos tratando con seres humanos que quizás cuando sean adultos no les apetezca en absoluto que la gente les vea cómo eran desde que llevaban pañales hasta su primer día de universidad».

La clave del asunto es el control: una persona introvertida no es alguien que no quiere exponerse en absoluto sino «alguien que controla, cuando está en un entorno seguro, qué le cuenta a quién». En internet ese control se pierde en absoluto, y algunos padres lo pasan totalmente por alto.

Silvia insiste en que «los padres deben tener cabeza, legalmente son los responsables de su hijo, y deciden por él, pero no son los dueños de su vida».

«Hay que enseñar a los niños a respetarse y a respetar. En el momento en el que pasan por alto los deseos de sus hijos y publican esas fotos en contra de su voluntad le están diciendo al niño «hago esto porque no te respeto», cosa fundamental en la educación». Esto puede hacer una mella importante en la relación entre los padres y el hijo, la sensación que se les puede quedar es que «están mercantilizando con su imagen a cambios de likes«.

«Los padres deben tener cabeza, legalmente son los responsables de su hijo y deciden por él, pero no son los dueños de su vida»

Otro punto importante a tener en cuenta la forma en que se «naturalizan» estas prácticas desde edades muy tempranas. Actualmente existe un gran problema de autoestima generalizado a causa de las redes sociales: «los adolescentes se comparan continuamente, ven un baremo que no es real, antes de conocerse siquiera a sí mismos ya procuran proyectar una imagen en las redes sociales que no es real».


«Los padres deben tener cabeza, legalmente son los responsables de su hijo y deciden por él, pero no son los dueños de su vida»

Al subir tantas fotos los padres normalizan esa actitud «de constante pose» para las fotos, de continuamente demostrar algo en las redes sociales.

Silvia hace hincapié en los padres, que «no proyecten a través de sus hijos lo que les hubiera gustado ser ni pretendan realizarse a través de ellos». Deben dejar elegir a sus hijos, cuando llegue el momento, de lo que quieren hacer con su imagen.

¿Qué puedo hacer para que mis padres retiren mis fotos de internet?

Es complicado ponerse en contacto directamente con Facebook o Google para pedirles personalmente que retiren fotos que vulneran tu privacidad, pero a cambio te ofrecen muchos formularios a rellenar (a ver si hay suerte).

Por una parte, Facebook te ofrece un formulario para pedir que retiren tus fotos. Por otra parte, Google te ofrece otro formulario para retirar tus imágenes en el buscador. Por último, si a tus padres les da por ser youtubers, Youtube tiene otro formulario para ti. La fiesta del formulario.

Anaïs Figueras, Directora de Comunicación de Google España y Portugal, nos explica que «lo mejor es que cualquier usuario pida a la persona que aloja el contenido en dicha página que retire la información, porque de esta manera Google la deja de indexar. Si en el caso de que los padres han subido las imágenes, luego no quieren retirarlas y no se lleva a un entendimiento entre ambas partes, se puede optar por los formularios».

Sin embargo, esto es un remedio al problema una vez llevado acabo, no una solución que evite que suceda. Puede ser que se retire ese contenido a posteriori pero realmente el daño está hecho ya una vez subidas y expuestas. Lo mejor es la prevención por parte de los padres. «La idea es concienciar tanto a padres como a niños sobre de qué manera usar responsablemente Internet», como nos dice Anais.

En España todavía no ha habido ningún caso de demanda por parte de hijos a sus padres, los menores no pueden demandar a no ser que estén emancipados o hasta que cumplan la mayoría de edad (a pesar de que con 14 años pueden decidir sobre su imagen); pero en Italia y Francia ya se han realizado denuncias con multas entre los 10.000 y los 45.000 €.

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Sergio Carrasco, abogado especializado en derecho al olvido y reputación online, nos explica que en España «los conflictos en casos de sharenting que han llegado a los Tribunales se refieren a discusiones entre los padres, no del hijo hacia los padres».

Pero nos aclara que «en España podría llegar un caso así a los Tribunales, pero debemos tener en cuenta además la naturaleza misma del contenido». Por ejemplo, en el caso de Italia la demanda llegó a esos niveles porque el hijo mostró todas las formas en las que le había afectado a nivel personal que sus padres compartieran ese contenido por las redes sociales.

«Será en los próximos años, cuando estos menores empiecen a ser conscientes de todo el contenido que sus padres han compartido, que este tipo de actuaciones comenzarán a darse con más asiduidad. Un comentario o una fotografía, una vez subidos a Internet es difícil de que sean totalmente eliminados y pueden afectar tanto a su vida social como profesional».

FUENTE: Xataka.com

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