¿Cómo se puede ayudar a un niño (desde el punto de vista del médico) a que su visita al dentista sea lo más agradable posible?

Niños y dentistas foto absolutsevilla.comPor regla general los niños tienen una gran capacidad de observación. Incluso superior a la de los adultos. Es por eso que lo primero que van a hacer cuando llegan a la consulta es fijarse en cómo está, en su decoración, su distribución… Es aconsejable, que en la sala de espera pueda haber alguna mesa y sillas pequeña para que ellos se sienten, que tengas cuentos o tebeos… algo que les haga saber que allí van niños, lo que puede ayudar a que se tranquilicen.

Citar a varios niños seguidos también es otra práctica recomendable. Cuando el niño ve a otros niños, se normaliza la situación, y si además el resto de niños, se portan bien, obedecen al dentista, y son “valientes” y no lloran, reforzará su conducta positiva.

Una vez que el niño está dentro, lo ideal es que pase solo a la sala, a no ser que se trate de un niño muy pequeño (bebés o niños menores de tres años que los padres tendrán que sujetar) o niños con necesidades especiales. No solo porque de esta forma el profesional solo tiene que atender al niño (hay padres que no dejar de hablar, preguntar, y demandan casi tanta atención como el niño); sino porque los niños se portan de forma diferente cuando los padres  están delante (y generalmente suele ser peor).

Otra cosa que debemos de tener en cuenta es que el niño va a valorar al profesional en cuanto entre por la puerta. Por lo que lo primero que debemos hacer será ganarnos su confianza. Ayudará que vea que su dentista, es agradable y amable, a la vez que firme y seguro.

Podemos preguntarle cómo se llama, cuál es su cole, cuál es su equipo de fútbol favorito… de esta forma ayudaremos a que se genere un clima de confianza.  Que el niño sepa lo que van a hacer también puede ser positivo. No hay que darle todos los detalles, ni utilizar un lenguaje técnico, pero si explicarle cosas que él pueda entender, como “ahora vas a abrir la boca, para que pueda revisar los dientes con ayuda de este espejito y ver si hay alguno que está picado”.

No hay que mentirle, pues perderemos toda la credibilidad. No le digamos que no le vamos a pinchar si puede que necesite anestesia. Pero tampoco anticipemos ni le demos más información de la necesaria.

Una vez que se ha iniciado el proceso en sí, tenemos que conseguir que el foco de atención del niño no esté en sí mismo, si no que intentemos mantener un foco de atención externo, para que no focalice la atención en lo que siente, no solo por el dolor, sino por la percepción de sus nervios (la respuesta en una situación de ansiedad se dispara cuando el foco de atención es uno mismo). Podemos entretener al niño preguntándole por sus juegos o deportes favoritos, o incluso plantearles una adivinanza, para que estén entretenidos y el foco de atención no esté en ellos mismos.

Una vez finalizado el proceso, es importante reforzar mucho al niño. Elogiar su conducta, lo bien que se ha portado… E incluso decírselo a los padres para que también puedan reforzarle. De esta forma, el niño se sentirá bien, y no pondrá problemas para volver a la consulta.

 

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