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Así podemos motivar en clase a un niño con TDAH. Colaboración con el diario ABC

Minimizar las distracciones, adaptar las pruebas de evaluación y la comunicación constante entre padres y profesor son pautas que ayudan a mejorar su rendimiento escolar

¿Debe un niño con TDAH alimentarse igual que otro niño sin este trastorno?

Por Raquel Alcolea Díaz

¿Tiene la misma capacidad de aprender un alumno con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) que otro niño sin esa dificultad? ¿Cómo puede ayudarle y motivarle el profesor en el día a día? La directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, Silvia Álava, afirma que el potencial intelectual de los alumnos con TDAH es igual al de otros niños. «Lo que sí es diferente es su capacidad de atención, que es en realidad lo que podría afectar a su capacidad de aprendizaje», aclara.

A la hora de garantizar que aprenda al mismo ritmo que el resto de sus compañeros, Silvia Álava explica que habría que tener en cuenta algunas pautas que le ayuden a minimizar las distracciones como situarlo en los puestos delanteros de la clase, siempre que se pueda; mantener el contacto visual con él durante las explicaciones, estimular su atención con preguntas sobre lo que han aprendido durante la lección o evitar que se sienten al lado de las ventanas o junto a niños que hablen a menudo en clase.

Otras fórmulas útiles en el día a día se centrarían en asegurarse en clase de que ha entendido las normas de trabajo pidiéndole «feedback», recordar la necesidad de repasar la tarea de manera frecuente (es mejor que no espere a finalizar la tarea para evitar que tenga que repetirla entera) y enseñarle a trabajar con autoinstrucciones, de modo que cuando se ponga a trabajar con un ejercicio tenga un diálogo interno similar a éste: «Miro, leo y digo todo lo que veo, me pregunto qué tengo que hacer, me pregunto cómo hacerlo y planifico, me digo que tengo que estar muy atento y por último me pongo a escribir».

El profesor tendrá que entender que les cuesta estarse quietos y tendrán que permitirle una cierta movilidad. Asimismo, tendrá que estar más pendiente de él y «rescatarlo» si percibe que se ha perdido en alguna explicación. «Aunque no siempre será necesaria una adaptación curricular significativa, podrían ser efectivos cambios en la forma de evaluarlo, con exámenes orales que permitan ir controlando la adquisición de la materia, o exámenes escritos más cortos o con pruebas cuyas preguntas sean presentadas de una en una para favorecer que se centren en la tarea», aclara Álava.

Cuando esté cansado y distraído, es conveniente no forzarle a que siga trabajando. Es mejor dejar que descanse y se reponga (se le puede pedir que vaya al baño, que se lave la cara con agua fría, que beba un poco de agua fría) y que después continúe con la tarea. «Empeñarse en que realice el mismo número de ejercicios que sus compañeros en las mismas condiciones, puede ser contraproducente», explica.

Coordinación entre familia y colegio

Los padres del niño, por su parte, deben proporcionar tanto al colegio como al tutor un informe de evaluación previo que permita conocer sus puntos fuertes, pues así podrán potenciarlos y establecer un plan de actuación lo más adecuado y personalizado posible. «Cuanta más información tenga el colegio, mucho mejor. La idea es que los profesores trabajen con el alumno el refuerzo positivo, pues en los casos de niños con TDAH se corre el riesgo de hacer hincapié en sus puntos débiles, en lugar de reforzar sus habilidades y sus aciertos», aclara Silvia Álava.

Así, la experta aconseja que se valore siempre el esfuerzo, no solo los resultados.

La comunicación constante entre padres y profesor, a través de la agenda escolar o de la fórmula prevista en el colegio, puede ser una gran aliada para garantizar el aprendizaje del niño. «En dicha comunicación debemos hacer referencia a los aspectos positivos del alumno, además de citar los problemas y lo negativo, pues la experiencia con niños con TDAH nos dice que los premios por un comportamiento correcto son mucho más efectivos que los castigos cuando no hacen algo bien», revela la psicóloga infantil.

En casa conviene que el estudio tenga una duración limitada pues, tal como explica la experta no es útil prolongarlo sistemáticamente. Tampoco ayuda sobrecargar al niño con actividades de refuerzo por encima del tiempo real disponible o con más deberes de los que pueda abarcar. Si lo hacemos, en lugar de favorecer el aprendizaje es probable que fomentemos un rechazo al estudio.

FUENTE: Diario ABC

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