Entradas

5 consejos para preparar los exámenes de la EvAU o selectividad y sacar el máximo rendimiento al estudio

Los nervios y la presión por sacar la nota de corte que necesitamos para entrar en la carrera que queremos, son protagonistas indiscutibles de estos días; pero es posible minimizar esa ansiedad y preparar bien esta prueba.

laSexta.com    

«Somos mucho más que una nota«,

Aseguraba a laSexta.com la doctora en Psicología Silvia Álava. Que el examen de selectividad (o de la EVAU o EBAU, según comunidades autónomas) es tan solo una prueba más en nuestra vida, importante sí, determinante para estudiar lo que queremos también, pero no imprescindible en nuestra vida. Nuestra valía como personas ni como profesionales no dependerá de este examen ni de ningún otro.

Por ello es importante ajustar las expectativas, saber que este examen aunque es importante, es solo una prueba más de las muchas que hay que pasar en la vida (nos guste o no, sea o no necesario). Y que a pesar de los nervios, podemos aumentar nuestra concentración y planificarnos bien para estudiar.

De hecho, más del 95% de los alumnos que se presentaron el año pasado a la selectividad aprobaron: el 96,06% de los 200.000 alumnos que se presentaron en toda España. Pero es cierto que esto también puede suponer una presión para los/as estudiantes: ¿Y si soy el único/a de mi clase que no aprueba? Realmente, insistimos: no pasará nada porque siempre que, al menos en esto, siempre existen segundas oportunidades; y hasta terceras y cuartas. Puedo equivocarme hoy, pero mañana no.

Presión por llegar a la nota de corte

No obstante y como asegura Pedro Civera, profesor recién jubilado de secundaria, «la presión por llegar a la nota de corte, estudiar y enfrentarse a tantos exámenes seguidos puede provocar en los alumnos una sensación de ansiedad y colapsos en los estudios. Pero existen algunas herramientas que ayudan a implantar buenos hábitos para sacar el máximo provecho de las horas de trabajo». Y dejar así a un lado esos nervios que tanto nos descolocan.

Así, expertos y especialistas en educación de la plataforma de aprendizaje y participación Kahoot! apuntan 5 consejos para ayudarnos a estudiar mejor estos exámenes de selectividad.

1. Planificar el estudio y establecer metas realistas

Según explica Nacho Gago, profesor de secundario, es importante que a la hora de organizar el estudio, «los estudiantes establezcan metas realistas, definan objetivos alcanzables y se pongan a prueba antes de presentarse al examen. Estudiar el día de antes del examen puede resultar en una calificación positiva pero de esta manera no se adquieren los conocimientos necesarios. Hay que preparar el temario poco a poco, haciendo resúmenes, esquemas e ir reforzando día a día».

Por otro lado, hay que tener en cuenta que «en las horas de mayor rendimiento, cuando la mente está más fresca, se deben planificar los contenidos que requieren memorización y, en las horas en las que está más cansada, ejercicios prácticos que te permitan estar concentrado», añade el experto. Esto suele ser un truco que siempre funciona.

2. Descansar cuando sea necesario para aumentar la concentración

«La concentración es un proceso que consiste en centrar voluntariamente toda la atención de la mente sobre una actividad que se está realizando evitando distracciones externas. La televisión, compañeros, ruidos del vecino, el uso erróneo del teléfono y levantarse a picar algo en la nevera, son solo algunas de las distracciones a las que se enfrenta un estudiante», sostienen los expertos de esta plataforma.

De hecho, «actualmente, son muchos los estudiantes que caen en el error de utilizar el móvil para conectarse a las redes sociales mientras estudian, incidiendo directamente en su rendimiento. Para evitar este tipo de distracciones, los alumnos deben desconectar cada una hora unos diez minutos aproximadamente», aconseja Gago.

De hecho, son muchos los expertos, añade Civera, que afirman que «cuando el cerebro no puede más, es necesario parar, moverse y desconectar. Por lo que si estás cansado/a o preocupado/a date un descanso, te costará mucho más concentrarte y ser productivo por lo que es recomendable echarse una siesta o dar un paseo para poder estudiar mejor más tarde».

3. Cuidar la alimentación, hacer deporte y dormir bien

Es sin duda una de las claves más importantes. En el artículo las 10 claves de una nutricionista para estudiar mejor la selectividad, Laura Llorente explicaba lo más importante que debíamos tener en cuenta, fundamentalmente, en estos días de estudio.

Así, y según estos especialistas, «el cerebro consume muchísima energía cuando se estudia, por lo que comer de manera saludable es un aspecto esencial en el estudio. En ese sentido, salir a correr, jugar un partido de tenis o ir al gimnasio, ayuda a mejorar la capacidad cognitiva», sostienen Gago y Civera.

Así, «una reciente investigación llevada a cabo por la Universidad Miguel Hernández de Elche ha comprobado que la actividad física estimula la capacidad para aprender y memorizar conceptos«, aluden los expertos; así como la importante del buen descanso y dormir las horas suficientes: es clave para mantener la mente fresca y enfocada en los estudios.

4. Utilizar herramientas de estudio que fomenten la motivación

Las nuevas tecnologías no son el futuro sino que forman parte de nuestro día a día, niños, jóvenes y adultos. Por lo que «además de los libros de texto o apuntes ofrecidos por los profesores, existen otros recursos como los vídeos en línea, infografías, juegos o aplicaciones que crean cuestionarios que complementan los estudios», indican los especialistas.

«Antes, las canciones inventadas con el temario eran las fieles aliadas para los que les costaba concentrarse en el estudio. A día de hoy, existen nuevas formas de aprendizaje facilitadas por las nuevas tecnologías que complementa la retención de conocimientos y el aprendizaje a través del juego», añaden. Por lo que también es un recurso si al alumno le resulta más fácil estudiar así.

5. Socializar y controlar el estrés

La vida social es muy beneficios: pasear, escuchar música, ver una serie u otros hobbies pueden mitigar el estrés provocado por la selectividad. Además, tal como recomienda Civera, puede ser útil «hacer una lista con todo aquello que se ha conseguido para llegar a donde se está ahora y recurrir a ella cuando uno se siente agobiado. También se pueden buscar meditaciones guiadas o practicar la respiración constante o mindfulness», todo lo que a uno/a le ayude a estar más tranquilo. Cada persona tendrá sus propias herramientas.

FUENTE: lasexta.com

III Estudio sobre la percepción del bullying en la sociedad española

El objetivo de este estudio es conocer la opinión que tienen las madres/padres, docentes y niños y niñas sobre el bullying o acoso escolar y su situación en España.

  • Casi 4 de cada 10 españoles han tenido constancia de alguna situación de bullying en el centro educativo de sus hijos (En mayor medida: madres y padres de entre 25 y 34 años, con estudios superiores, con hijos de 10 a 14 años).
  • El 76% de los profesores creen que ni ellos mismos ni los centros educativos están preparados para temas de acoso escolar.
  • El 93% de los españoles cree que los padres de los acosadores suelen tratar de ocultar, minimizar o justificar el acoso escolar que ejercen sus hijos

Descárgate aquí y lee el informe completo de TOTTO:

¿Ha cambiado la pandemia nuestra personalidad? Un estudio lo sugiere… y no hemos «salido mejores»

Hallan cambios en la personalidad aparentemente ligados a la pandemia, sobre todo en jóvenes, que se reconocen más neuróticos y menos amables que en 2019

Por Mario Viciosa

¿Sientes que has perdido en amabilidad? ¿Actúas con menos empatía? ¿Te sientes más neurótico o neurótica que en 2019? No eres la única persona. No resulta sorprendente, pero un estudio, publicado en PLoS ONE, ha detectado cambios en la personalidad en los últimos dos años de pandemia en un número significativo de personas.

Esto es relevante, porque tradicionalmente en psicología “se entiende que es difícil cambiar la personalidad”, precisa a Newtral.es la psicóloga Silvia Álava Sordo. Por acotar definiciones: ‘personalidad’ es una categoría que nos define a partir de un componente biológico “o genético, que asociamos con el temperamento, y otro ambiental, que puede ir cambiando”. Se deriva de la conducta.

Es algo distinto al comportamiento, que parece evidente que ha mutado en los últimos dos años. Podríamos citar tantos testimonios como personas hay en un país. Tú misma o mismo podrías relatar tu experiencia: o bien te pusiste a hacer pan –cosa que antes no hacías–; o a comer mejor; o a beber más alcohol; o a salir menos –cuando estaba permitido–. Pero, por ejemplo, difícilmente habrás cambiado tu personalidad como para dejar tu querido y previsible trabajo de oficinista para dedicarte a recorrer el mundo en un globo aerostático autofabricado, aun dándote miedo volar… O sí.

No, no salimos mejores

En la personalidad, hay cinco rasgos que se presuponen poco alterables en el tiempo y algunos, más bien ajenos a nuestras vivencias, aunque no del todo. ¿Tan brutal ha sido el impacto de la pandemia colectiva e individualmente como para que se hayan producido cambios en la personalidad?

La idea es que la pandemia nos ha convertido ‘en otras personas’ para ciertos rasgos. “Los llamados big five en psicología: neuroticismo, extroversión, apertura a lo nuevo y empatía o responsabilidad, aunque podríamos considerar otros”, matiza Álava, que no ha participado en este nuevo estudio.

La personalidad se considera algo estable, que no cambia fácilmente por eventos estresantes como catástrofes.

La personalidad de los adultos jóvenes fue la que más cambió

Y aquí vienen los detalles del estudio: el equipo que lo ha desarrollado, de la Universidad del Estado de la Florida (EE.UU.) liderado por Angelina Sutin, destaca que “en pandemia, la personalidad de los adultos jóvenes fue la que más cambió, con aumentos marcados en el neuroticismo y disminuciones en la amabilidad y la ‘escrupulosidad’ o empatía”. Este último término se entiende aquí como cierta conciencia de nuestros actos, algo cercano a autocontrol o responsabilidad o, dicho en ciertos contextos coloquiales, ‘cortarse un pelo’ en pandemia.

Los sujetos analizados, unos 7.000 estadounidenses, tendieron a volverse “más malhumorados y más propensos al estrés, menos cooperativos o confiados y menos comedidos y responsables”. Pero no fue lo mismo 2020 que 2021. En el segundo año de pandemia, los más jóvenes se hartaron antes y reconocieron ser menos empáticos, por ejemplo.

Más neuróticos, menos empáticos…

Más neuróticos, menos empáticos… Suena a que no se ha cumplido aquel eslogan de 2020 de «saldremos mejores«. En perspectiva, la psicóloga Sarai Fernández (Center Psicología Clínica) cree que aquella afirmación solo podría haber tenido sentido desde el punto de vista de la resiliencia. Pero incluso con este sentido, “hemos llegado al límite para sobreponernos”.

A su modo de ver “no, no hemos salido mejores personas, creo que lo teníamos clarísimo. Somos animales sociales. Cuando dejamos de entrenar esas habilidades sociales, perdemos esa ‘masa muscular’ emocional”. Eso se percibe especialmente en el “rasgo del neuroticismo (el más ligado al estado de salud mental), sobre todo en adolescentes, que están en aprendizaje social”. Muchos de ellos han vivido el paso de la infancia a la adolescencia encerrados o con una socialización casi limitada a las pantallas. Eso marca.

Desde la Universidad de Medicina y Salud de Irlanda, la psicóloga Jolanta Burke apunta que “los cambios de personalidad detectados en este estudio pueden explicar de alguna manera la disminución en el bienestar que hemos visto durante la pandemia”.

Un impacto colectivo sin precedentes, “ni siquiera una guerra”

El estudio es complejo. Y no menos complejo es sacar conclusiones en caliente; la pandemia ni siquiera ha acabado. Jugamos con esos cinco rasgos universales pero con matices locales. ¿Cómo se miden estas cosas? Lo explica el psiquiatra en el Hospital Clínic de Barcelona Joaquim Raduà, de IDIBAPS en el SMC de España: “Las pruebas de personalidad valoran la tendencia de una persona a mostrar comportamientos parecidos en diferentes contextos. Por ejemplo, para medir tu extraversión te preguntan si tiendes a hablar con los demás en la mayoría de las situaciones, si eres habitualmente sociable, etc. Todos podemos sentirnos más habladores un día y más reservados otro. Pero una persona con extraversión elevada tiende a ser habladora o sociable la mayoría de las veces”. 

En general, los estudios anteriores no habían detectado asociaciones entre los eventos estresantes colectivos (terremotos, huracanes, etc.) y el cambio de personalidad. Sin embargo, la pandemia de coronavirus ha afectado a todo el mundo y a casi todos los aspectos de la vida, incide la doctora Álava.

“Los estudios hechos en situaciones extremas son los que te permiten ver cambios, mínimos, pero ahí están”, señala. “La pandemia tuvo algo único. Nos encerramos prácticamente todos en el planeta. La humanidad estaba amenazada por igual. Ni siquiera su impacto es como el de una guerra. Las guerras son estresantes para quienes las viven, pero no tienen incidencia mundial”, apunta.

Tampoco es comparable a otras calamidades de gran impacto. “En las catástrofes naturales opera la psicología de emergencias –recuerda Sarai Fernández–. Crea un trauma de un solo momento, personal o vicario; igual que el terrorismo, como el 11-M. Hay gente que adquirió un trauma de verlo por la tele, desarrolando miedo a coger el tren”. Es distinto a una pademia, nueva, sostenida y cambiante. “Al final, tenemos hartazgo”.

Para los autores del estudio, hemos tenido que cambiar tantas formas de relacionarnos que, al final, eso ha inducido a un cambio en la personalidad. “Pequeño, pero significativo”. Y eso va por edades. Y no fue lo mismo 2020 que 2021.

El cambio en la personalidad en pandemia se notó más en jóvenes

El equipo de Sutin hizo análisis previos a la pandemia (mayo de 2014 y febrero de 2020), evaluaciones al comienzo de la crisis (marzo a diciembre de 2020) y posteriores (2021-2022). Se analizaron 18.623 valoraciones (una media de 2,62 por participante, todos mayores de edad).

De acuerdo con otros estudios, hubo relativamente pocos cambios entre los rasgos de personalidad previos a la pandemia y los de 2020, con solo una pequeña disminución en el neuroticismo. “Normalmente, al hacernos mayores solemos ir puntuando más bajo en ese rasgo, tenemos más estabilidad”, explica Álava. Sin embargo, se han visto disminuciones en la extraversión, la amabilidad y la empatía cuando se compararon los datos de 2021-2022 con la personalidad previa a la pandemia.


En 2020, la gente ‘se cortaba más’, tenía más responsabilidad. Eso cambió en 2021, donde se desplomó el ‘mantener las formas’ en jóvenes, pero no sólo.

En este estudio, los cambios fueron de casi una décima parte de una desviación estándar, lo que equivale a aproximadamente una década de cambio normativo de personalidad, según la profesora Sutin. La peor parte parece que se la llevaron las personas más jóvenes. El grupo de adultos de mayor edad no mostró cambios estadísticamente significativos en los rasgos.

De hecho, los mayores de 65 años se ‘volvieron’ en todo caso un poco más amables. Pero destaca especialmente el apartado de la empatía, aquí entendida como ‘autocontención’. Los menores de 30 pegaron un cambio brusco en 2021, no en 2020. Reconocieron que en lo que más variaron fue en ‘tener menos escrúpulos‘, del orden de 10 veces menos que los mayores de 65, que también mostraron una menor capacidad de contenerse. “Tiene sentido, ligado a la respuesta a las restricciones”, interpreta Álava.

Por su parte, junto a su colega psicólogo Miquel Àngel Fullana, el doctor Raduà cree que “los resultados de este estudio, en caso de que se repliquen, podrían indicar que con la pandemia las personas cambiaron algunos de sus comportamientos habituales” y con ellos, la personalidad. Pero la clave es si esos cambios vinieron para quedarse.

¿Es cosa de la pandemia o hay algo más?

Distingamos, una vez más, comportamientos de personalidad. Los comportamientos, a la larga, también nos definen. “Para algunas personas mayores, las videollamadas les abrieron una ventana al mundo (que han mantenido), amortiguando algunos aislamientos –señala Álava–. Pero hay que tener cuidado, porque en más jóvenes, familiarizados con redes sociales, sí se ha detectado un aumento de la soledad”.

Camino de dos años y medio después del confinamiento, “encontramos más comportamientos hostiles, sobre todo”, explica Fernández desde su experiencia. Hay “más irascibilidad” y también “sintomatología más depresiva”. Pero eso no implica que definitivamente nos hayamos vuelto más neuróticos, menos empáticos, más introvertidos y menos abiertos. “Habría que hacer estudios a más largo plazo”.

Los autores concluyen que si estos cambios en la personalidad de la pandemia son duraderos, se probará que los eventos estresantes en toda la población pueden torcer ligeramente la trayectoria de la personalidad, especialmente en los adultos más jóvenes. De la misma forma que se ha demostrado que el distanciamiento físico altera nuestras emociones y percepción del tiempo. “Nada es igual a un abrazo por mucho que hoy tengamos Skype”, ejemplifica Álava.

Eduard Vieta (CIBERSAM y Hospital Clínic) es algo más crítico. “El estudio tiene cierta validez, pero también limitaciones, especialmente al hacer atribuciones a la pandemia, ya que los cambios pueden ser debidos a otros factores”, cree este psiquiatra. Destaca que no es lo mismo Estados Unidos que otros países con otras restricciones y cultura (es diferente implantar una mascarilla en Norteamérica que en Asia-Pacífico). Y destaca el peso de la salud mental, antes y después de los confinamientos y la crisis por el coronavirus.

“Más que cambios en la personalidad, la pandemia ha destapado problemas de salud mental que veníamos acarreando. Un vendaval ante una casa con los cimientos tocados”

Silvia Álava, psicóloga

“La personalidad es una cualidad relativamente estable; los cambios detectados parecen los esperables en un contexto de estrés. Encajarían con el aumento detectado de problemas de salud mental (conducta alimentaria, autolesiones, etc.) observado en la población más joven en 2020-2021“, apunta Vieta en el SMC de España.

La profesora Burke añade una paradoja en The Conversation: “Muchos nos volvimos más conscientes de la salud, comiendo mejor y haciendo más ejercicio. Buscamos cualquier conexión social e intentamos reenfocar nuestra atención en el crecimiento psicológico, emocional e intelectual”. Eso, en nuestra conducta. Pero “la salud mental y el bienestar disminuyeron significativamente. Esto tiene sentido dados los cambios drásticos por los que pasamos“. Y eso puede permear ligeramente en nuestra forma de ser y nuestra identidad.

En este sentido, la experiencia clínica en España de la doctora Álava ha revelado que han saltado las costuras de esa salud mental, más que las de la personalidad. “No teníamos suficientes herramientas para regular nuestras emociones. La pandemia ha destapado problemas de salud mental que veníamos acarreando. Llegábamos justos. Un vendaval ante una casa con los cimientos tocados”, concluye.

FUENTE: Newtral.es

Colaboración con las Jornadas de Orientación Profesional 2022

Fecha: 14, 15, 16 y 17 de Marzo 2022

Horario: 9 a 15 horas

Dirigido a: Alumnos de 1º y 2º de Bachillerato, y 4º de ESO

Objetivo: Orientar a los alumnos para que puedan elegir la carrera universitaria.

Contamos con 32 ponentes relevantes: 24 salidas profesionales universitarias y 8 salidas profesionales de FP.

También participan las mejores Universidades de España y centros de Formación Profesional que presentarán su oferta para que los estudiantes decidan dónde estudiar.

Mi charla será el próximo 15 de marzo, y podéis encontrar toda la información en http://jornadasdeorientacion.es