¿Por qué el disfraz de «El juego del calamar» no, y el de otros personajes monstruosos y asesinos sí?
Hay colegios en los que no se permite a los niños acudir con el disfraz de la polémica serie. Esto es lo que explican los psicólogos al respecto.
Avisos en los colegios
Durante las últimas semanas algunos colegios están avisando a los padres para que sus hijos no vayan a la celebración de Halloween con el disfraz de la polémica serie de El juego del Calamar. Se trata de una medida, según apunta Sonia Castro, psicóloga en el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP), que pretende «no fomentar y evitar posibles conductas violentas y comportamientos agresivos entre los más pequeños».
Según esta psicóloga, existen numerosos estudios que confirman una relación entre la exposición a la violencia en distintos contextos (colegio, vecindario, casa y televisión) y el desarrollo de conductas agresivas en la infancia y adolescencia, puesto que aprenden conductas agresivas a través de la imitación de modelos agresivos.
Mayor conciencia sobre proteger a los más pequeños
Pero, ¿por qué el disfraz de esta polémica serie no y el de otros personajes sádicos y monstruosos sí? «La actualidad de esta serie tan criticada por la facilidad de acceso a la que han tenido los menores de 16 años la ha puesto en el punto de mira —asegura la Doctora en Psicología Silvia Álava Sordo—. Lo cierto es que parece que hay mayor conciencia sobre proteger a nuestros menores o, en el caso de no haber la suficiente, se pretende con este tipo de medidas comenzar a crearla. Si los niños pequeños ven este disfraz, querrán saber más y buscarán donde sea para conocer qué representa. De este modo, tendrán acceso a imágenes terribles que, por edad, no están en condiciones de gestionar ni cognitiva ni emocionalmente. Les quedarán grabadas en su cerebro y les pasará factura».
Considera que es lógico que en los colegios lo prohiban «debido a que los profesores están observando que en los patios de recreo los niños reproducen los juegos que aparecen en esta serie televisiva, que tienen una apariencia infantil, pero un final violento y de muerte. Si los niños van disfrazados como en la serie, se les está dando «permiso» a este tipo de juegos. Los colegios que lo han prohibido están dando un mensaje de coherencia puesto que no pueden emular jugar a algo que se ha mostrado en una serie no apta para su edad».
Los padres deberían evitar algunos personajes
Destaca Silvia Álava Sordo que otros personajes como Freddy Krueger o la niña de El Exorcista no están ahora tan de moda «y los niños no tienen tanto interés por disfrazarse de ellos, pero igualmente —advierte— los padres deberían evitar que sus hijos fueran con este tipo de disfrazaces y optar, según las edades, por los típicos de una calabaza, un esqueleto o una bruja, por ejemplo».
Esta advertencia la realiza en virtud de su experiencia profesional. «En mi consulta he tenido niños que después de Halloween tenían muchos episodios de terror y un miedo incapacitante porque al disfrazarse de uno de estos personajes sanguinarios y asesinos han buscado más referencias en internet y han accedido a imágenes para las que nos estaban preparados».
Las modas
De la misma opinión es Sonia Castro al asegurar que en estas semanas la serie El juego del calamar está de moda, puesto que muchos líderes de opinión, instagramers y streamers están hablando de ella. «El efecto que esto provoca en los adolescentes es que quieran saber, conocer y sea referente para ellos». Señala que «otros disfraces terroríficos no están de moda, no están en el candelero, su momento culmen ya pasó y, por lo tanto, no tienen el mismo interés y no tendrán el mismo efecto».
Castro también matiza que, además, si un niño ve a sus compañeros de clase vestidos con el disfraz de esta serie para adultos se puede producir como efecto, muchas veces inconsciente y desapercibido, «una presión social ejercida por el grupo y puede hacer que el alumno considere que sea una moda, quiera ser parte del grupo, se normalice y quiera disfrazarse de lo mismo en Halloween. Aquí entra en juego el concepto de “desindividualización”; es decir, disminución de la responsabilidad al estar dentro de un grupo que lleva a las personas a mostrar comportamientos desinhibidos, violentos, anti-normativos, criminales e irracionales. A los niños y a los adolescentes les es difícil separar lo que es ficción de lo que es real por su estructura cognitiva».