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La pandemia pasa factura psicológica. Colaboración con Consumer

DE LA NOCHE A LA MAÑANA HEMOS SUFRIDO UNA SOBREDOSIS DE MALAS NOTICIAS Y NOS HEMOS VISTO ABOCADOS A UNA CONVIVENCIA INTENSA. AHORA QUE EL FINAL ESTÁ MÁS CERCA, DOS EXPERTAS NOS AYUDAN A VOLVER A UN ESCENARIO QUE NUNCA SERÁ IGUAL. PERO HAY QUE INTENTARLO.

En estos días en los que tanto se habla de la huella económica que dejará la crisis del coronavirus, también es importante ocuparse de la huella psicológica que ha podido producir en nosotros y que podría afectarnos durante las próximas semanas, puede que también meses. Si en los inicios del confinamiento, según una encuesta realizada por EAE Business School, las emociones de los españoles eran bastante positivas –solo un 5% decía tener mucho temor, un 17,5% sentirse realmente triste y un 73% encontrarse seguro–, ahora es el momento de comprobar de qué manera el tiempo transcurrido ha favorecido sentimientos de miedo, tristeza o inseguridad.

En este sentido, una revisión reciente, publicada en la revista The Lancet el 26 de febrero de este año, ha analizado el impacto psicológico que tuvo la cuarentena en distintas crisis sanitarias, como la del SARS, la gripe A (H1N1) o el ébola. Y de sus conclusiones podemos extraer que el aislamiento provoca en los ciudadanos sentimientos de confusión e ira, así como síntomas de estrés postraumático que son tanto más severos y persistentes cuanto mayor ha sido la duración del confinamiento.

“Esta revisión –explican los autores– sugiere que la cuarentena a menudo se asocia con un efecto psicológico negativo, algo que no es sorprendente durante el periodo de aislamiento. Sin embargo, existe la evidencia de que este efecto todavía se puede detectar meses o años más tarde”.
¿Cómo prepararnos para superar emocionalmente la huella que ha podido dejar en nosotros la experiencia vivida a lo largo de las últimas semanas? Para ayudarnos a lidiar con los sentimientos y las emociones negativas que pueden dificultar nuestra readaptación a la vida cotidiana hemos hablado con la doctora en Psicología y experta en psicología educativa Silvia Álava y la neuropsicóloga y profesora de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Europea de Madrid Elisabet Marina Sanz. Ambas nos recomiendan, antes de adentrarnos en ver cómo reajustamos las relaciones familiares, sociales y laborales, empezar por mirar hacia dentro, hacia nosotros mismos, identificando aquello que nos sucede.

Mirar adentro: ¿cómo estoy?

Atento a las señales. El alivio por ver que la situación mejora puede ir acompañado de un bajón emocional. En plena situación traumática aguantamos, tiramos… pero, cuando empezamos a ver la salida, es frecuente que nos permitamos caer. “Es entonces cuando debemos atender a síntomas como estrés, ansiedad, bajo estado de ánimo; pueden ser un indicador de estrés postraumático”, explica Silvia Álava.

  • Qué podemos hacer. Reaccionar como si nada hubiera pasado puede hacer que los problemas aparezcan más adelante, por eso, ahora conviene intentar hacer un ejercicio de introspección, mirar hacia dentro de nosotros y tratar de identificar nuestras emociones para, a partir de ahí, poder aceptarlas. Es útil verbalizar los pensamientos, es decir, ponerlos en palabras: podemos hacerlo por escrito, si nos sentimos más cómodos, o compartiéndolos con otros.

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Escuela en casa: cómo organizar el tiempo de estudio en cuarentena. Colaboración con Consumer

Con el cierre de los colegios por el coronavirus, recae en los padres la responsabilidad de organizar la jornada lectiva de sus hijos durante el confinamiento. Te contamos cómo llevar esta situación.

Por Miguel Ángel Bargueño

La entrada en vigor del confinamiento para evitar la expansión del coronavirus coincidió con el final del segundo trimestre escolar y abarcará parte del tercero, unos periodos decisivos en el desarrollo del curso de miles de estudiantes de todas las edades. Suspendida la actividad en los centros de enseñanza, recae en los padres la responsabilidad de organizar y supervisar los estudios de sus hijos, lo que supone una implicación mayorque la necesaria en condiciones normales. Y más en el caso de que se haga teletrabajo. Por eso, en las siguientes líneas recogemos varias pautas de expertos que seguro te servirán para llevar adelante esta importante fase educativa en casa.

Los colegios han cerrado, pero el curso académico no se detiene. En estos días de confinamiento por coronavirus, la actividad docente ha pasado de las aulas al domicilio familiar. Sin la disciplina de los centros escolares, recae en los padres la responsabilidad de organizar la jornada lectiva de sus hijos, lo cual genera no pocas dudas. ¿Debe respetarse la rutina del colegio, o la influencia de factores externos (el trabajo de los padres, por ejemplo) justifica cierta flexibilidad? ¿Deben los progenitores ejercer de docentes? Estas cuestiones cobran especial relevancia toda vez que la cuarentena se ha decretado bien entrado el segundo trimestre: una fase decisiva en el curso.

Los horarios, como en el colegio

Establecer rutinas aporta seguridad a los niños; la repetición de tareas refuerza hábitos. Lo asegura la psicóloga infantil Silvia Álava, quien además recomienda hacer partícipes a los hijos de las nuevas reglas de la casa. “Diseñar con ellos una tabla de horarios, en una simple cartulina, les ayudará a ver que han colaborado en su elaboración, y no como algo impuesto. Así, los acatarán más fácilmente”, señala.

Lo idóneo es replicar en casa los horarios del colegio o, lo que es lo mismo, dedicar las mañanas a las obligaciones escolares. “Después de levantarse y desayunar, es momento de ponerse a estudiar”, dice Álava, quien incluso es partidaria de incluir la pausa del recreo para que tengan un rato de esparcimiento. “Pueden comer un tentempié similar al que toman en el colegio”, añade.

En esa idea reincide Carmen de Andrés, doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid: “Las rutinas las necesitamos todos, desde los niños a los mayores. Es muy importante mantenerlas, de cara a una mejor organización. Debe haber ratos para estudiar, para jugar, para comer, para hacer ejercicio, para dormir. Con cierta flexibilidad, ya que en casa se dispone de mucho tiempo”. A los hijos, en todo caso, debe quedarles claro que no están de vacaciones.

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