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Los abuelos no deben ser los responsables de la educación de los niños.

“La educación de los niños es algo que no se puede delegar. Los abuelos pueden ayudar, pero la última responsabilidad será siempre de los padres”, asegura la psicóloga infantil Silvia Álava en su libro “Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia (de 6 a 12 años)”.

En su segundo libro, Silvia Álava responde a preguntas como: ¿Hay que ayudarle con los deberes?, ¿cómo conseguir que se vayan a la cama a su hora?, ¿qué criterios se deben seguir para la elección del colegio?, ¿Cómo gestionar la «paga»?, ¿y si mi hijo es el único que no tiene móvil?, ¿debo ser su agenda?, o descubrir ¿Cuándo iniciarles en la información sobre la sexualidad?

Actualmente, los niños pasan mucho tiempo con sus abuelos, debido sobre todo a las largas jornadas laborales de los padres. Sin embargo, no se debe olvidar que los responsables de la educación son los padres y que nunca deben renunciar a esa responsabilidad.

No abuses de su ayuda 

No se puede obligar a los abuelos a hacerse cargo de sus nietos. Se les puede pedir ayuda pero nunca cargarles con una responsabilidad que no les corresponde. No hay excusas para agobiarlos con obligaciones y que tengan que vivir pendientes de las tareas de sus nietos.

Claves para el entendimiento entre ambas partes 

Los abuelos deben seguir las mismas pautas educativas que utilizan los padres; dotar a los abuelos de la autoridad pertinente, para que los niños sepan que los abuelos aplicarán las mismas consecuencias que los padres; los padres no deben quitar la autoridad a los abuelos ni los abuelos a los padres delante de los niños; no se debe ceder ante el chantaje del niño, porque solo se agravará el problema.

Define bien los roles 

Los abuelos tienen que respetar las decisiones de sus hijos y entender que el rol ha cambiado, que sus hijos han formado su propia familia y por lo tanto, son la máxima autoridad en los niños.

Es decir, si los padres dicen que su hijo tiene que comerse la verdura, los abuelos deben acatar esta norma y no eximir a sus nietos de esta decisión. Los niños saben perfectamente cómo se tienen que portar según la persona con la que estén.

Portada Queremos que Crezcan_felices

Pros y contras de llevar a los hijos con los abuelos o de campamento. Colaboración con el diario ABC

Laura Peraita@Pros y contras de llevar a los hijos con los abuelos o de campamento. Colaboración con el diario ABC

Las vacaciones escolares ya están aquí. Los niños están dispuestos a disfrutar de un merecido descanso después del esfuerzo realizado durante el curso. Sin embargo, muchos padres, inmersos en su rutina laboral, se encuentran con la incertidumbre de qué hacer con sus hijos mientras están en el trabajo: ¿Dejarles con los abuelos?, ¿apuntarles a un campamento?, ¿pagar a una “canguro” que les cuide en casa? ¿Dividirse los padres los días libres por lo que no podrán disfrutar de tiempo todos juntos en familia?… El dilema está servido.

Lo cierto es que el tema económico suele tener bastante peso a la hora de decidir porque no todas las familias pueden costear actividades de ocio o deporte durante varias semanas.

No obstante, Francisco Muñoz, presidente de la Asociación de Abuelas y Abuelos de España, matiza que los hijos deben tener en cuenta que «las personas mayores, aunque estemos jubiladas tenemos muchas cosas que hacer a diario y que el cuidado de los nietos no debe ser considerado como una obligación nuestra. La única obligación es el cariño».

Explica que cuando hay una urgencia o necesidad «dejamos todo y salimos corriendo para atender a los nietos, pero no se puede disponer de nuestro tiempo sin contar con nuestros intereses y ocupaciones. Lo ideal es hablarlo, negociar, que no lo den por sentado, y que las dos partes estemos de acuerdo y entendamos las necesidades del otro».

Uno de los problemas que añade es que muchos hijos dejan a los nietos bajo la excusa de que así los abuelos están entretenidos, hacen ejercicio… «Y no les falta razón. Nos encanta estar con los niños, pero también exige un gran esfuerzo, sobre todo para aquellos que no están en plenas condiciones físicas porque lo primero que dicen los pequeños al llegar a nuestras casas es “abuelo, ¿a qué jugamos?”».

Condiciones físicas

Aún así, apunta que «no cabe duda de que somos también un gran apoyo para aquellos hijos que pasan por dificultades económicas y que, además, somos personas que fomentamos mucho los valores como la honradez, el respeto, el esfuerzo, la entrega…».

Al margen de la cuestión económica, y respetando las condiciones físicas de los mayores, Silvia Álava Sordo, psicóloga del Centro de Psicología Álava Reyes y autora, entre otros, del libro «Queremos hijos felices», apunta que «no hay ninguna norma escrita» respecto a quién cuida de los pequeños, y depende más de los intereses del niño y posibilidades de los padres.

Pese a todo, esta experta defiende la idea de que los menores puedan pasar estos días con los abuelos, ya que, en muchos casos, tienen una residencia en un pueblo o en la playa. «De esta forma, los niños pueden estar al aire libre, relacionarse con otros amiguitos de su edad, montar en bici, hacer caminatas y disfrutar de las posibilidades que ofrece la naturaleza».

Encerrados en casa

En el caso de que los abuelos estén en la ciudad, Silvia Álava reconoce que la idea no resulta tan atractiva, «puesto que es más probable que los pequeños pasen más tiempo encerrados en casa, lo que reduce sus posibilidades de relacionarse con otros niños y favorezca que se enganchen a las pantallas para matar el aburrimiento, lo que es muy poco enriquecedor. Los niños necesitan a otros niños, moverse…».

La opción del campamento también se presenta, según esta experta, como una posibilidad muy positiva, «puesto que las actividades, el juego, la interacción con otros niños y la diversión están garantizados». Señala que el tiempo de ocio es muy buena ocasión para las relaciones sociales entre iguales porque «aunque los niños estén guiados por monitores, se encuentran en situaciones en las que deben aprender a negociar a qué jugar, a respetar determinar reglas del juego, turnos… y es una cuestión de convivencia muy provechosa», explica.

Planes para adolescentes

Cuando se trata de hijos adolescentes, Silvia Álava señala que es habitual que al principio renieguen de ir al pueblo o la playa con los abuelos, «pero al final disfrutan y lo agradecen. No obstante, los campamentos también son muy buena opción porque ellos mismos son los que acuerdan con sus amigos apuntarse para ir juntos, lo que les motiva mucho por estar todo el día unos en compañía de otros. Siempre es mejor opción a que se queden en casa solos, se levanten a las 12 y se tumben en el sofá para conectarse con sus amigos a través del móvil», apunta.

Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación de Brains International School, coincide con Silvia Álava en que la posibilidad de estar con abuelos en aldeas o pueblos es una opción estupenda y que ofrece más posibilidades que cuando viven en grandes urbes.

Mucho más que ocio

Sin embargo, considera que los campamentos ofrecen mucho más que ocio. «Los padres deben ser conscientes de que a los niños que van a campamentos, sobre todo si pernoctan en ellos, se les da la oportunidad de adaptarse al nuevo entorno, desarrollar muchos recursos para establecer relaciones sociales con monitores y niños que no conoce, de organizar su propia higiene, ropa, gestionar su propia autonomía… Habilidades todas ellas que estando con abuelos o con una cuidadora en casa es más difícil que desarrollen. Es decir, los campamentos son un motor de crecimiento personal a todos los niveles».

Esta experta señala que, además, es una excelente ocasión para que los padres, sobre todo los que son muy protectores, asuman que su hijo es capaz de desenvolverse por él mismo y que no les necesita «para todo las 24 horas», como suele ser habitual que piensen. «Y, cómo no, también es una estupenda ocasión para que los padres puedan disfrutar más como pareja».

¿Cómo saber si tu hijo está preparado para ir a un campamento de verano?

Desde el departamento de Orientación de Brains International School recomiendan hacerse la siguientes preguntas:

—¿Tiene interés el niño en ir al campamento?

El mejor indicador es que él muestre entusiasmo en asistir. Si es demasiado pequeño, lo mejor es que vaya a un campamento con un hermano mayor o amigo y empezar por opciones que le permitan dormir en casa.

—¿Respeta las normas en casa?

El pequeño tendrá que seguir las directrices de los monitores para garantizar la seguridad y orden de todos. Si respeta los límites en casa, seguramente también lo hará en el campamento de verano, lo que aporta tranquilidad a los padres.

—¿Le gusta estar solo o relacionarse?

Si prefiere estar solo, quizá sea excesivo que pase un largo periodo de tiempo con otros niños las 24 horas del día. En estos casos la mejor opción es un campamento urbano para que poco a poco desarrolle habilidades sociales.

—¿Se vale por él mismo?

Para quedarse en un campamento debe tener cierto nivel de autonomía, aunque no pasa nada si necesita algo de ayuda que le darán los monitores. No obstante, si no realiza tareas básicas (atarse cordones, recoger su plato…), mejor esperar al próximo año.

—¿Ha dormido ya fuera de casa?

Si ha dormido en casa de un amigo y la experiencia fue positiva es buena señal de que está preparado. Si no es así, es preferible que pruebe antes de ir a un campamento para que sepa lo que es no estar junto a sus padres.

FUENTE: Diario ABC

La educación de los hijos no es responsabilidad de los abuelos. Colaboración con

La educación de los hijos no se puede delegar; es y será siempre responsabilidad del padre y la madre, señala el libro “Queremos que crezcan felices”, de la psicóloga infantil Silvia Álava, en el que destaca que los abuelos pueden ayudar, pero nada más.

Por CERIGUA

En su segundo libro, Álava responde a preguntas como: ¿Hay que ayudarle con los deberes? ¿Cómo conseguir que se vayan a la cama a su hora?, ¿Qué criterios se deben seguir para la elección del colegio?, ¿Cómo gestionar la “paga”?, ¿Y si mi hijo es el único que no tiene móvil?, ¿Debo ser su agenda?, o descubrir ¿Cuándo iniciarles en la información sobre la sexualidad?

Queremos que Crezcan Felices - Silvia Álava

El estudio revela que actualmente los infantes pasan mucho tiempo con sus abuelos, debido sobre todo a las largas jornadas laborales de los padres; sin embargo no se debe olvidar que los responsables de la educación son los padres y nunca deben renunciar a esa responsabilidad.

Asimismo, incluye algunas claves para el entendimiento entre padres y abuelos, como son: los abuelos deben seguir las mismas pautas educativas que utilizan los padres; Dotar a los abuelos de la autoridad pertinente para que los niños sepan que los abuelos aplicarán las mismas consecuencias que los padres.

Los padres no deben quitar la autoridad a los abuelos ni los abuelos a los padres delante de los niños; No se debe ceder ante el chantaje del niño, porque solo se agravará el problema.

En su libro, Álava señala que no se debe mentir a los niños cuando los abuelos enferman y se debe tratar que participen en su cuidado, pero sin asumir responsabilidades que se encuentren fuera de su edad.

Silvia Álava es la directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes y compagina la consulta como psicóloga con la elaboración e impartición de cursos, talleres y conferencias. 

Es experta en Psicoterapia por la European Federation of Professional Psycholgists (EFPA) y profesora de diversos Másteres. Además, es coautora de la enciclopedia “La Psicología que nos ayuda a vivir” dirigida por Mª Jesús Álava Reyes, del libro “Cuentos para comer sin cuentos”, y la guía “Cuidando el amor”, editada por la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid; además, Silvia colabora habitualmente con diversos medios de comunicación.
Fin Cerigua
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#Díadelosabuelos. Los juegos tradicionales de los abuelos con los que los nietos siguen divirtiéndose. Colaboración con el diario ABC

Vacaciones con niños: el pueblo sí es para ellos. Colaboracion con Mujer Hoy del diario ABC

La educación de los niños: una guerra entre padres y abuelos. Colaboración con el diario El Mundo

Desde que comenzó la crisis, los abuelos son más que nunca baluartes familiares pero, ¿cómo se consigue el equilibrio a la hora de ocuparse de los niños? Dos claves: marcar límites y velar por el consenso

Niños Padres y Abuelos

Francisco Muñoz es abuelo de ocho nietos y tiene claro que los tiempos han cambiado, que la comunicación hoy es de otra manera y que hay valores que sólo los abuelos pueden trasmitir a sus nietos pero, para conseguirlo, hay que ganarse su confianza. «Tradicionalmente, había un gran respeto a los abuelos, pero eso ya está pasado de moda. Si tú mantienes ese respeto exagerado, no habrá comunicación con tus nietos y, hoy por hoy, lo que se tiene que hacer es fomentar una relación en la que tú te hagas su amigo», asegura Francisco, quien también es presidente de la de la Asociación de Abuelos y Abuelas de España.

La organización la creó con un amigo en 2005 con el objetivo de enseñar a los abuelos a construir con sus nietos unas relaciones adecuadas a los tiempos que corren. Para acercarse a los pequeños y mantener con ellos una relación de confianza, «ponerse a su altura, prestarle atención, hacerle ver que le haces caso y que te preocupas por él», describe.

Los abuelos son una pieza imprescindible en las familias. Para los más pequeños, estar con ellos supone una fuente de bienestar, de sabiduría, de protección y de cariño. ¿A quién no le invade la nostalgia cuando recuerda las largas tardes de invierno jugando en casa de los abuelos? Que si a indios y a vaqueros, que si un cinquillo o un parchís, que si vamos a construir ese puzzle de 300 piezas que nunca terminas… ¡Qué sería de la vida, y sobre todo de la infancia, sin los abuelos!

Según explica Sonia Rivas, profesora en la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra y autora del libro Beneficios educativos derivados de la relación entre nietos y abuelos (Pirámide), las funciones que normalmente suelen desempeñar los abuelos son: ofrecer amor incondicional, ayudar en momentos de crisis, cuidar, ser modelo de envejecimiento y de ocupaciones vitales, transmisión de valores, contar historias, hacer de árbitro entre padres e hijos y ser confidente y compañero de juegos. Ademas, añade: «Es misión de los padres facilitar ese espacio de encuentro entre las generaciones».

Sin embargo, algunas circunstancias han cambiado en los últimos años. En muchas familias, los abuelos han pasado de ser personas con las que los niños comparten gran parte de su ocio, o una ayuda para la familia, a ser la persona que les cuida y les atiende en su día a día. Los últimos datos publicados en 2016 por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología sostienen que «la mitad de los abuelos españoles dedican una media de seis horas al día al cuidado de sus nietos, lo que supone, en muchas ocasiones, más tiempo del que les dedican los padres», debido fundamentalmente a «la actual situación económica junto a la dificultad de los padres para conciliar vida laboral y familiar».

Por cuestiones como las enumeradas, Francisco reclama incluso que los abuelos deberían ir a algunas de las tutorías de sus nietos en el colegio. Es decir: hacer una tutoría de abuelos, al menos una vez al año. Porque en muchas ocasiones, como se ha visto en los datos anteriores, los niños pasan más tiempo con sus abuelos que con sus propios padres y, por tanto, saben más de los pequeños y pueden aportar datos y dar ideas en este tipo de encuentros.

Muchos abuelos están tomando el rol de cuidador o de abuelos canguros como popularmente se conoce, y esta situación puede producir desencuentros o conflictos entre padres y abuelos por el cuidado de los pequeños. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los abuelos no son los responsables de la educación de los niños, por lo tanto no se les puede exigir ciertas cosas.

«No debemos olvidar que los abuelos están haciendo un favor a los padres, ni tampoco hay que olvidar que los responsables de la educación de los niños son los padres», afirma Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes y autora de los libros Queremos hijos felices y Queremos que crezcan felices. Sin embargo, sí es importante que haya unos límites y unas normas claras y bien definidas entre ambos para que no haya problemas. «Vamos a intentar que tanto padres como abuelos vayan en la misma línea, que tengan claro cuáles son los límites y, sobre todo, vamos a llegar a un consenso sin el niño delante, y no vamos a discutir delante de él porque ello nos restaría autoridad», sugiere esta especialista.

Es fundamental que abuelos y padres vayan en la misma dirección, añade Cristina Noriega, profesora en la Universidad CEU San Pablo y terapeuta familiar en el Instituto CEU de Estudios de la Familia, «porque si al niño se le dan mensajes contradictorios, los que salen perjudicados son los pequeños y, al final, el niño hace lo que le da la gana», explica esta profesional, autora de diversos estudios sobre relaciones intergeneracionales.

Y así piensa también Francisco: «Los responsables de la educación son los padres y tú no puedes intervenir ni interferir en sus decisiones. Queremos ejercer de abuelos, no de padres, pero puedes aconsejar a tu hijo o hablar con él. Si en algún momento determinado el tipo de educación no coincide con la que tú como abuelo quieres darle, no puedes caer en el error de enseñarle a tu nieto por tu cuenta lo que tú quieras, porque eso sería hacerle mal al niño«. Eso no quiere decir, señala Francisco, que los abuelos deban cambiar sus rutinas: «Si ellos bendicen la mesa todos los días, no deben dejar de hacerlo aunque esté su nieto delante, y éste en su casa no lo haga».

Para evitar conflictos, es clave dialogar y llegar a unos acuerdos claros entre padres y abuelos. «Los padres deben entender que los abuelos ya no tienen la misma energía que antes y que además fueron educados en otra época, por tanto han de tener, en ocasiones, flexibilidad y empatía con ellos. Y los abuelos deben tener claro cuáles son los límites marcados. Cada uno tiene que tener claro su rol: Los padres tienen que educar y los abuelos acompañar o ayudar», apunta Noriega.

¿Y si los abuelos viven lejos?

Otra situación es aquella en la que abuelos y nietos no viven en la misma ciudad y sólo se ven por vacaciones o ciertos fines de semana al año. En este caso, las normas son más flexibles y los abuelos pueden ser más permisivos con sus nietos, porque «están de vacaciones o de fin de semana y cuando no hay cole todo, y también las normas, es más relajado. No es lo mismo que el día a día cuando tienes unas responsabilidades que cumplir», aclara Álava.

Aunque también de vacaciones con los abuelos «debe haber, al menos, unas normas mínimas», apunta Noriega. A pesar de que abuelos y nietos vivan en distintas ciudades, es importante que mantengan siempre un contacto directo y para ello están las nuevas tecnologías: mensajes de móvil, videoconferencias por ordenador, etc. «Hay que aprovechar los adelantos de la ciencia en tu beneficio, y el beneficio de esto es estar lo más cerca posible de tu nieto», aclara Francisco.

Sean o no abuelos canguros, ejerzan o no el rol de cuidadores, vivan o no en la misma ciudad, es importante que tanto unos como otros abuelos pasen tiempo de ocio con sus nietos porque los beneficios para ambos son innumerables y así lo han demostrado numerosos estudios. Por ejemplo, una investigación elaborada por el Instituto sobre el Envejecimiento de la Universidad de Boston sostiene que los abuelos que pasan tiempo con sus nietos suelen padecer menos depresiones, pero también los nietos se benefician de esta relación pues redunda en su bienestar psicológico y emocional, influyéndoles hasta bien entrada en la edad adulta. Otra investigación más reciente señala que los abuelos mayores de 70 años que comparten tiempo con sus nietos son mentalmente más jóvenes.

Ellos son, fundamentalmente, grandes transmisores de valores: «Cuando uno recuerda cosas de sus abuelos no recuerda los regalos que le hicieron sino los momentos que pasaron juntos», piensa Noriega. Cuando los niños son más pequeños, lo que más les gusta es que jueguen con ellos y que les cuenten historias. Por ejemplo, les encanta que les cuenten anécdotas de sus padres cuando eran pequeños. En la adolescencia, se convierten en sus consejeros. «Los chicos sienten que les pueden contar sus cosas porque les van a entender mejor o piensan que sus padres les van a regañar y saben que sus abuelos no lo harán».

A los nietos, en general, les gusta mucho, y además es algo muy bueno para su desarrollo, que los abuelos les cuenten cosas de cómo era la cultura y las costumbres de antes, no sólo las del país en general sino sobre todo y, en particular, las historias familiares. Algo que es crucial, según Noriega, «porque así el niño va construyendo su propia identidad y también la de su familia. Así, se sentirá parte de ella y esto a nivel identitario es fundamental».

Trasmitir a los nietos ciertos valores que, según Francisco, sólo los abuelos pueden hacer es algo clave en la educación, pero para que nos hagan caso, hay que ganarse su confianza, insiste: «Si yo le enseño cómo se jugaba a las canicas o por qué se jugaba así cuando yo era un niño, y él me enseña cómo mandar un mensaje o cómo usar la tableta, cuando yo le hable de amistad, de trabajo o de generosidad, me va a hacer caso, porque dirá: ‘Mi abuelo no está pasado de moda, se preocupa por mí y me hace caso en lo que le digo'».

 

FUENTE: Diario El Mundo

La psicología en la alimentación infantil. Colaboración con guiainfantil.com

Os adjunto la entrevista realizada por Marisol Nuevo para Guiainfantil.com

La reacción de los niños ante un plato de comida depende de muchos factores. Mientras que hay niños que tienen hambre a todas horas, otros son inapetentes o se agobian por ver demasiada comida en el plato.

Niños y comida

La psicóloga Silvia Álava reconoce el importante papel de los padres en la educación y en los hábitos alimentarios de sus hijos. Mantener una actitud firme y marcar los límites es la clave para enseñar a los niños a comer bien y a comportarse en la mesa.

La ansiedad y la obesidad en el comportamiento alimenticio de los niños

¿Cómo debemos enseñar a los niños a masticar?

Es más fácil de lo que imaginamos. Los padres tienen que ponerse muy firmes, no autoritarios, sino mantener una comunicación firme. Es muy raro que un niño no pueda comer una patata frita y ahí sí que tiene que masticar. Suele ser más un tema de inapetencia, de que no le gusta el alimento o le resulta duro. En todo momento es fundamental que los niños vean que los padres son firmes y no van a cambiar la comida que hay en la mesa por otra cosa. Si ven que tienen la posibilidad de cambiarlo, no se lo van a comer.

Hay niños que cuando ven mucha comida en el plato se agobian y llegan a provocarse vómitos, ¿a qué es debido?

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Consejos prácticos para mejorar la comida con niños (segunda parte), entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

Silvia Álava y Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la AlimentaciónContinuamos con segunda parte de la entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

¿Qué razones pueden llevar a un niño a portarse mal a la hora de comer?

Es verdad que hay niños que son más comilones, otros más inapetentes… y que determinados alimentos no les pueden gustar, pero cuando un niño se porta mal en todas las comidas, lo más habitual es que esté llamando la atención de los padres. Los niños saben que es un momento propicio para hacerlo, y a veces juegan con eso.

¿Cómo deben reaccionar los padres en estos casos? ¿Hay que castigar a los niños?

Si un niño está intentando llamar la atención, no tenemos que utilizar el castigo como estrategia, pues verá que aunque sea de forma negativa, sigue acaparando la atención del adulto; si no la EXTINCIÓN, que vea que así no te hacemos caso. Si tu no comes o te dedicas a hacer tonterías en la mesa, lo que haremos será dejar de prestarte atención, ni te miro, en cambio cuando si que comes o te comportas de forma correcta si que te hago caso, participas en la conversación…

¿Hasta qué punto es importante que padres e hijos compartan la hora de la comida?

Eso sería lo ideal. Quizás cómo o el coincidir a la hora de la comida entre semana puede ser muy complicado porque los niños están en el colegio, los padres trabajando… se puede intentar coincidir en la cena y los fines de semana. Compartiendo la comida, ayudamos a que los niños se sientan más integrados en la dinámica familiar, aprovecharemos el momento para conversar y que cada uno cuente sus cosas… Además lo ideal es mantener unos horarios que nos faciliten además de mantener una rutina que favorezcan la regularidad de las ingestas.

¿Puede verse la televisión mientras se come o es mejor que la familia charle durante la misma?

Es muchísimo mejor eliminar la tele de la comida, pues de esta forma favorecemos la comunicación durante la comida. Y no nos engañemos es más fácil mantener una conversación con la tele apagada. De esta forma, conseguiremos principalmente tres objetivos:

Que los niños tarden menos, pues eliminamos un elemento distractor, muchas veces los niños se quedan “abducidos” delante del televisor, además, con la tele puesta se premia la lentitud, pues cuanto más tarde en comer, más rato de tele veo.

Que los niños se centren en la comida, no solo en ingerir los alimentos, si no en conseguir buenos hábitos alimentarios, además de un comportamiento correcto en la mesa.

Darle importancia a la comunicación familiar. No podemos olvidar la parte social de la comida, durante la misma no solo ingerimos alimentos, si no que conversamos con nuestros compañeros de mesa. Si hemos dicho que es bueno realizar al menos una comida en familia, aprovechemos el momento para charlar, que cada miembro pueda contar sus vivencias del día…

Si tenemos dos hijos y uno come bien pero el otro se porta mal, ¿cómo deben actuar los padres? ¿Se puede comparar a los niños?

Tenemos que pararnos a observar a ambos hijos y sobre todo pensar ¿quién es el que tiene más atención? Lo habitual es que, precisamente el que peor se porta es él que acapara la atención del adulto con frases del tipo come…pórtate bien… y al hermano que está comiendo correctamente es al que no hacemos caso. Se trata de dar la vuelta a la situación, vamos a atender y hacer caso al que se porta bien.

Eso no implica el entrar a comparar a ambos, si no, dejarles muy claro que vamos a hacer caso al que se porte bien (y además tenemos que especificar que es eso de portarse bien en la mesa), y que con el que no esté comiendo, se esté distrayendo, o se dedique a jugar en la comida no queremos estar. De esta forma reforzaremos al hermano que se porta bien, pero sin entrar en comparaciones entre ambos.

¿Desde qué edad puede empezar a inculcarse a los niños el buen comportamiento en la mesa?

Desde el principio, incluso cuando todavía son bebés, conviene que ya tengamos claras las pautas a seguir en las comidas, y se las vayamos inculcando a nuestro hijo, por ejemplo, desde bien pequeñín podemos enseñarle que cuando comemos, estamos a eso “a comer”, y no distraerle con la tele, o con juguetes, o parar para realizar otra actividad como el cambio de pañal…  tiene que aprender que estamos comiendo.

Consejos prácticos para mejorar la comida con niños, entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

Cuentos para comer sin cuentosPasar del “este niño no me come nada” al “¡Qué bien que come!” no es sencillo. Pero este paso puede ser más fácil de la mano de la psicólogía, en esta ocasión, y a raiz de la colaboración con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, os ofrezco unos consejos prácticos para que la vida alrededor de la mesa familiar con niños pequeños sea más feliz. Y nutritiva.

¿Qué estrategias o “trucos” puede dar a los padres para que sus hijos coman mejor o, al menos, sin que haya una guerra de cubiertos en cada comida?

Lo primero que tenemos que hacer es que el niño sepa que se espera de él en la comida. Una instrucción del tipo “pórtate bien” es demasiado ambigua y no le estamos explicando que tiene que hacer.  Por eso nos puede funcionar hacer una listado con las reglas que tenemos en la mesa. Como pueden ser:

  • Se come todo lo que está en el plato. Hay padres que sirven mucha comida a sus hijos y luego negocian cuanto se comen. El niño no tiene que entrar en este juego, sino que el adulto le servirá una cantidad adecuada y razonable, y eso es lo que se come. No negociamos con él. Si quieres más se puede repetir.
  • Pondremos un tiempo para la comida, y que los niños aprendan a comer en ese tiempo, pues otro de los problemas habituales, es que los niños tienden a alargar mucho las comidas, entre otras cosas porque saben que así tendrán un mayor rato de atención.
  • No se hacen tonterías en la mesa. Tienen que saber que cosas se permiten y cuales no, y que entiendan que estar comiendo o cenando con los mayores, implica tener un comportamiento correcto durante la comida, y que si no lo tienen no les vamos a hacer caso.

Enseñemos al niño a comer sólo desde pequeño, no dejemos que este aprendizaje lo haga exclusivamente en el comedor del colegio, pues será más fácil hacerlo en casa, donde puede disponer de más atención, tiempo… de tal forma que cuando llegue al cole, ya sepa manejarse con los cubiertos, y no dependa del adulto. Son muchos niños, y no hay una cuidadora por niño.

Intentemos que los niños lleven una dieta sana, equilibrada y variada desde pequeños, lo ideal es que los nuevos alimentos, ya han sido introducidos desde casa, “no descubrir la fruta y la verdura en el colegio”.

No sobreprotejamos al niño, y no le demos de comer, de esa forma no le estamos permitiendo entrenar el hábito, y que se vaya haciendo autónomo en el mismo. En el colegio tendrá que comer él solito, y no se lo va a dar una cuidadora.

Armémonos de paciencia, el aprendizaje es difícil, y se van a manchar, se les va a caer… es normal, no les regañemos, es importante que desde pequeños aprendan a manejar los cubiertos, y no les demos la sopa, porque se le va a caer se van manchar lo va a poner todo perdido…, hagamos con uno de esos simpáticos “baberos-chubasqueros”, y que el niño aprenda aunque se manche.

No olvidemos que la tarea de aprender a comer, es responsabilidad de los padres, no del colegio. Los niños no van al comedor a aprender a comer y a comer de todo, eso se tiene ir haciendo también desde la familia.

Colaboración con la revista SOS Mamá: Pautas para integrar a hijos de parejas anteriores

Os adjunto el enlace al artículo de la revista SOS Mamá en el que hablamos sobre las pautas para integrar de la mejor forma posible a los hijos de parejas anteriores en la nueva estructura familiar:

Pautas para integrar a los hijos de parejas anteriores

 

Enlace al artículo: Hijos de parejas anteriores-Silvia