Efectos del confinamiento en tus hijos (y cómo sobrellevar juntos esta etapa). Colaboración con Consumer

Estudiar, jugar y hacer ejercicio dentro de casa ha podido tener consecuencias negativas en nuestros hijos. Conoce cuáles son, cómo llevar esta situación y qué aprender de ella juntos

Por E. Sánchez 

Adaptarse a un confinamiento como el que hemos tenido que vivir para evitar la expansión del coronavirus ha exigido reorganizar la vida en familia. Para los niños ha resultado y resulta —aún no han vuelto al cole— especialmente difícil: la obligación de estudiar, jugar y hacer ejercicio dentro de casa ha podido desestabilizar la armonía doméstica y tener efectos negativos en el terreno emocional, que analizamos a continuación. Pero de esta inédita circunstancia cabe extraer lecciones que ayuden de cara al futuro, como también lo vemos en estas líneas.

Efectos psicológicos del confinamiento en los niños

En el plano emocional, el confinamiento puede producir estrés causado por un cambio tan fuerte en su entorno, como advertían investigadores chinos en un artículo publicado en The Lancet también en marzo de 2020. Durante el encierro, “es posible que se den alteraciones de sueño, episodios de rebeldía, rabietas, cambios de humor y peleas entre hermanos”, pone de relieve Silvia Álava.

Tras la cuarentena, en estos días pueden manifestarse secuelas: “A nivel emocional, algunos niños pueden experimentar más ansiedad, miedo, trastornos obsesivos o depresivos”, advierte Álava. “En el plano de la conducta pueden volverse retadores, tener pataletas o regresiones: por ejemplo, vuelven a hacerse pis en la cama cuando lo habían superado”. Son indicadores de que alguna pequeña factura les ha pasado. Si vemos que no concilian bien el sueño, tienen miedo, pierden el apetito o tienen un hambre voraz, hacen llamadas de atención… “Quizá es momento de pedir ayuda profesional”.

Cómo establecer rutinas y no caer en los castigos

Estos conflictos derivan en gran medida del caos que ha suscitado la nueva realidad. Álava subraya la importancia de establecer horarios y rutinas en los pequeños, pues “les da seguridad”. También lo afirma Carmen de Andrés, doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid: “Todos necesitamos esas rutinas, también los mayores. Es primordial establecerlas, para que los pequeños sepan cuándo es tiempo de estudiar, de jugar, de comer, de hacer ejercicio o de dormir”. Cuanto más organizada esté la jornada como en una situación normal, menos probabilidades habrá de que se produzcan los problemas antes citados.

De cara a lograr la deseable armonía, nunca es tarde para elaborar en familia un cuadro de horarios “donde programemos qué hacemos cara hora”, señala Silvia Álava. “Al hacerles partícipes de la planificación, los niños no la han visto como una imposición, sino resultado de su propia iniciativa, y será más fácil que la cumplan”.

Sofocar insurrecciones es posible sin recurrir a regañinas o castigos, que elevarán la tensión en una atmósfera poco relajada de por sí. “Cuando surgen conductas disruptivas que queremos que desaparezcan, lo mejor es dejar de prestarles atención”, explica la psicóloga. “Por el contrario, debemos premiar y alentar aquellas acciones que queremos perpetuar”. Coincide UNICEF, que recomienda usar lenguaje positivo para decir a los niños lo que deben hacer. “Por favor, recoge tu ropa”, en vez de: “No lo dejes todo hecho un lío”.

El colegio en casa: ¿es home-schooling?

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#Vídeo Se me han disparado las obsesiones, ¿es normal?

Nunca nos habríamos imaginado que éramos personas tan obsesivas, ¿verdad? Pero después de estos meses con tanta incertidumbre, hemos puesto el foco en aquellas cosas que sí podemos «controlar», y que en estos momentos están en nuestra área más cercana: dentro de casa, cosas como ordenar armarios, limpiar… Ojo! debemos empezar a poner atención en ello cuando empiece a interferir en nuestra vida cotidiana.

«Madrileños, go home», el grito de guerra de los territorios libres de virus en la desescalada. Colaboración con ABC

Érika Montañés

«Hemos cambiado de fase. Es lo que en Psicología Social se llama abandonar la meta común de grupo, superordenada (o en el sentido de clan), dejarla aparte y volver a la lucha individual de cada uno». En el caso de la pandemia, tras la explosión de casos y su embestida más que importante en territorios como Madrid y Cataluña, el salto ha sido de «sobrevivir» en comunión, deshaciéndonos en balcones y aplausos, al «desmembramiento» por comunidades autónomas o zonas, la división entre infectados y no infectados, de una forma paralela al avance que ha tenido cada una de ellas en el plan de la desescalada aprobado por el Gobierno.

Este análisis social parte de psicólogos como Silvia Álava y Enrique García Huete. Ambos certifican «el sentido de estigmatización» que abunda en ciertos lugares de España a los recién llegados de zonas donde la pandemia ha golpeado con mayor contundencia. Sean turistas, o nacidos en el pueblo que regresan por alguno de los cinco motivos que permite el actual estado de alarma (laboral, o sanitario, entre otros), la recepción no es una ovación cerrada. De hecho, es tal la profusión de estas acciones de cuestionado civismo que, a comienzos del pasado mes de abril, el Defensor del Pueblo emitió un comunicado en el que se constataba que tenía conocimiento de «que algunas autoridades locales han autorizado nuevas restricciones a las ya impuestas por el decreto que establece el estado de alarma», por lo que la institución, tal y como recuerdan fuentes de la misma a ABC, insta a esas entidades locales y corporaciones municipales a eliminar cualquier bando o comunicado en el que se recojan mayores limitaciones a la libertad y movilidad de las personas a las ya contempladas en el Real Decreto para garantizar la igualdad de trato a la ciudadanía en todo el territorio nacional.

Pero lo que se ha dado en llamar «cañifobia» o «madrileñofobia» (sobre todo por la mayor acumulación de contagios de Covid-19 en Madrid), aunque asalta ya a otros territorios como La Rioja y Cataluña, se sigue produciendo en diversas zonas de España, tal y como ha podido comprobar este diario. Sigue siendo un grito de guerra en pleno desconfinamiento, tras un encierro prolongado que muchos no quieren ver peligrar ahora por la llegada de «exiliados».

Son muestras de esta ola de fobia una pintada de «Madrileños, go home» en un pueblo de Murcia; un bando municipal en la Mariña lucense a cargo de un regidor que pide a sus vecinos «que denuncien (¡Denunciade!)» si se acerca algún ciudadano proveniente de los epicentros del coronavirus en España; un pregón que circula entre los WhatsApp de los vecinos de municipios de Teruel aislados del virus y en el que no se impone, pero se «ruega» a turistas y descendientes del pueblo que se «mantengan en cuarentena» 14 días después de llegar a su segunda residencia, si es el caso, un extremo que Pedro Sánchez tanteó para los turistas internacionales que llegasen del extranjero al país a partir de julio y que luego, visto el resultado y el desagrado que cundió entre los países remitentes de ese turismo, levantó sin restricciones. En otros lugares, se «llama» a la población a «avisar» si llega un madrileño, una recreación de la «vieja del visillo» pos-coronavirus.

«Son medidas incívicas, indignantes y absurdas. Hay que abundar en la generalización de la incidencia en todo el país y en que todos somos población con riesgo de contagio y de contagiar, así que hay que mantener las medidas de distancia social y el resto de peticiones que nos recomiendan las autoridades sanitarias, pero respecto a todos, no solo a unos cuantos, o por barrios», dice García Huete, director de Quality Psicólogos. «Peligro y duda dan como resultado el rechazo, por ejemplo, la madrileñofobia. Se cae en la exclusión y el estereotipo, como, salvando las distancias, ocurría cuando se marcaba con un punto rojo a los drogodependientes o personas con VIH», equipara el también profesor de la Universidad Cardenal Cisneros de Madrid.

Algunos barrios y vecindarios se convierten en verdaderas fuentes de «rastreo» de contagiadores, algo que, según Álava, da vida a lo «peor de esta pandemia». «Ya hemos vivido lo mejor, con unión, acciones de solidaridad y remar juntos para salir, pero aunque no hayamos salido», en este momento en que parece diluido el embate y el virus está más controlado, «ya no somos una piña y habría que empatizar con las circunstancias de esa persona que vuelve al pueblo donde nació, por qué lo hace, si tiene unos motivos médicos o emocionales para hacerlo», por ejemplo, añade.

Empujados por el miedo

Por su parte, para el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Miguel Hierro, no hay riesgo de «guerracivilismo» o división en dos Españas, entre los infectados o con riesgo, y las zonas «libres de virus». «Este tipo de reacciones y mensajes no son extraños en este tipo de circunstancias. Surgen desde el miedo y la necesidad de reaccionar para protegernos de un riesgo. Lo que sucede es que el riesgo tiene un componente subjetivo muy elevado, de manera que la percepción de cada persona no tiene por qué obedecer a información objetiva». Arguye: «Cuando nos sentimos amenazados, la necesidad de sentirnos parte de un grupo que nos ofrezca protección aumenta. Todo esto genera esas reacciones adversas, con mensajes, como “los madrileños traen la infección: no les dejemos venir” nos sentimos más seguros teniéndoles lejos», completa este especialista en Salud Mental en HM Hospitales. «A esto podemos añadir que la comunicación dentro del grupo de referencia se vuelve muy sesgada (como todos hablan de que la infección viene de Madrid y nadie se plantea si, quizás, eso no es exacto, la información que se comparte, crece y se fortalece es que la infección viene de Madrid)».

Con todo, dice Hierro, se comete un «flaco favor a la oportunidad de colaboración y generosidad» que ha facilitado el coronavirus para que las personas queramos ayudarnos y no alejarnos. Un poco más.

«Son tan responsables los que van como los que los reciben»

Hasta la «nueva normalidad», tras la fase 3, el Ministerio de Sanidad recuerda que no se recuperarán los viajes interprovinciales. Así que, para los psicólogos, en ese cruce de fobias y reacciones, «tendríamos que buscar responsabilidades en ambos lados: la persona que vuelve a un lugar y la persona que lo recibe, porque lo que se demanda en este momento es responsabilidad en los desplazamientos» para evitar la propagación sin sentido de virus y entre territorios.

Eso sí, completa Silvia Álava, del centro Álava Reyes, «no se debe nunca caer en discursos que fomentan el odio, hay que pararse, analizar y no dejar de autorregularnos. Ciertos comentarios, como esos bandos municipales que desacreditan al que llega son lesivos, hieren los sentimientos de los demás, y buscan lo que se ha hecho mal en una persona externa, cuando esto es cosa de todos. No hay que meter a todo el mundo en el mismo saco, aunque el ideal sería que no se viajase». Los psicólogos tampoco desdeñan el componente de irratibilidad que ha provocado el encierro dilatado. «Estamos irascibles, a la que salta, pero no hay que olvidar otro elemento: los sistemas de salud están dimensionados para la población que abarcan, tampoco es muy responsable saturarlos con la llegada masiva de olas de turistas. Se debe ser más responsable que nunca», añaden.

FUENTE: Diario ABC

Webinar para el Colegio Base: Teletrabajo, telecolegio y ahora… vacaciones ¿Es posible conciliar?

Comparto con vosotros y vosotras este webinar realizado para el Colegio Base en el que hablamos sobre cómo conciliar y mejorar la convivencia en casa, ahora que se acerva el verano y las vacaciones.

#Vídeo ¿Por qué hay niños que ahora se portan peor o están más irascible?

En este vídeo os contamos cómo está afectando a los niños el hecho de llevar tantos días en casa, sin ver a sus amigos y fuera de las rutinas de clase, deporte…

Las consecuencias del confinamiento en los niños. Colaboración con Aleteia

Mercedes Honrubia García de la Noceda | Abr 30, 2020

El permanecer tantos días encerrados hace que nos preguntemos si esta situación puede traer consecuencias psicológicas o de conducta en nuestros menores

Esta situación que estamos viviendo creo que nos ha cogido a la mayoría con el pie cambiado y si a los adultos nos está costando sobrellevar este confinamiento, cuánto más les puede estar ocurriendo a nuestros niños.

Todos aplaudíamos la decisión de que nuestros menores salieran a la calle. ¡Era necesario para los niños! Es más, para que esto se realizara de manera razonable, se apelaba desde las altas instancias a la responsabilidad de los padres, lógico por otra parte. Quién mejor que los padres para querer lo mejor para sus hijos.

No obstante, el permanecer tantos días encerrados hace que nos preguntemos si esta situación puede traer consecuencias psicológicas o de conducta en nuestros menores, dado que las circunstancias que estamos viviendo desde mediados de marzo, es cuanto menos para analizarla.

Si hacemos una lectura en positivo, al menos, tanto los padres como los hijos están pasando tiempo juntos, con intensidad añadiría yo, donde un mismo espacio de la casa se hace multifuncional. La cuestión es cómo eso repercute en las familias.

Los expertos, en todo caso, muestran preocupación ante la primera generación infantil en vivir un confinamiento semejante. “Todavía no sabemos bien lo que va a ocurrir porque estamos ante una situación excepcional”, aclara la doctora en Psicología, Silvia Álava. “No existen estudios sobre el confinamiento de un país entero durante tantos días, pero sí sabemos que el aislamiento puede tener efectos en la salud emocional y el desarrollo cognitivo. Se ha estudiado a niños que han estado en antiguos internados y se ha visto que la falta de estimulación y cariño tienen consecuencias, pero, en este caso, la mayoría están con sus padres. Por eso no vaticinamos que los efectos vayan a ser dramáticos“.

Ante esta realidad y sabiendo que los niños son esponjas emocionales, muchos especialistas infantiles, aseguran que los menores tienen una capacidad de resiliencia enorme y nos lo están demostrando a diario, dándonos verdaderas lecciones de vida, de adaptación y de ilusión.

Creo que a estas alturas muchas familias habrán experimentado:

  • situaciones de enfado,
  • irritabilidad,
  • tristeza
  • ansiedad
  • conductas oposicionistas
  • conductas desafiantes,
  • alteraciones en el sueño
  • quejas somáticas…

Pero en muchos casos, también habrán experimentado:

  • situaciones de complicidad,
  • risas,
  • ternura,
  • juegos con los hijos que transportaban a los adultos a su más tierna infancia, sacándoles alguna que otra lágrima de alegría,
  • todo esto aderezado con muchos gestos de cariño.

Por eso, es importante evitar el alarmismo, ya que no todos los niños experimentarán alteraciones a raíz del confinamiento y, de hecho, “se espera que la mayoría no las sufran. Los niños, en general, cuentan con una buena capacidad de adaptación, que puede ser incluso superior a la de los adultos. Por tanto, aunque aparezca algún síntoma, no esperamos que se alargue en el tiempo en la mayoría de ellos“, concluyen los expertos.

Dado que nuestros menores son capaces de adaptarse a lo que tengan por delante y precisamente porque son como esponjas, serán lo que sus padres les enseñen con su ejemplo. “Con el cariño del entorno familiar no tiene por qué haber secuelas emocionales y si existieran, que éstas sean mínimas”, asegura la Presidenta de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria, AEPAP, Concha Sánchez Nieta.

Esto dependerá tanto del entorno como de la gestión emocional que se haga en las familias de esta situación.

Emociones y afectos

Lamentablemente el confinamiento puede influir más en las familias desfavorecidas, con pocos recursos o con hijos con patologías previas, donde el contagio emocional de los padres a los hijos se agudiza más en espacios pequeños. Pero también es verdad que este tiempo de encierro es tiempo de crecimiento en las relaciones familiares, de comunicación y de gestión de emociones, de permitirnos sentir y de expresarlo.

Lógicamente habrá momentos en los que derrumbemos, los niños ahora son más conscientes de la fragilidad del mundo, pero si han visto que sus personas de referencia les transmiten seguridad e información sobre lo que está ocurriendo y les hablan con un lenguaje adaptado a su edad, explicándoles la situación con cariño pero siendo realistas y aclarando sus dudas, ayudaremos a nuestros hijos  a una mejor gestión emocional de la situación.

Es tiempo de reforzar vínculos afectivos con nuestros menores, de acompañarles en su crecimiento para que éste sea firme y seguro y de creer que lo más importante es la actitud que tengamos ante las dificultades. Por eso, la tarea que hoy tenemos por delante los adultos, en cuanto a la gestión interna de la situación en nuestras familias, es una tarea difícil pero apasionante, como la de un jardinero que  planta sus semillas y día a día las cuida hasta que esa planta echa raíces y florece.

Es tiempo de conocimiento y de reconocimiento mutuo en las familias, de practicar la escucha interior de nuestras emociones y de las de nuestros hijos, de cultivar la paciencia y a través de la palabra llena de cariño, permitir que nuestros pequeños crezcan seguros y felices, tiempo de siembra para que este período no les traiga consecuencias emocionales negativas y si eso ocurriera, estar ahí para acompañarles.

Y como decía Viktor Frankl, “si no está en tu mano cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.

FUENTE: aleteia.org

3 claves para gestionar la convivencia en pareja

Este confinamiento que estamos viviendo, ha demostrado que el famoso refrán español que dice que «El roce hace el cariño» no es del todo cierto.

En este vídeo os explicamos 3 estrategias para mejorar la comunicación y la convivencia en pareja.