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Estas son las razones por las que no debes mentir a tus hijos, a ninguna edad. Colaboración con La Vanguardia

Descubrir que sus padres falsean la verdad hará que se sientan traicionados, entre otros desajustes

Por ROCÍO NAVARRO MACÍAS

Si no estás listo ya, me iré sin ti. Si no te duermes, vendrá el coco. Como no termines el plato, no vas a crecer. Estas afirmaciones tienen algo en común: que todas son mentiras muy extendidas entre los padres. Frases como estas se lanzan con la intención de evitar confrontaciones y enfados o de promover buenos comportamientos. Pero disfrazar la verdad nunca es una buena estrategia.

A primera vista, parece que este tipo de afirmaciones bienintencionadas no hacen mal en quien las recibe. Sin embargo, los expertos y la ciencia tienen una visión distinta de la situación. Recientemente se ha publicado un estudio en el Journal of Experimental Child Psychology que aborda las consecuencias que puede desencadenar en los niños el engaño. En concreto, la investigación revela que privar de la verdad a los hijos puede provocar desajustes en el desarrollo psicosocial de los menores.

Criar a través de la mentira puede parecer un ahorro de tiempo, sobre todo cuando las razones de los padres para engañar es que sus hijos hagan algo difícil de explicar”, comenta Peipei Setoh, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad de Singapur y primer autor de la investigación, en un comunicado. Sin embargo, este comportamiento puede desencadenar una pérdida de confianza en los adultos. “Los niños se sienten muy traicionados cuando se dan cuenta de que sus personas de máxima confianza les mienten”, revela Silvia Álava, especialista en psicología educativa.

El por qué de las ‘mentirijillas’

Mentirijillas es un término con el que se resta importancia al hecho de enmascarar la realidad. No obstante, ni las más pequeñas hacen ningún bien al desarrollo de los menores. De hecho, este tipo de comportamiento suele estar más ligado al confort de los adultos que al beneficio de los hijos. “Mentimos porque tenemos miedo de contar la verdad; a veces, porque les estamos sobreprotegiendo; y otras, porque pensamos que es un tema que no les atañe por la edad que tienen”, indica la psicóloga.

Es frecuente evitar afrontar temas relacionados, por ejemplo, con la muerte o la sexualidad. “Lo hacemos para protegernos, o porque nos da vergüenza hablar sobre determinados asuntos y tener que dar explicaciones”, comenta Abel Domínguez, psicólogo y director de Domínguez Psicólogos.

Impacto en el desarrollo

Lo que en un principio parece una medida de protección, puede dejar una profunda huella en el desarrollo infantil. Los resultados de la investigación antes mencionada indican que aquellos niños a los que se les había educado en la mentira, la utilizaban de forma frecuente. Además, mostraron comportamientos más egoístas y manipuladores, así como un mayor sentimiento de culpa y vergüenza.

“Los niños siempre van a acabar descubriendo la verdad, son muy buenos observadores. Puede que no sepan exactamente qué sucede, pero se dan cuenta de que hay algo raro en el discurso. Por otra parte, los adultos también se sienten incómodos con su comportamiento, al enseñar un modelo en el que se valida la mentira”, explica Álava.

Los niños educados en la mentira tienen comportamientos más egoístas y manipuladores

La psicóloga aclara que esto no quiere decir que haya que compartirlo todo con los hijos. “En ocasiones, no necesitan tener información detallada de lo que está ocurriendo, porque hay que preservar la infancia. No hay que transmitirles, por ejemplo, las preocupaciones de los mayores; es algo que no necesitan”, subraya.

Otro efecto colateral del embuste es que quien lo ejerce deja de ser una fuente fiable para los pequeños. “Ellos no son tontos; si ven que les mentimos u ocultamos cosas van a dejar de preguntar. Por ello, debemos dar respuestas veraces”, comenta Domínguez. De lo contrario, buscarán respuestas en otras personas, como pueden ser amigos o internet.

“Aquí entramos en el apartado de los valores o pudor que puedan tener los padres ante determinados temas, como pueden ser la sexualidad o la prevención del consumo de sustancias adictivas. Yo les animo a que siempre hablen de ello, porque a través de internet, compañeros de clase o padres que tengan menos tapujos van a tener acceso estas cuestiones”, añade el psicólogo.

Cómo contar la verdad

Es importante valorar el nivel de crecimiento para entablar una comunicación efectiva. Álava recomienda siempre analizar qué es lo que el niño necesita saber dada la edad que tiene: “En función de sus años y de lo necesario que sea contarle algo, será cuando elaboraremos el discurso”.

Ser asertivo y claro en el mensaje, así como en los detalles que se van a compartir, es fundamental, ya que como indica la experta, “muchas veces nos enganchamos a las mentiras porque los pequeños empiezan a hacer preguntas y nos ponen nerviosos”.

Adaptar el lenguaje a cada etapa de crecimiento es fundamental para crear un vínculo de confianza. “Los niños no están maduros a todas las edades para encajar determinados temas, pero hay que adaptarlos a su nivel de entendimiento. Más adelante cuando pregunten o necesiten una actualización de la información, podemos dar una versión acorde a lo que puedan entender”, propone Domínguez.

De hecho, a los más pequeños, les cuesta identificar las mentiras. “Tienen un pensamiento más fantasioso, algo que hay que trabajar con ellos. A medida que van creciendo son más conscientes de si les estamos falseando la información o no. Entonces es cuando caemos en la incongruencia educativa: Me enfado si me mientes, pero yo te puedo mentir a ti”, reflexiona Álava.

“Caemos en la incongruencia educativa: me enfado si me mientes, pero yo te puedo mentir a ti”

SILVIA ÁLAVA Psicóloga

Intentar empatizar con los sentimientos infantiles, ofrecer información para que sepan cómo manejar la situación o resolver determinados problemas juntos son algunas herramientas para evitar el engaño.

“Invito a que los papás a que reconozcan a los niños como grandes científicos. Están en constante investigación, probando cosas nuevas y buscando explicaciones sobre el mundo que les rodea. Todo esto es positivo, si les animamos a contrastar lo que les digan o vean en internet criaremos futuros adultos inteligentes”, concluye Domínguez.

FUENTE: LaVanguardia.com

¿Cuándo no debe intentar pillar a su hijo en una mentira? Colaboración para Buena Vida de El País

¿Qué hacer cuando los niños mienten? Colaboración con Papis y Pekes

Un tema muy común pero a veces preocupante para los padres es cuando los niños comienzan a decir mentiras. ¿Qué hacer cuando los niños mienten?

Cuando los niños mienten

Cuando los niños son pequeños les cuesta distinguir entre la realidad y su imaginación, es por eso que muchas veces mienten, pero en ocasiones pueden no ser conscientes de que lo hacen. Se inventan historias que resultan inverosímiles pero que en su cabeza son ciertas. Ante estas fabulaciones de los niños, los padres no deben ni asustarse ni enfadarse, basta con que le digan , “pero tu sabes que eso no es verdad, qué te parece si me lo vuelves a contar diciéndome que me vas a contar una cuento, una historia, que te has inventado que un amigo tuyo ha hecho algo…” simplemente se trata de que aprendan a distinguir la realidad de la ficción.

En cambio es diferente cuando el menor  ya es un poco más mayor y empiezan a aparecer mentiras en el niño del tipo omisión de la verdad, como cuando asegura haberse lavado los sientes y no lo ha hecho, dice que hizo los deberes y descubrimos que están sin hacer…

En estos casos los padres deben de actuar. Además de hablar con él niño, hay que explicarle que sabemos que ha mentido y establecer con él una consecuencia por mentir. Muchas veces los niños continúan mintiendo porque sienten que la mentira les sale rentable, sus padres muchas veces no se enteran, o con ella consiguen dejar de hacer algo, o que no se les castigue o se establezca una consecuencia determinada.

¿Cómo actuar ante las mentiras de los niños?

  • No enfadarse de forma desproporcionada ante la realidad. Hay que ser conscientes de cuál es nuestra reacción cuando el niño ha hecho algo. Por ejemplo, si por romper una figurita el padre o la madre actuamos de manera desproporcionada, es normal que si el niño vuelve a romper algo trate de ocultarlo. Nadie quiere que le regañen y le griten de forma desmesurada.
  • Crea un clima de confianza, donde no haya el miedo y el niño se atreva a decir lo que le pasa, lo que le preocupa o si algo le fue mal.
  • Se un ejemplo a seguir. Los niños aprenden por modelado, copian a sus adultos de referencia. No mientas, porque si no ellos no van a entender por qué tú lo haces y en cambio ellos no lo tienen permitido.
  • Desde pequeño trabaja la distinción sobre la mentira y la realidad y explícale que papá y mamá saben cuándo está mintiendo.
  • Refuérzale cuando no miente, si por ejemplo confesó que jugando rompió algo, primero felicítale por habértelo contando, y luego ya hablarás con él, si lo que estaba haciendo estaba permitido o no.
  • No desconfíes de él de forma sistemática, dale la oportunidad de que cambie y mejore su actitud.

Con un poco de paciencia y actuando con coherencia podemos conseguir que nuestros niños comprendan que mentir no es la forma correcta de actuar y solucionar las cosas.

 

FUENTE: PapisyPekes.com