Entradas

La cartera de papá y mamá no es infinita, cuanto antes lo sepan mejor

Aunque les cueste entenderlo al principio, para los niños el dinero es un concepto abstracto, la psicóloga Silvia Álava aconseja enseñarles el valor que tiene.

CRISTINA RAPOSO Miércoles, 28 abril 2021, 22:21

Nos guste o no, el dinero es parte de nuestras vidas. Muchos lo consideran el «elixir» de la felicidad del ser humano. ¡Qué disparate! Pensaran. Y tal vez estén en lo cierto, pero es innegable que ayuda. La crisis económica que ha dejado a su paso (y sigue dejando) el omnipresente virus ha abierto una gran brecha en la cartera de miles de personas. Y en una sociedad en la que reina el consumismo, no es tan descabellado asegurar que, al menos, sí que aporta tranquilidad. Quienes no son capaces de llegar a comprenderlo del todo son los pequeños. Y es normal, para ellos el dinero no es más que un concepto abstracto con el que papá y mamá «compran cosas». Habrá quien considere que «ya tendrán tiempo para ser responsables con sus finanzas». Sí, desde luego, pero cuanto antes lo aprendan mejor. No olviden que son pequeñas esponjas que absorben los comportamientos y costumbres de sus mayores. «Aunque les cueste entenderlo al principio, hay que educarles el valor que tiene el dinero. Tienen que ver de primera mano que las cosas cuestan un dinero. Que participen es muy beneficioso, pero también que conozcan de dónde sale», sostiene Silvia Álava, psicóloga del gabinete madrileño Álava Reyes.

La responsabilidad de su propio dinero

Lo que recomiendan los psicólogos es que se les dé una pequeña paga semanal (a partir de los ocho años está bien). De este modo, ellos mismos adquieren la responsabilidad de su propio dinero. «Tienen que aprender que cuando se acaba no hay más. Gestionarlo es el mejor modo para que le den el valor que realmente tiene», apunta la experta. Y reconoce que es «muy bueno» que nos acompañen a hacer las compras, que les hagamos algún encargo relacionado con ellas, o incluso que la revisemos. «Además de practicar y perfeccionar el cálculo matemático, de este modo comprobamos si nos han devuelto bien el cambio, o si podemos comprar algo más con las vueltas. Lo importante es que estén acompañados y que vayan viendo cómo funciona la vida», explica.

Ojo con premiar cualquier acto

Con lo que hay que tener cuidado es con financiarles «a demanda» o con premiarles porque han cumplido «alguna tarea». Deben aprender que una familia coopera y trabaja junta, y premiarles monetariamente por haber recogido la mesa está lejos de ser una buena idea. «No han de ser cantidades muy excesivas. Aunque en la familia no existan problemas económicos, no es bueno que los niños o los adolescentes tengan mucho dinero porque no sabrán valorarlo. Tienen que aprender lo que cuestan las cosas. Tener mucho dinero solo les generará problemas y frustración. Y así no aprenderán a ahorrar porque no les será necesario», subraya Álava.

Es cierto que la vida cada día está más cara. Ahora ir al cine y tomarte un refresco con unas palomitas casi que es un artículo de lujo. Pues más aún para los menores. Pero no sientan lástima. Ojo, que tampoco hay que apartarles de su círculo de amigos y negarles el participar en cualquiera que sea el plan (también nos podemos estirar dándoles una propinilla mayor de vez en cuando). Pero deben aprender o, más bien, experimentar lo que la experta llama «la bienvenida al mundo real». «Muchos padres me dicen que si no les dan mucho dinero no pueden ir al cine y comprarse unas palomitas o quedarse a cenar después. Y sí, es así. Pero en la vida tenemos que aprender a elegir. Puedes entrar a una tienda y que te encanten tres vestidos, pero realmente, solo puedes comprar uno. Se trata de un aprendizaje vital. Si no les enseñamos esto, de mayores estarán frustrados. No se puede hacer todo. Hay que enseñarles que a veces hay que escoger, y que, en ocasiones, hay que coger un trabajo extra», manifiesta la profesional.

La tarjeta «infinita»

Algo crucial también es que nos vean pagar en metálico porque la tarjeta para los niños es como el bolsillo mágico de Doraemon, pide y se te dará. «Conviene que nos vean pagar con dinero porque estamos hablando de una cosa abstracta para ellos y deben ver el billete, en físico. Tienen que ser conscientes de que la tarjeta tiene un límite. Es muy recomendable explicarles que nuestro dinero está en el banco y que cada vez que pagas se descuenta», avanza la psicóloga.

Y si nuestro adolescente de hormonas revueltas nos lanza la posibilidad de querer buscarse un trabajo, calma, que ello no quiere decir que vaya a abandonar los estudios. Ni mucho menos. De hecho, es una gran oportunidad para que comience a familiarizarse con el mundo laboral y el de las finanzas. Sus finanzas. «A veces, ese trabajo se lo podemos dar nosotros mismos. Como pedirle que nos pinte y lije la verja. No hay que ser unos padres autoritarios, hay que dejarles que vayan experimentando la capacidad de decisión. Y, lo más importante, qué es lo prioritario», aconseja.

FUENTE: elcorreo.com

Buenas notas, hacerse la cama… lo que la paga no debe comprar. Colaboración con El Diario Montañés

La asignación semanal a los niños es útil para enseñarles a gestionar el dinero, pero puede crear monstruos si se da como un premio por cosas que no deben ‘pagarse’

Por SOLANGE VÁZQUEZ

Si usted está ya en la edad adulta, seguro que en la infancia escuchó de boca de sus padres la siguiente pregunta: «¿Pero tú te crees que soy el Banco de España?». Esta joya de los aforismos ‘viejunos’ resume muy bien la filosofía que hace décadas tenían los progenitores respecto al dinero que se daba a los peques: si pedías algo al margen de tu asignación, tenías muchas probabilidades de recibir un no por respuesta. Ahora, sin embargo, padres y madres debaten mucho sobre si hay que ser más flexible y sobre el concepto de paga semanal, que para algunos está trasnochado.

Cada casa tiene su fórmula, pero, desde el punto de vista de la psicología, los expertos sí recomiendan que se les dé a los peques una pequeña cantidad. Se puede empezar con una hucha cuando son pequeñitos, pero «en torno a los ocho años ya se les puede dar una paga para que la gestionen», explica Silvia Álava, psicóloga del gabinete madrileño Álava Reyes. La otra opción, la de financiarles «a demanda», puede crear monstruos… y analfabetos monetarios, que viene a ser parecido. «Si aprenden que, cuando quieren algo, se les da, van a creer que pueden tener todo de inmediato -alerta Álava-. Y, si no comprenden el valor del dinero de pequeños, llegan a la edad adulta sin tener ni idea, cargándose de deudas, pidiendo microcréditos para vacaciones o cosas que no son necesarias…».

¿Cómo intentamos evitar este desastre desde la infancia? Dándoles a los niños y niñas una paga «ajustada», porque «si se ven con mucho dinero va a haber un problema». Vamos, que no le dé para muchas alegrías y que les obligue a priorizar… y, sí, a prescindir de cosas. «Tienen que aprender a elegir, la vida al final consiste en hacer elecciones constantemente -indica la psicóloga-. Deben saber, por ejemplo, que si se gastan su dinero en chuches, igual no les queda luego para cromos». ¿Y cuál es la cantidad adecuada? Por supuesto, depende de la edad y de la zona donde viva la criatura: «En una ciudad gastan más que en un área rural».

Otro beneficio de la paga es la demora de la recompensa. Si los niños y niñas quieren algo de cierto precio y tienen que ahorrar un poco para conseguirlo, «ganan en autocontrol, ya que la respuesta gratificante no es inmediata». Desaparece ese ‘lo quiero y lo quiero ya’ que tantas pataletas causa. «Si se hace así, ocurre un hecho curioso… te dicen ‘¡quiero estoooo!’. Pero tú le contestas ‘vale, pero lo pagas en tu dinero’. Entonces saltan, ‘ay, pues ya no lo quiero’», argumenta la psicóloga. Eso hace que sean menos consumistas, más reflexivos y previsores.

Sobreprotección

A estas alturas del reportaje ya habrá madres y padres diciendo ‘ay, pobres críos, qué pena, ahí contando los euros y quedándose con las ganas de cosas’. Pues de eso se trata. «Estamos haciendo cosas mal como sociedad. Creamos niños inseguros, hay mucha sobreprotección», comenta la psicóloga. Por eso, aconseja que, cuando son mayorcitos, se les anime a buscar un trabajito para que ganen algo -«de canguro, cortando césped, dando clases…»-. De este modo, también empatizarán más con sus progenitores, a los que más de mil veces les habrán echado en cara eso de ‘te pasas el día trabajando y casi no te veo’. «Así entienden que, sin esfuerzo ni trabajo, no hay dinero».

Algunos pensarán que la paga debe estar sujeta a las buenas notas o a la realización de tareas domésticas. «¡Noooo, al contrario! -se horroriza Álava-. Sobre las notas, mejor que premiarles dándoles dinero, se debe buscar la motivación intrínseca. Es decir, preguntarles cómo se han sentido de orgullosos y satisfechos al obtener buenos resultados… Porque el dinero ‘caduca’, pero ese sentimiento no», explica. Y, sobre vincular la paga a los quehaceres de la casa, menos. «Ni hablar, hay que hacerles entender que la familia es un equipo y que es resposabilidad de todos hacer la casa». Y eso no se paga con dinero.

El peligro de la tarjeta

Los expertos coinciden en afirmar que la educación financiera empieza con la paga, pero luego continúa en la adolescencia y la juventud. O debería Según un estudio del BBVA, un tercio de los jóvenes de entre 18 y 25 años se preocupa por ahorrar y más de un 20% usa parte del dinero que acumula para financiar sus estudios. ¿Y el resto? Pues parece que a esas edades aún no se preocupan del vil metal (seguramente, lo harán sus progenitores). «La educación financiera debe comenzar en familia, debe seguir en las escuelas y luego en la universidad, porque nos relacionamos con el dinero constantemente», asevera Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya. Y alerta contra formas de pago que a los más jóvenes pueden hacerles perder la cabeza. Los milenials hacen el 80% de sus compras con tarjeta «y este fenómeno -advierte- contribuye a que se pierda la conciencia del dinero y de su valor, porque dejamos de tocarlo».

Una cantidad ‘ajustada’

  • De 6 a 8 años: Un euro valdría. Es más que nada para meter en la hucha y que aprendan a contarlos, ya que saben sumar y restar.
  • 8 años: Un euro o dos, no más. Suelen invertirse en chuches, cromos… pero tendrán que elegir.
  • 12 ó 13 años: Unos cuatro euros. Ya, no da para ir al cine. Tendrían que tirar de ahorros. porque no todos los fines de semana deberían ir.

FUENTE: eldiariomontanes.es

Por qué has de hablar con los niños de dinero (y cómo hacerlo más fácil). Colaboración con La Vanguardia

Educar en el esfuerzo que cuesta ganarlo es fundamental para que entiendan su valor.

Por Rocío Navarro Macías.

La escena es la siguiente: un niño ante una máquina de bolas que llega a la rabieta hasta que sus padres le dan un euro para conseguir una de ellas. Una vez abierta, la sorpresa es desechada casi de inmediato por el pequeño porque no está a la altura de sus expectativas. Sin embargo, al rato vuelve a pedir dinero para sacar otra. Este sería un buen momento para tener con él una conversación sobre el valor del dinero. A lo largo de su vida, los niños van a recibir mensajes monetarios de muchas fuentes diferentes, ¿no sería una buena idea que los padres se establezcan como la referencia en este aspecto? De esta forma es posible proporcionarles también un marco ético y de buenas conductas sobre la economía diaria.

“El dinero por sí mismo no es algo especialmente amable ni bonito. Los niños no deberían preocuparse por poseerlo o ahorrarlo, sino entender la responsabilidad que implica tenerlo y gastarlo. Hablar de economía y de dinero con los niños también es hacerlo de valores: responsabilidad, justicia social, solidaridad”, comenta Montse Junyent, economista y autora de libros como ¿Cuántas raíces de frambuesa necesitas para ser feliz? (Comanegra), que explica las crisis económicas a los niños.

¿Cuándo comenzar?

Los niños son grandes observadores y desde muy pequeños comienzan a ser conscientes de que sus padres utilizan el dinero como moneda de cambio por cosas. Junyent apuesta por no introducir estos temas hasta que se interesen. “Pienso que lo ideal sería que vivieran sin saber qué es el dinero ni preocuparse por este tema. Pero esto es muy difícil porque es algo que está muy presente en nuestra vida y ellos muy pronto preguntan. Entonces es cuando debemos empezar a tratarlo, no antes”.

De hecho, un estudio de la Universidad de Michigan descubrió que los niños de tan solo cinco años ya tenían reacciones emocionales distintas al gastar y ahorrar que se traducían en conductas de gastos reales. “Aunque se trata de un concepto muy abstracto para niños de educación infantil, sí que hay que inculcarles el valor del dinero, que las cosas cuestan y suponen un esfuerzo”, indica la doctora en psicóloga clínica y de la salud Silvia Álava. “A partir de los seis años, saben contar y pueden comprenderlo más. Pero esto no implica que antes, no se lo estemos diciendo”, continúa.

La forma en la que la economía se introduce a un niño es clave para su relación con el dinero en el futuro. Un enfoque neutro, en el que no se ligue este concepto con emociones positivas o negativas, evitará que en el futuro surjan sentimientos de culpa o ansiedad derivados por los hábitos de gasto. “Deben percibirlo como algo necesario, pero sin darle una importancia excesiva”, cuenta Junyent. “Hay que educar en el valor del dinero sin transmitir presión o preocupación por si falta y a la vez compartir con ellos este tema como un asunto familiar en el caso de que se esté pasando por dificultades económicas”, comparte Álava.

Entre las claves para mantengan una relación saludable con el dinero, hay que hacerles ver que no se trata de un fin en sí mismo, ni convertirlo en un objeto de deseo. “Tenemos que transmitir que es un medio para conseguir objetivos nobles, que trabajen para el bien común, pero no debe ser un objetivo en sí mismo. Ganar mucho dinero no debería ser la finalidad de la vida de una persona, sino conseguir una vida digna, satisfactoria y plena; y el dinero es el medio para conseguirlo”, comenta Junyent.

Asimismo, la economista habla de cómo conocer el valor de las cosas y el dinero puede derivar en un consumo responsable. “Si saben el esfuerzo que supone tenerlo, serán más cuidadosos en gastarlo. También pueden aprender a entender la sobriedad no como una renuncia, sino como un estilo de vida que aporta mayor satisfacción que el consumo desmesurado”.

Hablarles desde la práctica

Lo más fácil y divertido para los niños es tratar el tema desde la práctica. “Desde que son pequeños, aunque no conciban los conceptos abstractos, sí que les podemos decir: mamá o papá va a pagar porque ha ido a trabajar y por eso tiene dinero”, comenta Álava.

Junyent propone, asimismo, hacerles partícipes de aquellas actividades que realizamos en el día a día como hacer la compra o ir al banco. “A los niños les cuesta entender cuál es la función de estas organizaciones. Como padres nos podemos encontrar diciendo a nuestro hijo que no podemos comprar aquello que nos pide porque no tenemos dinero y él respondernos que vayamos al cajero a buscar más. Entonces tenemos que explicarles que esta máquina no reparte dinero, sino que sólo nos lo da si antes lo hemos depositado”.

Además, en estos hábitos cotidianos se puede animar a los niños comparar precios o dejarles pagar pequeños importes. “También permitirles que participen en la planificación de los gastos de un viaje u otras actividades que se hagan en familia”, propone Junyent.

Cuidado con los premios

Al igual que se debe abordar la relación con el dinero desde un punto de vista neutro, sin etiquetarlo con emociones, tampoco debe utilizarse para premiar. “A veces, con la voluntad de educar en la responsabilidad y el valor del dinero, podemos caer en el error de premiar con él buenos resultados escolares o la ayuda en las tareas de la casa. No deberíamos vincular el dinero con comportamientos meritoriosporque entonces enviamos el mensaje de que todo tiene un precio y de que todo se realiza por dinero, no por la satisfacción y el mérito de hacer las cosas bien”, indica Junyent.

Una niña introduce una moneda en una hucha ante la presencia de su padre. vadimguzhva / Getty
Una niña introduce una moneda en una hucha ante la presencia de su padre. vadimguzhva / Getty

Muchas veces es la condescendencia de los padres la que puede generar mensajes confusos en cuanto al valor del dinero. “Se escucha a muchos padres decir sobre sus hijos adolescentes ‘me da pena porque tienen poco dinero y deben elegir entre ir al cine y palomitas o ir al cine y merendar’. Pero se trata de un aprendizaje vital. En la vida hay que aprender a elegir y ellos deben ser conscientes de que el dinero es limitado”, explica Álava. Para ello, la experta recomienda introducir prácticas como darles una pequeña paga o el ahorro.

“Algo que les ayuda a valorarlo es una propina, a partir de los ocho años, por ejemplo. Que ellos aprendan a gestionarlo a través de pequeñas transacciones del día a día. Es muy curioso, porque cuando se trata de su propio dinero, se piensan dos veces antes de pedir algo”, añade la psicóloga, que advierte de la necesidad de ser realistas con el dinero que se les da. “Debe ser poco. Que tengan que aprender a ahorrar si quieren algo que cuesta más”.

Una pequeña paga, a partir de los ocho años, permite que aprendan a gestionar el dinero y a ahorrar

FUENTE: LaVanguardia.com