Nunca es lícito pegar a un niño. Entrevista con Bebesymas.com

Bebesymas - Silvia Alava

Una de las cuestiones que más nos preocupan a los padres de hoy en día es cómo corregir ciertas conductas en los niños. Nos preguntamos si deberíamos castigarles, cuándo y cómo hacerlo, si esos castigos son efectivos y si hay otras alternativas que podamos poner en práctica.

Para aclarar todas esas y otras dudas, hablamos sobre castigos con una verdadera experta, la psicóloga infantil Silvia Álava, autora de los libros ‘Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron’ y ‘Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia‘, que se presenta estos días, ambos publicados por JdeJ editores.

Mucha gente opina que dar una colleja no es para tanto, que no es grave, que «apenas es un toque», pero más allá de lo físico (que tampoco es aceptable), ¿es una buena manera de corregir un comportamiento inadecuado en los hijos? ¿Por qué?

No, nunca y bajo ningún concepto es lícito pegar o dar un cachete o una colleja a un niño, pues de esta forma, no sólo le haremos daño físico, si no que le mostraremos que hemos perdido el control de la situación, y que él ha logrado desesperarnos; y es importante que los niños vean que en todo momento es el adulto el que mantiene el control, nunca él.

¿Sirven de algo los castigos físicos? ¿Hay licencias para pegar a los hijos?

No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de un niño es el modelado, es decir los niños copian lo que ven en sus figuras de referencia, que principalmente somos los padres. Si queremos que desaparezcan lacras sociales como la violencia, y no sólo de género, no les enseñemos a nuestros hijos que el castigo físico es una opción, bajo ningún concepto.

Y los castigos no físicos, ¿sirven de algo? ¿Cómo deberían ser para que sean efectivos?

El castigo no es un recurso imprescindible en la educación de los niños, de hecho, la psicología nos ha demostrado que en pocos casos el castigo es efectivo.

El objetivo en la educación es consolidar las conductas positivas en los niños y extinguir las conductas negativas, y eso se consigue mucho mejor mediante el refuerzo y la extinción.

Consideramos refuerzo a cualquier consecuencia positiva, y ojo, no lo equivoquemos con premios materiales, el mejor refuerzo para los niños puede salirnos muy barato, es la atención de sus padres. Se trata de aprender a reforzarles cuando estén realizando las conductas que queremos instaurar, es decir, esté con ellos y refuerce y premie al niño mientras se porta bien, y no le preste más atención cuando está realizando las conductas disruptivas que queremos que desaparezcan, esto es lo que se llama extinción.

En pocos casos el castigo es efectivo, y para que lo sea, tiene que ser lo más contingente posible a la conducta que quisiéramos castigar, es decir lo más cercano posible, y por un periodo de tiempo corto. De nada sirve castigar a un niño sin ver la televisión el fin de semana si se ha peleado con su hermano el jueves, porqué cuando llegue el momento de la aplicación del castigo, primero, no se acordará del motivo, y segundo, rompemos la posibilidad de premiar las conductas en ese intervalo del jueves al sábado.

¿Qué alternativas tenemos los padres a los castigos? ¿Cómo podemos educar sin castigar?

Lo mejor es que desaparezca el concepto “castigo”, ya que los niños lo viven como algo impuesto desde fuera y contra lo que nada pueden hacer. A partir de ahora cambiaremos la terminología: las cosas hay que ganárselas, y ver la televisión, o jugar un rato con el ordenador o la videoconsola, habrá que ganárselo con el comportamiento correcto.

Sería bueno sentarnos con el niño y explicárselo. “A partir de hoy, tendrás que ganar jugar x minutos al ordenador, ver la televisión… y eso se gana realizando los deberes al llegar del colegio, obedeciendo a la primera… (el niño tiene que tener muy claro qué es lo que se espera de él, definiendo sus tareas de la forma más concreta posible, y las normas y los límites que tenemos establecidos). De tal forma que cuando el niño incumpla su parte del acuerdo, desaparecerá “te castigo sin ordenador”, si no “hoy no te has ganado jugar al ordenador”.

Así el niño verá que él tiene en su mano la posibilidad de ganar las cosas, que todo está en él y en sus comportamientos. En la consulta vemos muchos niños que “están castigados a todo” y esto les ha hecho perder toda la motivación para portarse bien, por lo que incluso la situación familiar es todavía más tensa que antes del castigo.

FUENTE: Bebeymas.com

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