¿Cómo salvar la convivencia familiar en estos días de cuarentena?

En este vídeo os propongo algunos consejos salvar la convivencia familiar en estos días de cuarentena:

  • Establece las normas y los límites.
  • El respeto siempre debe estar presente.
  • Crea un clima de confianza para poder comentar cómo nos sentimos.
  • Intenta mantener los horarios y las rutinas.

Coronavirus: guía urgente para contarle a tu hijo por qué no va al colegio. Colaboración con el diario El Mundo

Los psicólogos recomiendan hablar claro y conciso, dar ejemplo de calma, no mentir, combatir las conductas de rechazo y evitar la crudeza

Escrito por PEDRO SIMÓN

Ocurrió este mismo lunes. El niño de siete años estaba en consulta. Acababa de conocerse el cerrojazo escolar de Madrid. La especialista y el paciente empezaron la sesión rutinaria. Hablaban y hablaban. Pero el chico mostraba una preocupación que le saltaba en el pecho como una rana.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Claro, dime.

-¿Puedo hablar con un chino?

La anécdota la cuenta la psicóloga Silvia Álava y muestra la onda expansiva del impacto del coronavirus en las mentes de los más pequeños. ¿Puede un niño desarrollar miedos absurdos o nuevos? ¿Los hay que están aumentando estos días sus niveles de ansiedad? Aunque la mayoría celebre el advenimiento de unas vacaciones inesperadas, ¿para algunos viene el Coco?

Los psicólogos aseguran que todo dependerá del lenguaje que utilicemos, de cómo adecuemos el mensaje a la edad de los menores y, sobre todo, de lo que éstos vean en casa. Porque no es lo mismo tener unos padres que mantengan la calma que tener otros que saqueen el Mercadona como si viniese el Armagedón y esto fuera Mad Max.

«Este lunes hemos recibido bastantes llamadas para consultas de menores, padres que piden cita porque algo no va bien. Hablamos de chicos y chicas con sintomatología de ansiedad que necesitan ayuda», señala Mercedes Bermejo, coordinadora de Psicología Clínica de la Salud y psicoterapia del Colegio de Psicólogos de Madrid. «Vivimos en una sociedad muy adultista, una donde los niños tienen sus limitaciones para comprender. Hay que contarles lo que está pasando desde lo simbólico, lo lúdico y lo interactivo«.

Estas son 10 claves para lidiar con la crisis del coronavirus entre los más pequeños.

  1. Dele una información breve, concisa y clara. «Los niños son grandes receptores de información, pero no saben interpretarla porque su desarrollo madurativo no se lo permite. Necesitan que los padres descodifiquen esa información», señala Silvia Álava, doctora en Psicología. «Bastaría con empezar diciéndoles que es como una gripe, pero que como todavía no tenemos vacunas, hay que tener cuidado y lavarse mucho las manos. Que por eso nos quedamos en casa un tiempo: para evitar el contagio».
  2. No les mienta, pero tampoco sea crudo. La información ha de ser adecuada a la edad. «Cuanto más pequeño sea, más sencillo ha de ser el mensaje», comenta Timanfaya Hernández, psicóloga sanitaria y forense. Por lo general, un niño entre cuatro y ocho años tiene una buena edad para comprender una enfermedad de forma básica e inculcarles medidas de protección. Según Mercedes Bermejo, hay que promediar lo que se dice: «Hay veces que, con la idea de no mentirles, les lanzamos un mensaje demasiado crudo».
  3. Los niños imitan a los padres: no caiga en la histeria. Hay que evitar expresiones condicionadas a situaciones de miedo. «No hablar de ‘ya van tantos muertos’ o ‘hay tantos muy graves’ o ‘hay que ir corriendo a comprar'», advierte Hernández. En definitiva, se trata de no ser alarmistas y de dar ejemplo. La psicóloga Álava añade: «Hay niños que desarrollan pánico si ven a los adultos caer en él».
  4. Desmonte ideas irracionales y combata conductas de rechazo. Los especialistas señalan que, una vez que se produce un rechazo entre iguales en la infancia, es probable que se perpetúe. «Es importante que no se genere un rechazo que luego es difícil revertir, el rechazo al asiático, al que tose, que no se les diga: ‘A ese no te acerques'», aconsejan. «El principio de incertidumbre hace que nos pongamos en lo peor. Hay familias con un perfil de personalidad más proclive a generar alarma. Hay que evitar eso».
  5. Utilice los cuentos. «Los cuentos pueden ser una manera muy ilustrativa y cercana de contarles», comenta Bermejo. «Sobre todo para trabajar lo emocional». Un material ilustrado dirigido a los niños, y que se está distribuyendo entre los especialistas, comienza así: «Hola. Soy un virus, primo de la gripe y el resfriado. Y me llamo coronavirus. Me encanta viajar y saltar en las manos de las personas para saludar. ¿Has escuchado hablar sobre mí? ¿Y cómo te sientes cuando me escuchas nombrar?».
  6. Sentimientos. «Por culpa de la tecnología, hay un déficit emocional», prosigue Bermejo. «Antes, cuando algo no nos gustaba, poníamos una cara, la nuestra. Ahora ponemos un emoticono… Pero es muy importante que expresen lo que sienten con lo que está pasando».
  7. Sentido del humor, sí, pero… Silvia Álava opina que el sentido del humor está muy bien para desdramatizar. Ahora bien: «Los niños no entienden la ironía hasta los siete años, con lo que hay que tener cuidado con las bromas, porque se pueden asustar».
  8. Niños en riesgo. Lo más probable es que, lo que está sucediendo, afecte más a niños con «rasgos hipocondríacos u obsesivos». También a los que tienen «altas capacidades, pues muestran una sensibilidad mayor». Timanfaya Hernández: «Con los menores con patologías previas que atañan a la ansiedad, el mensaje de calma ha de ser mayor. Chicos con TOC de lavarse las manos compulsivamente, por ejemplo, pueden tener un pico en el comportamiento en estas semanas».
  9. Ayudarles a predecir su tiempo. Se trata de orientarles en el control de su tiempo durante este periodo. Precisamente para que no se encuentren en una situación en la que no pueden predecir nada. Eso da tranquilidad y normaliza.
  10. Desconectar. Los psicólogos piden hacer de la necesidad, virtud. Ante una situación de crisis como ésta, ver una oportunidad para compartir el tiempo en familia y desconectar.

FUENTE: Diario El Mundo

Participamos en la jornadas Innovación Educativa en Águilas: Otra escuela y otra educación

Águilas acoge las III Jornadas de Innovación Educativa del Valle del Guadalentín, un evento organizado por el colectivo Innovamos Juntos

El próximo 14 de marzo se celebrarán en el hotel Puerto Juan Montiel de Águilas las III Jornadas de Innovación Educativa del Valle del Guadalentín. Se trata de un evento organizado por el colectivo Innovamos Juntos, cuya primera conferencia, ‘Educación emocional y apego’, impartirá Rafael Guerrero Tomás, licenciado en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid. En estas jornadas también intervendrán Inmaculada Aldea Gómez, psicóloga especialista en neuromarketing, que hablará sobre ‘El docente, referente emocional en la educación de los alumnos/as’, y Noelia Salas Román, maestra Educación Infantil, cuya conferencia versará sobre ‘Desarrollar la inteligencia emocional en los niños a través de la literatura infantil’.

Las jornadas, en las que colabora el diario LA OPINIÓN, rendirán un homenaje póstumo, con motivo del centenario de su nacimiento, a Francisco Ros Giner (Lorca 1920 – 1994), un profesor innovador en su tiempo. También participarán la psicóloga Urbania Rondón, con la conferencia ‘Inteligencia Emocional, Gestión del conflicto y Mediación’, y la periodista y escritora Cristina Selva Vicente, que hablará sobre las ‘Emociones en el ámbito literario’.

Por la tarde, la compañía Teatro de la Luz representará ‘Mi hemisferio izquierdo’, obra en un acto escrita y dirigida por Adela Mendiola, coach, actriz y escritora, y luego la farmacéutica y diplomada en Nutrición Angélica Aragón Aragón disertará sobre ‘Healthy Family; nutrición emocional en familias sanas’.

Otras conferencias serán la de Eva Murillo Ortiz, psicóloga y coach, sobre ‘El docente, líder emocional’, y la de Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología por la UAM, sobre ‘Familias felices’. El último acto de las jornadas, en las que también colabora la consejería de Educación, consistirá en una mesa redonda con ponentes en la que se expondrán conclusiones y que estará moderada por Juan Francisco Martínez y Lidia Valero, equipo coordinador de colectivo Innovamos Juntos Guadalentín.

Las inscripciones se pueden realizar en:

  • CPR Murcia, para el profesorado y funcionarios de la consejería de Educación.
  • innovamosjuntosguadalentin@gmail.com, para padres y madres pertenecientes a la FAMPA Guadalentín.
  • innovamosjuntosguadalentin@gmail.com, para psicólogos, pedagogos y personas interesadas en general.

Asignatura Pendiente

Innovamos Juntos cree que hay una asignatura pendiente: mostrar a las familias y docentes que «otra escuela y otra educación es posible si la basamos en la participación, la creatividad, la curiosidad, la colaboración, las nuevas tecnologías, la inteligencia y salud emocional€por ser principios básicos que demanda la sociedad actual».

El colectivo afirma que «solos no podemos, necesitamos la colaboración de las comunidades educativas de los distintos niveles, de organismos, instituciones, asociaciones y empresas que quieran otra forma de enseñar y educar para introducir las mejoras significativas en el funcionamiento de nuestros centros escolares. Maestros, profesores, orientadores, pedagogos, psicólogos, madres y padres que deseen ayudar a niños y jóvenes a desarrollar y descubrir lo mejor de sí mismos, para que aprendan desde la mente y el corazón, potenciando talento, creatividad, esfuerzo e introduciendo salud e inteligencia emocional como materias que mejoren la calidad educativa, el ser mejores personas y un sistema de valores tan necesario en estos momentos de degradación de nuestra sociedad».

Innovamos Juntos considera que hay que formar personas emocionalmente sanas que controlan sus pensamientos, sentimientos y comportamientos, siendo capaces de hacer frente a los desafíos de la vida, de construir relaciones fuertes con sus semejantes y de recuperarse de los contratiempos que la vida le presente.

Calidad intelectual y emocional

Innovamos Juntos se propone, entre otros, los siguientes objetivos para mejorar la calidad intelectual y emocional:

  • Trabajar para mostrar a padres y docentes otra Escuela y otra Educación.
  • Divulgar herramientas que ayuden a crecer por dentro porque el mundo cambia cuando nosotros cambiamos.
  • Sembrar ideas que ayuden a los docentes a educar con corazón y con mucha ciencia.
  • Conseguir un mundo mejor desde el aula con motivación de alumnos, padres/madres y maestros.
  • Incidir en las capacidades de los alumnos para transformar el mundo.
  • Fomentar el intercambio de ideas y experiencias sobre nuevos modelos de enseñanza.
  • Que la enseñanza sea igualitaria, dejando de educar a los niños para ser niños y a las niñas para ser niñas.
  • Descubrir que el afecto facilita el aprendizaje y se debe utilizar en la escuela.
  • Ser conscientes de tratar a cada alumno/a como persona única, especial y diferente y valorar el esfuerzo que realiza.
  • Implicar a Centros Educativos, Asociaciones de Madres y Padres, Consejería de Educación, Concejalías de Educación, Centro de Profesores y Empresas en unas jornadas de Innovación Educativa para todas las comunidades educativas de los municipios de Lorca, Puerto Lumbreras y Águilas.


Se puede obtener información sobre las jornadas en el teléfono 670 83 77 18

FUENTE: Diario La Opinión De Murcia

8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer

Hoy es el #DiaInternacionalDeLaMujer. Todavía nos queda mucho por hacer en la lucha por la #igualdad. ¿Educamos igual a los niños que a las niñas?

  • Educar el igualdad

#8marzo2020#8M#8M2020

Cómo controlar la ansiedad en Saber Vivir de TVE

¿Cómo controlar la ansiedad?

¿No te parece que hoy en día vamos y vivimos con prisas? Cada vez hay más gente que sufre ansiedad, pero afortunadamente hay métodos para combatirla. En este programa la psicóloga de Saber Vivir os enseñamos cómo funciona la terapia cognitivo conductual grupal que se lleva a cabo en los centros de salud de la Comunidad de Madrid

Puedes ver el programa completo haciendo click aquí

Cómo evitar que los deberes de los hijos sean para los padres. Colaboración con el diario ABC

Los expertos creen que las tareas escolares las deben hacer los niños para asumir sus propias responsabilidades, pero a la vez animan a fomentar hábitos de estudio y a mostrar interés en el desempeño en el colegio.

Por Teresa Sánchez Vicente

En el término medio está la virtud, los padres deben motivar a los hijos a tener un buen desempeño escolar, pero sin ejercer un control directo y autoritario sobre sus deberes. En una era en la que las nuevas tecnologías facilitan la participación de los progenitores en el día a día del colegio a través de plataformas educativas, correo electrónico o de grupos de chat, gran parte de los expertos consultados así lo atestiguan: las tareas escolares las deben hacer los propios niños con el objetivo de que crezcan en responsabilidad y autonomía. Esta afirmación no excluye la implicación familiar a través de ayudas puntuales o desplegando un estilo comunicativo que transmita interés en su rendimiento diario y a la vez, expectativas sobre su futuro a los niños. «Los padres sí tienen la labor de inculcar el sentido de la responsabilidad mediante la imposición de hábitos y rutinas. Se puede merendar y descansar un rato y después hay que hacer los deberes» (Álava Sordo, doctora en Psicología)

Si lo que perseguimos es que consigan buenas calificaciones, hay que tener en cuenta que los estudiantes con padres que se implican de forma más indirecta obtienen mejores notas que aquellos con familias que ejercen un estilo más controlador, tal y como se extrae del informe «La implicación familiar en la educación: una herramienta de cambio», elaborado por profesores de la Universidad de Oviedo y publicado por la Fundación La Caixa. Los datos de PISA señalan que los niños que afirman recibir ayuda frecuente de cualquier familiar obtienen puntuaciones escolares más bajas que aquellos que hacen los deberes por su cuenta. En el informe tambien se concluye que la implicación familiar es positiva para los alumnos, pero siempre y cuando se lleve a cabo con un estilo comunicativo a través de la participación en el colegio y la implicación en el hogar mediante la dotación de recursos que fomenten el estudio. Por contra, no todas las formas de intervención familiar son adecuadas e incluso pueden llegar a ser perjudiciales para el desempeño escolar, tal y como es el caso de las interacciones que se centran únicamente en el control directo sobre los deberes.

Uno de los autores del estudio mencionado y profesor de la Universidad de Oviedo, Rubén Fernández Alonso, explica que el control excesivo de los padres «correlaciona negativamente con los resultados» por ser una práctica nociva para el desarrollo de la responsabilidad y la autonomía de los hijos. Además, «un perfil invasivo aumenta las probabilidades de conflicto, lo que redunda en una pérdida de la motivación, que es un factor clave para los buenos resultados». «Eso no quiere decir que los padres no deban ofrecer ayuda. Los extremos nunca son buenos en temas educativos. Por supuesto, a una demanda concreta, una consulta o petición de ayuda, los padres pueden y deben ayudar. Pero esta ayuda debe ser puntual y siempre a demanda», añade Fernández Alonso.

«Un perfil invasivo aumenta las probabilidades de conflicto, lo que redunda en una pérdida de la motivación, que es un factor clave para los buenos resultados» (Fernández Alonso, Universidad de Oviedo)

En este sentido, Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología y autora de «Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron» deja claro que «los deberes son responsabilidad del niño, no de los padres». «Los padres tienen que tener claro que no es su labor, pueden supervisar lo que están haciendo, pero tienen que dejar que los niños vayan con errores y que se los corrija el profesor porque así aprenden más. Eso no quita que los padres atiendan dudas puntuales», añade Álava Sordo. Al mismo tiempo, los progenitores sí deben enfatizar la utilidad de hacer las tareas y fomentar el estudio. «Los padres sí tienen la labor de inculcar el sentido de la responsabilidad mediante la imposición de hábitos y rutinas. Se puede merendar y descansar un rato y después hay que hacer los deberes. No hay que perseguirlos, pero tampoco dejarles que cojan los juguetes antes de hacer las tareas», aclara Álava Sordo.

Un refuerzo de lo aprendido

Por su parte, el presidente nacional de ANPE (sindicato independiente de profesores), Nicolás Fernández Guisado, destaca que los deberes deben servir para «inculcar hábitos, responsabilidad, planificación y reafirmar el aprendizaje adquirido en el colegio». Por estas razones, Fernández Guisado opina que «los padres no deben hacer los deberes en absoluto» ni tampoco recurrir a clases particulares ya que son un refuerzo de lo enseñado en clase y los niños deben tener las herramientas para saber hacerlos por sí mismos. «Es mejor que el alumno no haga los deberes o que los haga de forma errónea a que se los hagan los padres para que sea el profesor quien les corrija. Ni es bueno despreocuparse, ni tampoco hay que sobreproteger de forma excesiva», sentencia el presidente de ANPE. Por ello, Fernández Guisado sí anima a los progenitores a «inculcar hábitos de estudio y autoestima a los hijos», a la vez que se les transmite que hay «preocupación por su evolución diaria» en el colegio. «El profesor de matemáticas enseña las matemáticas porque conoce a fondo esa materia, el profesor de inglés enseña el inglés por los mismos motivos. Lo que no puede ser es que el colegio ponga deberes a los padres» (L’Ecuyer, autora de «Educar en el asombro»)

La autora de «Educar en el asombro» y «Educar en la realidad», Catherine L’Ecuyer coincide en la idea de que los niños deben aprender las materias en el colegio y no en casa. «Los padres son primeros educadores, pero pueden delegar la instrucción a un colegio cuando no se ven capaces o preparados de asumirla. En ese caso, el colegio lleva a cabo la instrucción por encargo de los padres. Lo que no tendría sentido es que el colegio vuelva a delegar a los padres el encargo que los padres delegaron inicialmente al colegio porque no estaban preparados para llevarlo acabo. El profesor de matemáticas enseña las matemáticas porque conoce a fondo esa materia, el profesor de inglés enseña el inglés por los mismos motivos. Lo que no puede ser es que el colegio ponga deberes a los padres», señala L’Ecuyer.

Asimismo, L’Ecuyer aboga por que los niños tengan más tiempo para jugar y descansar. «Es curioso, porque hay tiempo de ver películas comerciales en las horas lectivas o durante el patio cuando llueve, pero luego los hijos llegan a casa con la mochila cargada de trabajos, y la gran mayoría de los padres sienten la necesidad de apuntar a sus hijos a refuerzo en inglés, en mates, etc. Es el mundo al revés. El tiempo se ha de aprovechar bien, hacer cada cosa cuando toca. En casa, los niños deberían tener más tiempo para jugar, estar tiempo con sus hermanos, conversar en la hora de la cena, etc», indica la experta en educación.

«Tenemos un examen»

Otro tema es el del lenguaje inclusivo y el hablar en plural, una práctica a evitar porque supone asumir las responsabilidades propias del niño. «No se puede decir ‘tenemos un examen’, ya que no lo tiene el padre, sino el niño», indica Álava Sordo. «Si actuamos así, los niños se vuelven comodones porque saben que los padres van a asumir sus responsabilidades. Esto ocurre, por ejemplo, cuando los niños ya no apuntan los deberes en la agenda porque las madres acaban preguntando en el grupo de chat que hay para el día», relata la autora de «Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron».«Es mejor que el alumno no haga los deberes o que los haga de forma errónea a que se los hagan los padres para que sea el profesor quien les corrija» (Fernández Guisado, presidente nacional de ANPE)

Por su parte, el profesor Fernández Alonso aboga por dar de baja los grupos de chat de padres y madres donde se intercambia información sobre los deberes diarios. «Si un día se olvida el libro o no apuntó los deberes en la agenda, lo mejor es que los lleve sin hacer y se enfrente (sin mucho drama) al hecho de olvidar su responsabilidad», concluye.

En conclusión, la clave para motivar residiría en no quitar el protagonismo de su vida (escolar) a nuestros hijos. No obstante, siempre es bueno interaccionar de forma indirecta mediante trucos -que resume el autor del estudio mencionado al principio de este artículo- como predicar con el ejemplo, proveer de medios y recursos necesarios para el estudio y ofrecer oportunidades culturales, así como enfatizar la utilidad de las tareas escolares y por último, reforzar positivamente las conductas responsables a la vez que se debe evitar perder los nervios cuando los hijos actúan de forma negativa.

FUENTE: DiarioABC

Si te interesa el tema puedes ver:

Me pongo nervioso cuando compito. Colaboración con Padres y Colegios

Por todos es conocido que el ejercicio físico aporta múltiples beneficios, tanto físicos como mentales, además de ayudar al mantenimiento de la salud. El ejercicio físico sirve para entrenar el cuerpo y la mente, dado que promueve la memoria, la agilidad y la flexibilidad mental, aumenta la autoestima y reduce el estrés.

Cuando hacemos ejercicio físico se liberan neurotrasmisores, como la dopamina, serotonina y acetilcolina, que hacen que se genere un sentimiento de bienestar y que mejore nuestra imagen. También proporciona emociones positivas y ayuda a promover relaciones interpersonales.

Controlar el cuerpo y trabajar la fuerza de voluntad

Practicar ejercicio físico nos ayuda a controlar el cuerpo y a trabajar la fuerza de voluntad, además aprendemos el valor de la constancia, el esfuerzo y la rutina, y autocontrol.

La evidencia científica nos muestra que la estructura del cerebro puede modificarse a través del ejercicio físico. Así, la actividad física disminuye la probabilidad de sufrir degeneración neuronal, reduciendo la probabilidad de padecer enfermedades neurodegenerativas como la demencia, Parkinson, y ayuda a combatir la depresión.

En los niños y adolescentes, también se ha asociado la práctica de ejercicio físico con la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento. Por ello es tan beneficioso que los niños practiquen deporte desde pequeños.

El deporte es bueno a todas las edades. 

Según los niños van creciendo y mejorando sus habilidades deportivas, muchos de ellos empiezan a competir, entonces además del entrenamiento específico de la disciplina elegida entran otras variables en juego, como es aprender a controlar los nervios y la ansiedad ante la competición. Para ello es fundamental trabajar la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad para percibir nuestras emociones y las de los demás, es decir, saber con precisión que estamos sintiendo tanto nosotros como la gente que nos rodea y poder expresarlo correctamente, utilizar la información que nos dan nuestras emociones para tomar la mejor decisión posible, comprender qué es lo que sentimos, en primera persona y comprender qué sienten y por qué lo sienten los que nos rodean y por supuesto ser capaces de regular las emociones propias y las de los demás. Todo esto en el deporte es fundamental. En las competiciones muchas veces no gana el mejor deportista, sino el que mejor controla sus emociones. Cuantas veces desde la grada vemos como nuestros hijos o alumnos fallan jugadas especialmente fáciles o entrenadas muchas veces por no gestionar su ansiedad ante el partido.

En todos los aspectos de nuestra vida

No sólo es importante trabajar la Inteligencia Emocional para mejorar en el deporte y no fallar en las competiciones, sino para todos los aspectos de nuestra vida. Ya hemos hablado en otras ocasiones de la relación entre la Inteligencia Emocional y los resultados académicos o el desarrollo de habilidades sociales. Para que se desarrolle correctamente, es necesario hablar con los niños y las niñas sobre las emociones, y para ello, los primeros que debemos verbalizar cómo nos sentimos somos nosotros, los adultos. De esta forma seremos su ejemplo para seguir.

Cuando los niños practican deportes en las escuelas deportivas, lo habitual es que también participen en competiciones. Al principio pueden ser ligas escolares, concursos entre clubs deportivos… y según van subiendo de categoría el tipo de competición cambia y cada vez van jugando con adversarios mejores y se espera más de ellos.

Ante la competición es importante que los deportistas aprendan a reconocer sus emociones. Lo primero que debemos enseñarles es qué es lo que sienten. Saber que un determinado momento puedo sentir ansiedad ante la competición es el primer paso para así poder enfrentarnos a ella. Además, analizaremos las causas de esta. Muchas veces el origen está en como estamos interpretando la situación, y detrás de esa ansiedad se encuentra la emoción del miedo. Miedo a no ganar, a que no salga como nos esperábamos, a defraudar a nuestros padres y entrenadores… es importante apartar el miedo de la mente, utilizar toda nuestra energía en hacerlo lo mejor posible y poner en practica toda la técnica y la destreza entrenada. Se trata de apagar el ruido mental que encienden este tipo de pensamientos para poder centrarse en todos y cada uno de los movimientos tanto propios como del adversario.

Técnicas para controlar la ansiedad

La psicología nos puede aportar técnicas muy útiles para controlar esa ansiedad o esos nervios ante la competición, como, por ejemplo:

  • Las autoinstrucciones, que consisten en darnos mensajes internos enunciados en positivo que nos motiven y que nos ayuden a controlar los nervios.
  • Técnicas de relajación como la respiración diafragmática o la relajación muscular.
  • Técnicas de minfullness.
  • Visualización positiva, en la que se puede incluso combinar una relajación con una imagen mental en la que nos visualizamos ganando la competición… En definitiva, a la hora de entrenar además de entrenar tu cuerpo, entrena tus emociones.

FUENTE: PadresyColegios.com

El hambre emocional que esconde la obesidad infantil. Colaboración con EFE Salud

El sobrepeso y la obesidad afecta al 43 % de los niños españoles. Atajarlo con dieta y un aumento de la actividad física en la mayoría de los casos no es suficiente. Detrás se esconde el hambre emocional, una forma de comer desequilibrada e impulsiva, que requiere tratar psicológicamente al menor y a su familia

El hambre emocional que esconde la obesidad infantil

Infografía cedida

Detectar el hambre emocional y tratar de una forma global a los menores es lo que lleva a cabo el programa ENTREN de intervención psico-familiar interdisciplinar En determinados centros de salud y un hospital de la Comunidad de Madrid impulsado por el grupo de investigación ANOBAS de la Universidad Autónoma de Madrid.

En las XXIV Jornadas Internacionales de Nutrición Práctica, celebradas este mes en la Fundación Pablo VI de Madrid por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), el programa ENTREN y la educación emocional fueron algunos de los asuntos tratados.

La psicóloga Silvia Álava destacó la importancia de la educación emocional como base de una alimentación sana y subrayó que, cuando se aborda la obesidad en niños, hay que evaluar también a la familia desde el punto de vista emocional y de hábitos que transmiten a sus hijos.

“Las estrategias de intervención contra la obesidad deberían estar dirigidas a ingerir una menor cantidad de alimentos y a aumentar la actividad física, pero en muchos casos eso no es efectivo ya que puede haber problemas emocionales detrás”, aseguró la especialista en psicología clínica y educativa.

Hambre emocional por tristeza o ansiedad

Tristeza o ansiedad suelen ser las emociones más frecuentes que se esconden detrás de comer de forma compulsiva alimentos insanos ricos en grasas o azúcares.

“Es el hambre emocional. Mientras comen tapan las emociones, sienten placer, pero cuando terminan, las emociones vuelve a surgir. Y así los niños se meten en un bucle infinito del que no saben salir”, apuntó la experta.

Esa es la razón por la que se debe trabajar la autorregulación emocional en el niño, explicó Silvia Álava, poner el foco en los motivos de tristeza y ansiedad, pero también en los posibles problemas de conducta.

“La educación emocional hay que hacerla también desde las aulas, les enseñamos diferentes disciplinas pero no a reconocer lo que sienten y hacerles dueños de sus emociones, algo que también nos pasa a los adultos”, indica.

Por eso, es necesario educar en inteligencia emocional, en reconocer las diferentes emociones que sentimos y que sienten los demás y poder expresarlas correctamente.

“Las emociones son todas buenas, no hay emociones malas, nos dan información de que está pasando algo y que tengo que escucharme. Es fundamental comprender por qué siento algo, verbalizarlo y regularlo para evitar utilizar la comida”, señaló la psicóloga.

hambre emocional
La psicóloga Silvia Álava. EFE/Ana Soteras

Un tren con destino a la salud

Precisamente ese es uno de los objetivos del programa ENTREN, una metáfora de un viaje en tren cuyo destino es la salud y cuyas paradas representan las estrategias de aprendizaje para mejorar la calidad de vida y el bienestar psicológico, explicó la psicóloga Marta Rojo, integrante del equipo de investigación ANOBAS, en las jornadas.

Este programa multidisciplinar, gratuito, se enfoca en niños de 8 a 12 años con sobrepeso y obesidad con el fin de mejorar su calidad de vida y bienestar psicológico del menor y su familia.

Se desarrolla en dos centros de salud de las localidades madrileñas de Alcobendas y Getafe y en el Hospital Niño Jesús de Madrid durante seis meses y con un seguimiento posterior de dos años.

“La obesidad infantil es un problema complejo y multifactorial. Las cifras de prevalencia son alarmantes. No podemos mirar para otro lado”, concluyó Marta Rojo.

FUENTE: EFESalud

«La isla de las tentaciones» también conquista a niños. Colaboración con el diario ABC

El «reality» ha sido visto, al menos un minuto, por casi dos millones de menores. Los progenitores son los responsables

Por Ana I. Martínez

Los datos son los siguientes: el 28,6% de los niños con edades de entre 4 y 12 años ve «La isla de las tentaciones», un «reality show» que se emite en «primer time» los martes y jueves en Cuatro y Telecinco, respectivamente, según los datos de audiencias facilitados por Barlovento Comunicación. Para quien no conozcan este programa líder para adultos y que empieza sobre las 22:45 horas, se trata de una producción protagonizada por cinco parejas que se someten a una «prueba de amor definitiva» mientras se alojan en dos lujosas villas de República Dominicana. En ellas, conviven por separado los participantes, los chicos por un lado y las chicas por otro. Pero no están solos: comparten su día a día con un grupo de 20 solteros -10 chicas y 10 chicos, respectivamente- que también desean encontrar el amor. Las infidelidades, las dudas o los celos son algunos de los ingredientes infalibles en una trama que mantiene en vilo a millones de espectadores.

Audiencias

Estos han sido los datos de audiencias que se han dado a conocer en las últimas semanas y que han puesto en alerta a la sociedad. Y es que el total de menores que han visto al menos un minuto de este programa en televisión asciende a 1.854.200, de los cuáles 298.000 tienen entre 4-6 años, 250.000 entre 7-9 años y 297.000 entre 10-12 años. Aunque la audiencia media se sitúa en 84.000 menores, los niños apenas protagonizan el 3,3% de la audiencia total del programa. Según los datos facilitados por Barlovento Comunicación, la mayoría de los menores (87%), han visto « La isla de las tentaciones» acompañados de sus familiares. Solo el 17% lo han visto solos.

Análisis de cifras

Pero, ¿cómo se deben interpretar estos datos? ¿Cuál es el papel de las familias? Para Daniel Aranda, Profesor de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), estos datos de audiencia deberían ser profundamente analizados. «Se necesita un estudio aparte que vaya más allá de los puros índices de audiencias, cuyas cifras son las únicas que interesan a la cadena porque, cuanto mayor sea el número, mayores serán los ingresos», explica el experto. De hecho, Aranda subraya que «el total niños que hay en España de entre 4 y 12 años es de 1.690.000. Y los datos dicen que son 84.000 los que lo ven. Por tanto, la mayoría está durmiendo».

Por otro lado, destaca que, a pesar de los números puros, convendría averiguar cómo interpreta la audiencia este contenido y saber si se produce o no una resignificación del mismo, tal y como pasó con «Confianza Ciega», un programa emitido en el año 2002, muy similar a «La isla de las tentaciones», del que la audiencia se reía. Es decir, el programa no era visto como un espacio en el que se analizara el amor o las relaciones de pareja sino que era percibido con humor y «se generaban burlas a través de las redes sociales, como está pasando ahora con este ‘reality’».

Valores familiares

Lo que sí está claro es que es responsabilidad de los padres saber qué consumen los niños y cuándo. «Los progenitores son quienes deben encargarse de que el menor duerma las horas que les corresponde», añade el docente. «Deben pensar si un niño de 12 años tiene que estar a las 23:00 horas viendo la televisión –continua–. Los tutores legales, las familias, deben replantearse qué quieren pero se delega mucho. Hay que tomar responsabilidad como adultos y que el consumo vaya en relación con los valores de cada familia».

No hay que olvidar, además, que la televisión no es la plataforma por la que las nuevas generaciones se inclinen. «La percepción de los menores con respecto a la televisión, según los últimos estudios, es que se trata de un medio de comunicación que se consume en grupo y familia y, además, viene determinado por el gusto de los mayores, que se reúnen para verla», recuerda Aranda. «Otra cosa -añade- es debatir sobre la calidad que la televisión ofrece».

El desarrollo del menor

Tampoco se debe olvidar que los menores «de hasta los 6 años, aproximadamente, no distinguen la realidad de la ficción», explica Silvia Álava, psicóloga educativa. Además, cuando se trata de un «reality», la confusión en los menores es mayor «por el propio formato del programa», cuenta Álava. «En un programa de telerrealidad –continua– se vende algo que supuestamente ‘es real’ y eso hace que niños, e incluso algunos adultos, crean que es así». Por eso es más importante que nunca el papel de la familia. «Los menores carecen, además, de sentido crítico», recuerda.

Las investigaciones más actuales sobre la audiencia infantil destacan el papel de los progenitores como máximos responsables a la hora de contextualizar al niño el contenido que ve o consume para evitar un impacto negativo en su desarrollo. «Los padres tienen que pensar en qué tipo de educación y valores quieren dar a sus hijos», insiste la psicóloga, y «analizar si lo que ven en televisión encaja con dichos preceptos».

Porque, además, «La isla de las tentaciones», para Aranda, refleja problemas «muy conservadores». El espacio plasma cómo «un chico y una chica tienen que estar juntos. Todos son heterosexuales y blancos, y no creo que sean representativos de la mayoría de la población española». De hecho, «si no fueran heterosexuales, blancos y muy guapos, no generarían audiencia», subraya el docente de la UOC.

Pero ese tipo de mensajes pueden llegar a ser interiorizados por los menores, ya sea a través de la televisión o de cualquier otra plataforma. Por eso urge más que nunca que las familias controlen su exposición a contenidos inapropiados como la violencia o el sexo.

Para Álava «la educación sexual-afectiva debe empezar desde pequeños, aprovechando las situaciones de la vida cotidiana para comentarlas e ir normalizando la situación». La experta recuerda que la educación sexual no va sola, sino que siempre debe ir acompaña del afecto, porque es necesario incluir los valores en el sexo.

FUENTE: Diario ABC

Buenas notas, hacerse la cama… lo que la paga no debe comprar. Colaboración con El Diario Montañés

La asignación semanal a los niños es útil para enseñarles a gestionar el dinero, pero puede crear monstruos si se da como un premio por cosas que no deben ‘pagarse’

Por SOLANGE VÁZQUEZ

Si usted está ya en la edad adulta, seguro que en la infancia escuchó de boca de sus padres la siguiente pregunta: «¿Pero tú te crees que soy el Banco de España?». Esta joya de los aforismos ‘viejunos’ resume muy bien la filosofía que hace décadas tenían los progenitores respecto al dinero que se daba a los peques: si pedías algo al margen de tu asignación, tenías muchas probabilidades de recibir un no por respuesta. Ahora, sin embargo, padres y madres debaten mucho sobre si hay que ser más flexible y sobre el concepto de paga semanal, que para algunos está trasnochado.

Cada casa tiene su fórmula, pero, desde el punto de vista de la psicología, los expertos sí recomiendan que se les dé a los peques una pequeña cantidad. Se puede empezar con una hucha cuando son pequeñitos, pero «en torno a los ocho años ya se les puede dar una paga para que la gestionen», explica Silvia Álava, psicóloga del gabinete madrileño Álava Reyes. La otra opción, la de financiarles «a demanda», puede crear monstruos… y analfabetos monetarios, que viene a ser parecido. «Si aprenden que, cuando quieren algo, se les da, van a creer que pueden tener todo de inmediato -alerta Álava-. Y, si no comprenden el valor del dinero de pequeños, llegan a la edad adulta sin tener ni idea, cargándose de deudas, pidiendo microcréditos para vacaciones o cosas que no son necesarias…».

¿Cómo intentamos evitar este desastre desde la infancia? Dándoles a los niños y niñas una paga «ajustada», porque «si se ven con mucho dinero va a haber un problema». Vamos, que no le dé para muchas alegrías y que les obligue a priorizar… y, sí, a prescindir de cosas. «Tienen que aprender a elegir, la vida al final consiste en hacer elecciones constantemente -indica la psicóloga-. Deben saber, por ejemplo, que si se gastan su dinero en chuches, igual no les queda luego para cromos». ¿Y cuál es la cantidad adecuada? Por supuesto, depende de la edad y de la zona donde viva la criatura: «En una ciudad gastan más que en un área rural».

Otro beneficio de la paga es la demora de la recompensa. Si los niños y niñas quieren algo de cierto precio y tienen que ahorrar un poco para conseguirlo, «ganan en autocontrol, ya que la respuesta gratificante no es inmediata». Desaparece ese ‘lo quiero y lo quiero ya’ que tantas pataletas causa. «Si se hace así, ocurre un hecho curioso… te dicen ‘¡quiero estoooo!’. Pero tú le contestas ‘vale, pero lo pagas en tu dinero’. Entonces saltan, ‘ay, pues ya no lo quiero’», argumenta la psicóloga. Eso hace que sean menos consumistas, más reflexivos y previsores.

Sobreprotección

A estas alturas del reportaje ya habrá madres y padres diciendo ‘ay, pobres críos, qué pena, ahí contando los euros y quedándose con las ganas de cosas’. Pues de eso se trata. «Estamos haciendo cosas mal como sociedad. Creamos niños inseguros, hay mucha sobreprotección», comenta la psicóloga. Por eso, aconseja que, cuando son mayorcitos, se les anime a buscar un trabajito para que ganen algo -«de canguro, cortando césped, dando clases…»-. De este modo, también empatizarán más con sus progenitores, a los que más de mil veces les habrán echado en cara eso de ‘te pasas el día trabajando y casi no te veo’. «Así entienden que, sin esfuerzo ni trabajo, no hay dinero».

Algunos pensarán que la paga debe estar sujeta a las buenas notas o a la realización de tareas domésticas. «¡Noooo, al contrario! -se horroriza Álava-. Sobre las notas, mejor que premiarles dándoles dinero, se debe buscar la motivación intrínseca. Es decir, preguntarles cómo se han sentido de orgullosos y satisfechos al obtener buenos resultados… Porque el dinero ‘caduca’, pero ese sentimiento no», explica. Y, sobre vincular la paga a los quehaceres de la casa, menos. «Ni hablar, hay que hacerles entender que la familia es un equipo y que es resposabilidad de todos hacer la casa». Y eso no se paga con dinero.

El peligro de la tarjeta

Los expertos coinciden en afirmar que la educación financiera empieza con la paga, pero luego continúa en la adolescencia y la juventud. O debería Según un estudio del BBVA, un tercio de los jóvenes de entre 18 y 25 años se preocupa por ahorrar y más de un 20% usa parte del dinero que acumula para financiar sus estudios. ¿Y el resto? Pues parece que a esas edades aún no se preocupan del vil metal (seguramente, lo harán sus progenitores). «La educación financiera debe comenzar en familia, debe seguir en las escuelas y luego en la universidad, porque nos relacionamos con el dinero constantemente», asevera Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya. Y alerta contra formas de pago que a los más jóvenes pueden hacerles perder la cabeza. Los milenials hacen el 80% de sus compras con tarjeta «y este fenómeno -advierte- contribuye a que se pierda la conciencia del dinero y de su valor, porque dejamos de tocarlo».

Una cantidad ‘ajustada’

  • De 6 a 8 años: Un euro valdría. Es más que nada para meter en la hucha y que aprendan a contarlos, ya que saben sumar y restar.
  • 8 años: Un euro o dos, no más. Suelen invertirse en chuches, cromos… pero tendrán que elegir.
  • 12 ó 13 años: Unos cuatro euros. Ya, no da para ir al cine. Tendrían que tirar de ahorros. porque no todos los fines de semana deberían ir.

FUENTE: eldiariomontanes.es