Las claves del desarrollo de un niño feliz, a debate en la II Wellbeing weekend para el Bienestar de la Infancia del British Council School

¿Se puede medir la felicidad? ¿Podemos conseguir que nuestros hijos sean más felices? Rotundamente sí y no es precisamente dándoles todo lo que nos piden. El secreto, educarles en valores, dotándoles de las herramientas emocionales y las pautas educativas que les permitan desarrollarse, explorar, superar sus errores, ser autónomos, seguros, capaces y, en definitiva, más felices. Es la conclusión compartida de dos de las más reconocidas expertas en psicología infantil que el British Council School reunirá en el II Wellbeing weekend para el Bienestar en la Infancia el próximo sábado 11 de febrero a partir de las 10:00 en el Colegio Británico. Joanna Tucker y Eva Millet. Tucker, Consultant Parent-infant Psychotherapist de OXPIP, nos hablará sobre cómo construir resiliencia y confianza en los niños a través de la seguridad en sí mismos, el amor y el juego con los padres. Por su parte Eva Millet. Periodista y autora de ‘Hiperpaternidad‘, dará una interesante conferencia titulada ¿Educar hiper o educar bien? Consecuencias de la crianza helicóptero.

Británico

 

La felicidad, aseguran numerosos estudios científicos, viene determinada en un 50% por la genética; en un 10% por las circunstancias externas o el contexto; mientras que el restante 40% depende de nosotros, de actividades intencionales y emocionales que nos llevan a ser felices. Los padres pueden influir para aumentar la felicidad de sus hijos a través de las pautas educativas, de los valores y del ejemplo que les trasmiten y que les sirven para enfrentarse a los retos que se van a encontrar en la vida.

Educar en valores es fundamental. Los niños, se enfrentan a novedades constantemente, sorpresas, amenazas, y necesitan herramientas para aprender a gestionar todas esas novedades. Esas herramientas, son los valores, los principios básicos de su educación: la lealtad, flexibilidad, motivación, empatía, esfuerzo, capacidad de recuperarse tras el fallo, etc. Y, los principales referentes para trasmitir esos valores son precisamente los padres. Otros valores muy importantes para enseñar a los niños como son la humildad (nadie es más que nadie), el compromiso, la gratitud, la amistad, la paciencia (las cosas nos salen siempre a la primera) o la responsabilidad (asumir las consecuencias).

 

Gillian Flaxman, directora del British Council School confirma esta idea, “desde el Colegio queremos promover iniciativas como estas Jornadas para facilitar el apoyo entre el colegio y el hogar, porque ambos compartimos la responsabilidad de que los líderes del mañana sean personas integras. Los niños están en nuestras aulas 15 años, desde los 3 a los 18 y cuando se van, lo hacen con muchos de los valores que les hemos inculcado a través de un amplio programa de actividades”.

 

Ambas ponentes aseguran que la existencia de normas y límites son otras de las pautas educativas importantes para aumentar la felicidad de los pequeños. Los niños muchas veces no saben lo que tiene que hacer, por eso son buenas las normas y los límites. Las normas no anulan su personalidad y además, desarrollan autocontrol que es absolutamente necesario si queremos que vivan con éxito la sociedad de hoy en día y su futuro laboral.

Uno de los errores más comunes entre los padres es el de la sobreprotección. Confundimos amor, con miedo a que les pase algo. Necesitan resolver por sí mismos sus problemas. De esta forma les estamos enseñando cosas tan importantes como el esfuerzo, la paciencia, la superación.

 

Eva Millet nos hablará de la figura del “padre helicóptero” que vigila desde arriba para intervenir cada vez que su hijo se enfrenta a un problema. “Tenemos que conseguir que sean autónomos y seguros, y para ello hay que enseñarles a resolver sus problemas”. Cuando les sobreprotegemos, insiste, “desarrollan menos competencias emocionales porque les preparamos de tal forma el camino que los niños no tienen que hacer ningún esfuerzo. Y les hacemos más inseguros porque siempre van a necesitar un adulto. A la larga son más infelices”.

 

Tras las ponencias podremos disfrutar de una mesa de debate en la que Joanna Tucker y Eva Millet resolverán dudas sobre los temas que más preocupan a los padres, y que serán elegidos por éstos mismos.

Apúntate al evento antes del 6 de febrero en este enlace o en el 678621576. Aforo limitado. Te esperamos en el Teatro del Británico del British Council School

c/ Solano, 5 y 7. 28223 Pozuelo de Alarcón. Madrid

Todo lo que puedes hacer para lograr hijos bien educados. Colaboración con el diario ABC

Los expertos señalan las pautas a seguir para que tu hijos sean respetuosos

Niños buenos

¡Ya estoy harta! Ya está bien, señores, de seguir aguantando». Así de efusiva y enfadada se mostraba hace unos días Eva Romero, profesora del Instituto Isidro Arcenegui de Marchena (Sevilla), al exponer en el claustro de profesores su indignación «por la mala educación de los alumnos y el proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin sufrir. Me pagan por enseñar, no por aguantar», clamaba.

¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué cada vez más docentes se quejan de que sus alumnos les faltan al respeto? ¿Por qué el profesor Don José es ahora para los alumnos Pepe o Pepito? ¿Quién tiene la verdadera responsabilidad de dotar de buena educación a los niños: los padres o el colegio?

Para María Jesús Álava Reyes, directora del Centro de Psicología Álava Reyes, es evidente que se ha producido un deterioro en la buena educación y el respeto a los demás y «muchas familias no son conscientes del mal que están haciendo a sus hijos al consentir que sean egoístas, que se crean con derecho a todo, que puedan conseguir las cosas sin esfuerzo, a cambio de nada….».

Explica que este cambio en la pérdida de valores se debe fundamentalmente a que los padres suelen trabajar los dos –padre y madre– y pasan menos tiempo con los hijos y cuando les ven, al final del día, piensan «pobrecillos para un rato que les vemos no les vamos a regañar, ni a corregir lo que han hecho mal para no fomentar un enfado».

«Los niños acceden cada vez antes a las redes sociales donde aparentan que juegan de forma inocente, pero, en realidad, les ofrecen modelos en los que el que transgrede las normas es el líder y ellos asumen que también así triunfarán»

Francisco Castaño, profesor de Secundaria y cofundador de «Aprender a Educar.org», añade que hay padres que simplemente no educan bien porque no saben cómo hacerlo. «Si un niño no deja de saltar en el sillón no hay que reprimirle a gritos. Es mejor decirle con voz normal que deje de hacerlo porque no está actuando correctamente y anunciarle que después no podrá ver dibujos animados si continúa en su actitud. Y, eso sí, siempre debe cumplir la consecuencia de su mal acto. Sin embargo, los padres entienden que sin broncas no se logran resultados y entran en ellas sin conseguir resultados, o simplemente las evitan para evitar no enfadar al pequeño».

A todo ello se suma, tal y como señala Álava Reyes, que los niños acceden cada vez antes a las redes sociales donde aparentan que juegan de forma inocente, pero, en realidad, les ofrecen modelos en los que el que transgrede las normas es el líder y ellos asumen que también así triunfarán. «Tanto es así –puntualiza Álava Reyes–, que hay padres que acuden a consulta porque son víctimas de una excepción. Piden ayuda porque sus hijos son generosos, sensibles y respetuosos y, por eso precisamente, son rechazados por el resto de niños que no quieren jugar con ellos».

«Hay mucha dejación –asegura esta psicóloga–. Los padres no asumen que es en la familia donde se les debe inculcar el respeto, la empatía, el saber escuchar, el saber estar… y lo dejan todo en manos del colegio donde piensan que les enseñarán todas las normas de conducta».

Estas familias prefieren la vía cómoda y llegan, incluso, a culpar al profesor de no educar a los hijos. «Los niños deben llegar al colegio con una formación cívica y social –asegura Pedro José Caballero, presidente de Concapa–. El docente enseña contenidos sin olvidar que debe guiar a sus alumnos para que cumplan unas normas necesarias para una buena convivencia. Lo ideal es trabajar de forma conjunta tanto familias, profesores y centros educativos, pero también la Administración. Si la Administración no apuesta por la conciliación familiar y laboral no será posible que los padres se impliquen de verdad en la educación de sus hijos y todos los intentos que hagamos los docentes fracasarán».

La educación básica empieza en casa

Añade Caballero que también perjudica mucho el hecho de que hay padres que desautorizan a los profesores. Acuden a los centros y, delante de sus hijos, discuten con el docente llevándole la contraria y diciéndoles que su forma de trabajar no es la correcta. «Es un error. Los hijos, al estar presentes, se crecen y ven de inmediato una pérdida de autoridad en su maestro. El gran perjudicado será el pequeño porque al día siguiente irá a clase y no le respetará y surgirá el conflicto. La educación básica, pese a quien le pese, empieza en casa: enseñarles a dar las gracias, a pedir por favor, a estar en silencio cuando habla un adulto… Pero lo importante –señala el presidente de Concapa– es ir a la par docentes y padres porque ambos quieren lo mejor para el niño».

«Ni los padres pueden educar solos, ni la escuela puede educar sola. La unión hace la fuerza»

Francisco Castaño insiste en que la familia es el eje de la vida de los niños. «En el hogar, que es el contexto de referencia, formalizan sus primeros vínculos y afectos, desarrollan sus habilidades y aprenden formas de relacionarse, cuidarse, organizarse y cooperar. En casa deben sentirse seguros y confiados. A posteriori, en la escuela estos hábitos y formas de gestionarse les serán útiles para ampliar su contexto emocional. Los centros educativos, más allá de tener la función de impartir conocimientos, son el primer ámbito de socialización de los más pequeños. Ni los padres pueden educar solos, ni la escuela puede educar sola. La unión hace la fuerza».

El profesor Víctor Arufe, autor del blog Educación, Innovación y Emprendimiento, recomienda a los padres que intenten llevar a los niños a un colegio donde se trabajen todo tipo de valores y convivan diferentes tipos de familias. «Los centros deben garantizar el trabajo y desarrollo de todos los valores, tanto dentro como fuera del aula. De la misma forma, un colegio que sólo acoge un perfil muy definido de familias debe garantizar el trabajo y enfoque correcto de la educación de su alumnado. Habitualmente se suele asociar a los centros públicos como una pequeña representación de lo que es el mundo, y a los centros privados como una burbuja en la cual sólo viven determinadas familias. Sea cual sea el tipo de centro, se debe educar en todo tipo de valores porque privar al niño de determinada información no favorece su pensamiento crítico».

Explica que conforme avance en edad se debe trabajar más intensamente este punto crítico de los valores. «Las familias deben ser conscientes de que a los niños se les debe educar hacia la solidaridad, colaboración con las personas más desfavorecidas, la inclusión educativa… Si se observa que el centro no está trabajando correctamente se debe reforzar el trabajo de valores en casa. A veces se cae en el error de pensar que «si pago por la educación de mi hijo, éste tendrá una mejor educación». Que un niño sepa rechazar los valores negativos existentes en la sociedad es fruto del trabajo familiar y respaldo de los centros. Si desde que nacen, los padres le dotan de una gran autoestima, curiosidad por las cosas, empatía, motivación, sacrificio, juego limpio, etc., conseguirán a un gran adulto».

Antena 3 Noticias: hablamos sobre Acoso Escolar y violencia

Os adjunto el enlace al vídeo de Antena 3 Noticias del día 27 donde hablamos sobre sobre el acoso y la violencia escolar. Pincha en la imagen para ver el vídeo, la noticia comienza en el minuto 6:48

Silvia Álava - Antena 3

Viernes de podcast: hablamos con Cris Moltó sobre “Educar sin gritos” en el programa Capital Emocional, de Capital Radio

Silvia Álava - Capital Emocional - Capial Radio Capital Emocional – 25/01/2017 Descargar
Duración: 60:00m
Esta semana, nuestro libro de cabecera, “Las 365 reflexiones de lo realmente importante en nuestra vida” nos invita a la reflexión con las “Oportunidades”, y tras ella la Conversación del día versará sobre un tema de actualidad total en lo profesional, pero enfocado hoy hacia la propia persona pensando en nuestro particular oyente de Capital Emocional: “Marca Personal: todos tenemos una, ¿sabes cuál es la tuya?” con Miguel Morán Cueto. Esta semana, serán Crearte Coaching y Beatriz García Ricondo quienes en “La Píldora de la Felicidad” nos inviten a conocernos haciéndonos la pregunta: “¿Sientes lo que eres o eres lo que sientes?”. Desde Tech-Inno-Emoción apostamos por el futuro hablando de “Smart Cities aquí y ahora: empresas y particulares”, gracias a SMS Europa y Daniel Kumpel. La parte final del programa se la dedicamos a los más pequeños y, por tanto, a nuestra Sección “Educa” con Silvia Álava Sordo para aprender algo fundamental: “Educar sin gritos”. ¡Eleva tu dosis de Capital Emocional!

Los padres de las personas con éxito tienen esto en común. Colaboración con el diario La Vanguardia

Cómo actúen los progenitores es determinante en el futuro de sus hijos, según la ciencia

Es un hecho que los padres desean lo mejor para sus hijos. Felicidad y un futuro prometedor son los dos propósitos más comunes de los progenitores para sus vástagos. Pero ¿y si, al menos el segundo, estuviese directamente relacionado con ellos?
Aunque no existe una receta concreta que pueda predecir si los niños serán adultos de éxito, la ciencia ha encontrado rasgos que suelen darse en los padres de aquellos que mejor se han desenvuelto en la vida.
“Las verbalizaciones y actos de los padres orientan a sus hijos al éxito o al fracaso. Imaginemos que un niño intenta hacer una suma y le decimos que es muy complicada para él, le transmitimos que necesita ayuda, que es incapaz”, indica Sonia Martínez, psicóloga y directora de los centros Crece Bien. Un comportamiento que dejará una huella en el futuro.

Sin embargo, existen otras pautas que surtirán en el porvenir el efecto contrario. Esto es lo que los padres de los niños con éxito tienen en común.

 

1. Dotan de responsabilidad a sus hijos
Para que en el futuro desarrollen competencias, tomen decisiones y resuelvan problemas, tendrán que adquirir responsabilidades desde la infancia
Para que en el futuro desarrollen competencias, tomen decisiones y resuelvan problemas, tendrán que adquirir responsabilidades desde la infancia (AE Pictures Inc. / Getty)

Aspectos tan banales como preparar la maleta para ir al colegio o llevarla al salir de clase influyen en la confianza futura del pequeño. “El niño debe aprender a trabajar de forma autónoma para poder enfrentarse a la vida adulta”, sostiene la psicóloga Silvia Álava, directora de psicología infantil en el centro Álava Reyes.
Uno de los asuntos clave a los que la experta alude son los deberes. Según cuenta, los padres nunca deben hacer las tareas de sus hijos, incluso si no son capaces de realizarlas sin su ayuda. “Al día siguiente habrán de afrontar la reacción de su profesora. En este caso tendrá que ser el niño quien resuelva la situación y asuma las consecuencias de no cumplir con sus obligaciones”, comenta.

2. Les enseñan habilidades sociales

Los padres deben fomentar el comportamiento social, porque si el niño se siente reforzado querrá repetirlo

Los padres deben fomentar el comportamiento social, porque si el niño se siente reforzado querrá repetirlo (Thomas Barwick / Getty)

Un estudio desarrollado por la Universidad de Pensilvania, encontró una correlación entre las habilidades sociales en niños de guardería y su éxito como adultos dos décadas más tarde.
La investigación desarrollada durante 20 años, demostró que los niños más competentes que cooperaban con sus compañeros, los ayudaban y entendían su estado de ánimo eran más propensos a obtener un título académico o un trabajo a la edad de 25 que aquellos con habilidades sociales limitadas.
“Hay que entrenarles y enseñarles, igual que enseñamos a comer. Los padres deberían guiar a sus hijos cuando se están relacionando. En aspectos como la forma de actuar si le quitan un juguete, cómo integrarse para jugar con grupo de niños…”, aclara Sonia que añade que es importante preguntarles tras la experiencia sobre sus sensaciones y reforzar el comportamiento.

3. Tienen expectativas

Entre los errores más frecuentes de los padres, está confundir las expectativas que ponen en sus vástagos con sus inquietudes no resueltas
Entre los errores más frecuentes de los padres, está confundir las expectativas que ponen en sus vástagos con sus inquietudes no resueltas (Caiaimage/Sam Edwards / Getty)

Creer en el potencial de los niños es fundamental para que ellos mismos lo desarrollen. “Es lo que se denomina el efecto Pigmalión”, afirma Silvia.
Otro estudio de la Universidad de California en Los Ángeles descubrió que las expectativas que los padres tienen de sus hijos desarrollan un efecto enorme en el logro de las mismas.
Se analizaron datos de 6.600 niños y se entrevistó a sus padres. Entre ellos descubrieron que solo del 57% de los niños de los que habían sacado peores notas se esperaba que fuesen a la universidad, mientras que la cifra ascendía al 96% entre quienes obtuvieron las mejores calificaciones.
“Pero esto tiene que ser de una forma equilibrada. Los padres no deben proyectar sus frustraciones o deseos no cumplidos en sus herederos, pues podría ser contraproducente”, asegura Silvia.

4. Crean una relación saludable
Una de los pilares para que el vínculo entre padres e hijos sea positivo es generar un clima de confianza. “Esto se consigue prestándoles atención cuando hablan o escucharles de forma activa”, enfatiza Álava.

No se puede actuar en contradicción con lo que se dice”

SILVIA ÁLAVA

Psicógola infantil

Asimismo, los padres deben dar ejemplo de aquello que inculcan en sus hijos. Pues los niños actúan reproduciendo los comportamientos de los mayores. “No se puede actuar en contradicción con lo que se dice. De esta forma solo conseguiremos que desconfíen de nosotros”, continúa.

5. Valoran los errores

Cuando los padres ayudan al niño a buscar soluciones ante un error, le están orientando a ser resolutivo
Cuando los padres ayudan al niño a buscar soluciones ante un error, le están orientando a ser resolutivo (John Lund/Nevada Wier / Getty)

Equivocarse es fundamental para avanzar. “Ante el fracaso tenemos dos maneras de actuar: corregirlo, mejorar y aprender o no volverlo a hacer. Es importante enseñarle al niño a buscar el camino para hacerlo bien”, señala Sonia.
Es una forma de tomarse la vida como un reto y no tirar la toalla ante situaciones difíciles. “Cuando los padres le ayudan a buscar soluciones y alternativas, están orientando al niño a que”, aclara.

6. La madre trabaja
Lo dice un estudio desarrollado por la Escuela de Negocios de Harvard. Parece que tras analizar a 50.000 adultos en 24 países desarrollados los investigadores concluyeron que las hijas de madres trabajadoras estudiaban durante más tiempo, tenían más probabilidades de encontrar un trabajo en un puesto de supervisión y obtenían ingresos más altos.

 

FUENTE: Diario La Vanguardia

Video de la charla sobre niños y tecnología en Arriba España – 19-ENE-17 de M80 Radio

¿Hay que dejar ganar a los niños en los juegos? Colaboración con el diario El Correo

 

Existen maneras de evitar que los chavales se pillen una rabieta cuando pierden al parchís. Tres psicólogos explican cómo educar a los críos en la competición, para que sepan gestionar la frustración y no acaben rompiendo el tablero

Dejar ganar a los niños

En las consultas de psicología infantil se encuentran todos los días niños con rabietas. Chavales que se llevan el balón a casa y aquí no juega nadie, que tiran el tablero del parchís porque han perdido… Y muchos padres concluyen que a la próxima, le van a dejar ganar. Para que se quede contento, para que no la monte. Efectivamente se quedará contento, pero con el parche que estamos poniendo al asunto estamos abriendo sin querer un agujero por otro lado.

Lo advierten los psicólogos: los niños necesitan perder para aprender a manejar la frustración. «Si dejamos a nuestro hijo que gane siempre y haga trampas acabará convertido en un pequeño dictador que reventará cuando un día las cosas no salgan como desea. Y reventará porque no está acostumbrado a que se tuerzan las cosas». Insiste Guillermo Fouce, de Psicólogos sin Fronteras, en que «perder educa más que ganar» y que «aunque genera tristeza» es mejor aprender a gestionarla desde pequeños, «para que después no sean adultos con reacciones desubicadas».

 

Además, a esa frustración por haber perdido, explica la psicóloga Silvia Álava, se le puede dar la vuelta y convertirla en la gasolina «que empuje a intentarlo de nuevo». «Lo que hay que trabajar es que el niño que ha perdido vuelva a jugar otra partida, para que no desista». Y les va a costar más volver a intentarlo a los menores con baja tolerancia a la frustración. Lo dice porque ha tratado a más de uno. «Hay críos que dicen: ‘Me enfado y no juego y encima destrozo el juego para que no juegue nadie’».

Para no llegar a ese punto habrá que educarles en cómo gestionar la frustración. Y eso también se hace, por contradictorio que parezca, dejándoles ganar alguna vez. «Si los adultos juegan con los niños les tienen que dejar ganar alguna vez. Si pierden de manera sistemática es probable que acaben abandonando el juego, que se produzca un rechazo», advierte la especialista.

Su colega Mariola Bonillo, del Centro de Psicología Área Humana, ofrece unas ilustrativas pautas, en función de la edad. «Cuando tienen de 2 a 3 años lo importante es motivarles para que jueguen, porque así aprenderán que los juegos tienen reglas, que hay que esperar el turno… En este caso, está bien dejarles ganar, que salgan un poco antes en la carrera, ayudarles con los juegos de destreza… La idea es que vean que ganan, no todas las veces, pero sí un número significativo de ellas, para que se motiven y sigan jugando». A esa edad tienen que ser juegos rápidos, «que no les exijan atención más allá de diez minutos». Propone la psicóloga las carreras al aire libre, los juegos de cartas de memorizar fotos… Cosas sencillas que les introduzcan en el mundo de las reglas y las normas, que les enseñen a ser pacientes y esperar a que les toque…

Otra actitud habrá que tomar cuando el niño cumpla los 4 años. «A esa edad ya saben que los juegos tienen normas, que hay que aguardar el turno… Empiezan a interiorizar lo que es una competición y aparecerán las emociones de alegría relacionadas con ganar y las de tristeza asociadas a perder». Y con ello, aparecen en muchas familias los problemas porque los chavales reaccionan con una rabieta cuando pierden. «En ese caso hay que parar el juego, preguntarles por qué se sienten tristes, o por qué se están enfadando. Hay que ayudarles a gestionar esa rabia. Decirles que si lo intentan de nuevo quizá les salga, que si una o dos veces no ha salido en el dado el número que desean igual sale a la próxima, que lo que no vale de ninguna manera es tirar el juego o romperlo».

A esta edad, coinciden los psicólogos, el juego no solo les ayuda a aprender a generar la frustración que sienten cuando pierden, «también cumple la función social de relacionarse con otros niños, que es fundamental en esa franja del desarrollo». Y eso debe estar por encima del resultado. «Hay que felicitarles por el simple hecho de que se animen a jugar, aunque pierdan luego. Es importante que antes de empezar a jugar se les diga: ‘¡Qué bien que vayas a jugar!’».

 

En la línea de la máxima de que lo importante es participar, «hay que potenciar entre los niños de esa edad la idea de que lo más valioso del juego no es ganar sino participar, porque el mero hecho de participar es divertido, porque es emocionante, porque te permite estar con amigos…».

Y si pierden, que pierdan. «A esa edad deben exponerse al juego, que un adulto les dé la solución no ayuda. Si les chivamos la resolución de un juego en ese momento no se cogerán una rabieta pero no les estaremos preparando para ese momento en el que perderán, porque acabarán perdiendo».

A partir de 4 años, y sobre todo hasta los 12, la estrategia debe ser la misma, que trabajen las emociones negativas que conlleva ser el perdedor en las competiciones. La rabia, la tristeza y también «la vergüenza, que aparece de niños y se intensifica en la etapa adolescente», cuando el grupo de referencia empieza a ser «los amigos, los iguales».

 

Un niño le quiere quitar el juguete a otro… ¿qué hacemos?

Ocurre muchas veces… y los padres no saben cómo reaccionar. Hay un niño que tiene un juguete en la mano y a su lado hay otro se lo quiere quitar. La madre (o el padre) del primero le dice a su hijo se lo deje al compañero y es probable que le riña si no lo hace. Por otro lado, la madre (o el padre) del segundo le dirá lo contrario, que no se lo quite, que no es suyo. Mientras tanto los niños, ajenos al debate entre los mayores, siguen actuando por instinto. Uno tratando de arrebatar a otro el muñeco y el dueño haciendo fuerza para que no se lo quiten. Como en casi todo, el término medio y la lógica dan el mejor resultado. «La madre del niño que intenta quitarle de las manos el juguete al otro debe decirle: ‘Ahora mismo lo tiene él, pero cuando acabe de jugar lo puedes usar tú’. Eso sería lo mejor porque a los niños no se les puede dejar que jueguen de forma caprichosa. Además, tienen un sentido de posesión tremendo, les parece que todo es suyo. Un sentido, por otro lado, efímero porque al de un rato seguro que acaba dejando tirado ese muñeco que unos minutos antes no se dejaba arrebatar de ninguna manera», explica el psicólogo Guillermo Fouce.

Hablamos de Niños y Tecnología con Juan Luís Cano en ArribaEspaña de M80 radio

Madrugar así es un placer! hoy hablamos de niños y tecnología en el programa Arriba España de Juan Luís Cano en M80 radio.

Arriba España - M80

¿Cuánto tiempo tienes para mí? Colaboración con el diario El Correo

«Hay niños a los que les sale rentable portarse mal porque es la manera de que sus padres les presten atención». Dos psicólogas debaten sobre el poco tiempo que hay para el disfrute familiar y advierten de la necesidad de dedicar a los niños «al menos media hora al día, pero media hora de calidad»

El panorama es el siguiente: de veinticuatro horas que tiene el día no llega a tres y media el tiempo libre que nos queda para dedicarlo al hogar y la familia. Más a las mujeres (4,29 horas), que a los hombres (2,32), pero poco en ambos casos. El dato es de un informe del Instituto de Política Familiar. Un dato entre muchos, todos en la misma línea: solo el 12% de los trabajadores españoles tienen horario flexible y únicamente el 8% utiliza el teletrabajo (empleo desde casa), una opción que se extiende al 30,2% en Suecia. El permiso de maternidad en España es de 16 semanas, muy por debajo de las 26 de media en Europa y solo el 0,24% de los asalariados piden una excedencia para el cuidado de hijos o familiares dependientes, excedencia con una duración máxima de 3 y 2 años respectivamente pero que no está remunerada.

Dibujo que una niña ha hecho en un concurso escolar organizado a nivel nacional.

Una de las consecuencias de todo esto es que los padres tienen poco tiempo para pasar con sus hijos. Menos desde hoy, con la ‘vuelta al cole’. Poco tiempo y mucho menos aún para ‘disfrutar’ de ese rato. Porque no cuenta igual. «El importante es el tiempo de calidad, es decir, el rato que se pasa jugando, conversando… con los niños», explica Silvia Álava, psicóloga y autora de los libros ‘Queremos hijos felices’ y ‘Queremos que crezcan felices’. Lamenta que haya «una mayor atención en negativo que en positivo» con los chavales y recurre a ejemplos reconocibles en muchos hogares: «Hay niños que esperan a que venga su padre a las ocho de trabajar para hacer los deberes porque saben que es la única manera de poder estar un rato con él. Y críos que tardan en meterse a la ducha o en cenar porque saben que así sus padres van a estar detrás de ellos, les van a dedicar atención».

Pero esa atención, insiste la psicóloga, debe ofrecerse de otra manera. «Si llegas a casa y tu hijo ha hecho los deberes él solo, en lugar de decir: ‘Ale, qué bien, que juegue con la tablet, que así yo tengo tiempo para responder los WhatsApp’, hay que decirle: ‘Como has hecho la tarea ya, vamos a jugar un rato’. Y lo mismo con ese niño que se mete a la ducha a la primera: ‘Como has obedecido y te has bañado rápido, ahora tenemos media hora para estar juntos’».

 

Lo están pidiendo los chavales a gritos. A trazos de dibujo más bien porque la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles ha organizado un concurso entre escolares de toda España. Un certamen bajo el título: ‘¿Cuánto tiempo tienes para mí?’. La ganadora ha sido una niña de Zaragoza de entre 6 y 12 años que se ha dibujado jugando sola con una muñeca. Una ilustración en tonos rosas con una leyenda: ‘Sería muy feliz si en lugar de jugar sola jugase con mis padres’. «Desde bebés los niños perciben si sus padres están con ellos o no. Por eso a los chavales les sale rentable portarse mal, porque es una manera de que les presten atención», concluye la experta.

En un país en el que cuatro de cada diez trabajadores se queda más rato en la oficina del que tiene acordado por contrato y solo el 28,6% tienen jornada continua matinal, buscar tiempo para estar con los hijos no es fácil, pero se puede hacer. «La clave es buscar ese tiempo de calidad. Yo propongo que padres e hijos cenen siempre juntos, media hora o cuarenta y cinco minutos sin distracciones, sin televisión ni móvil ni tablet. Que charlen, que todos cuenten qué tal ha ido el día», sugiere Silvia Álava. De esa forma los chavales saben que tienen un rato en familia y «los padres dejan de sentirse culpables por no poder dedicarles tiempo».

 

Porque así se sienten. «Se sienten mal por salir tan tarde de trabajar, por no tener tiempo para ver a sus hijos. Pero es que a algunos niños les apuntan a dos actividades extraescolares al día: música, judo, natación… Es mejor quitar alguna actividad y guardar ese rato para llevarles al parque». Tiempo de calidad, insisten los expertos. «Ese rato que estamos jugando con los niños, haciendo bromas… reduce el estrés en los padres», advierte Mariola Bonillo, psicóloga sanitaria del centro de Psicología Área Humana de Madrid. Y enmienda la culpa, un sentimiento muy negativo «porque bloquea y paraliza». Coincide con su colega Silvia Álava en que «media hora» es el mínimo de tiempo que padres e hijos deben pasar juntos al día disfrutando. «Y ese disfrute puede ser jugando en el parque o haciendo la compra juntos, o ayudando a poner la mesa».

Mujeres que vuelven a trabajar

Cuando hay hermanos y, sobre todo, en el caso de los mellizos. ¿Es importante que cada hijo pase un tiempo solo con sus padres o es preferible que las actividades sean todas conjuntas?

No. Debe haber siempre una parte individual, al menos diez minutos para cada hijo. Es bueno para que los niños desarrollen ese sentimiento de individualidad. Es muy importante en el caso de los mellizos, que no siempre tengan la sensación de que son dos para todo, y estén pendientes del afecto que los padres le dan al otro. Pero también es fundamental en hermanos que sean de diferentes edades. Y si los dos niños quieren sentarse siempre en el mismo lado del coche, por ejemplo, hay que negociar con ellos, un día cada uno, esa es la manera. Llegar a acuerdos desde la calma, empatizar con los niños porque no siempre la razón la lleva el adulto.

Y ocurre en muchos hogares con dos adultos que uno pasa más tiempo con los niños que el otro. Entonces será ese otro el que deberá buscar el hueco. Porque siempre lo hay, solo se trata de buscar el modo, reiteran los especialistas. «Ese papá o esa mamá que no llega antes de que se acuesten los niños tendrá que llamarles por teléfono para preguntarles qué tal el día. Aunque el niño alguna vez no se quiera poner al teléfono porque esté jugando o haciendo otra cosa. Pero que sepa que han llamado para preguntar por él».

El que pasa menos tiempo con los niños se siente culpable. Pero ocurre a veces que una mujer que ha pedido una excedencia para cuidar de sus hijos quiere volver luego a trabajar y en cierto modo también se siente culpable por querer hacer otra cosa que no sea estar todo el día con los niños.

En los primeros meses de vida del bebé la madre le tiene que ofrecer toda la atención, pero es importante no olvidar que la mujer también tiene vida en otras esferas. Hay muchas mujeres que después de un tiempo cuidando a los hijos dicen que les apetece volver al trabajo, a la rutina de antes, y eso no quierte decir que no quiera a su niño por encima de todo. Hay que normalizar ese pensamiento porque era la vida que esa persona tenía antes de que llegaran los niños. Hay que quitarse esas culpas absurdas.

Niños, tecnología y teléfonos móviles colaboración en La Sexta Noticias

Os adjunto el enlace (pincha en la imagen) al telediario de La Sexta Noticias, donde colaboro hablando de cómo deben gestionar los padres, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías y los niños. La noticia comienza en el minuto 21,15:

Silvia Álava en La Sexta Noticias